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Conversación

Eduardo Verástegui
@EVerastegui
Lo que ha ocurrido con el senador Miguel Uribe duele, preocupa y nos obliga a reflexionar; sacude nuestra conciencia, confronta nuestra indiferencia y nos llama a mirar con valentía el estado de nuestras sociedades. En muchas naciones hemos visto cómo la violencia política intenta imponerse sobre la razón y el diálogo. No importa la ideología, el partido o la postura política que tengas: nadie merece ser asesinado. Punto. La vida humana es sagrada, porque fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y todo ser humano merece ser amado y respetado. Cuando se normaliza que pensar diferente te convierta en blanco de violencia, entonces algo muy grave está ocurriendo entre nosotros. Cuando se pierde el respeto por la vida humana, cuando la hostilidad reemplaza al diálogo, cuando se justifica el mal en nombre del poder, entonces estamos dejando entrar a la oscuridad por nuestra propia puerta. Los invito a rezar por la paz en Colombia, por la familia del senador Miguel Uribe y, sobre todo, por su pronta recuperación, mientras lucha por su vida. Oramos también por la paz en el mundo, por todos aquellos que, sin rencor ni miedo, siguen construyendo un mundo más justo, más verdadero y más humano. Solo Dios puede sanar estas heridas. Solo Dios puede restaurar lo que el odio ha quebrado. Pero si seguimos sacando a Dios de nuestra sociedad, de nuestras familias, de nuestras leyes, de nuestras decisiones… no nos sorprendamos si el mal avanza sin freno. No nos quejemos cuando la cultura de la muerte se apodere del mundo. Vendrán tiempos mejores si sembramos con fe, amor y esperanza. Que el dolor nos despierte. Que la verdad nos una. Dejemos que Dios sea el centro de nuestras vidas. La última palabra no la tiene el mal… La tiene Dios.

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