Compartir
El saludo tradicional de Pascua en la iglesia occidental es el grito “¡Cristo ha resucitado!” y la respuesta tradicional es: “¡Verdaderamente ha resucitado!”. Dependiendo de la iglesia, estas palabras van acompañadas en ocasiones del intercambio de tres besos alternos en las mejillas. En las iglesias ortodoxa y católica, el saludo se llama “saludo pascual” y es una costumbre muy antigua.
El saludo se basa en última instancia en el Evangelio de Juan. Lucas 24:34. Las traducciones a lo largo de la historia de la iglesia, desde la Vulgata latina (ca. 400 d. C.) hasta las versiones modernas, han traducido este versículo de manera casi idéntica: “El Señor ciertamente resucitó de entre los muertos y se apareció a Simón”. Se desconoce cómo este dicho se convirtió en un saludo estándar en la iglesia, aunque existen varias teorías sobre cómo llegó a ser ampliamente utilizado.
Sabemos que inicialmente el saludo era más común en las liturgias orientales y bizantinas que en la iglesia occidental. Existe una tradición en la Iglesia Ortodoxa Oriental de que este dicho se hizo popular gracias a María Magdalena, cuando supuestamente se dirigió al emperador Tiberio en Roma con las palabras “Cristo ha resucitado”.
Usar esta frase debería ser más que una simple tradición vacía. Las palabras “Ha resucitado” nos recuerdan la alegre noticia que celebramos en Pascua, que la muerte de Jesús no fue en vano y que él tiene el poder de vencer la muerte. Al decir las palabras “Cristo ha resucitado” podemos compartir esta asombrosa verdad unos con otros. La resurrección de Cristo nos da esperanza de salvación y de nuestra resurrección y vida eterna.
Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. 2da. Cor. 5, 14-15. RESUCITÓ DE VERAS, MI AMOR Y MI ESPERANZA. Bendecida Pascua de Resurrección
MANTENTE AL DÍA