Declaraciones del Cardeanl Sako, Patriarca Caldeo

El cardenal Louis Raphaël Sako, Patriarca de la Iglesia Caldea, ha recordado, con motivo del undécimo aniversario de la expulsión de los cristianos de la Llanura de Nínive, que «la ansiedad y la preocupación de los cristianos ante la emigración siguen aumentando, debido a la falta de medidas efectivas para proteger sus derechos, su seguridad y los servicios esenciales».

(Fides/InfoCatólica) Hace once años, los cristianos, a manos de miembros del Estado Islámico, se vieron obligados a abandonar Mosul y las ciudades de la Llanura de Nínive, tras el saqueo y la quema de sus propiedades, viviendas e iglesias.

Los yihadistas les despertaron en plena noche y les obligaron a abandonar de inmediato sus casas y todas sus pertenencias. Familias enteras fueron expulsadas bajo amenazas difundidas por altavoces. «La gente se vio obligada a huir en pijama», declaró a la Agencia Fides la hermana Luigina Sako, religiosa de las Hermanas de las Cálidas Hijas de María Inmaculada y hermana del Patriarca, al recordar aquella noche terrible. «Los cristianos tuvieron que dejarlo todo; salieron incluso sin zapatos y fueron obligados a huir descalzos hacia el Kurdistán», relató otro testigo. En total, unos 120.000 cristianos abandonaron la Llanura de Nínive aquella noche.

Entre ellos había también quienes ya habían huido de Mosul unas semanas antes. La expulsión de los cristianos por parte de los militantes del Daesh no comenzó el 6 de agosto, sino en junio de 2014, cuando el autodenominado Estado Islámico tomó el control de la ciudad. A comienzos de aquel verano, aún residían en Mosul unas 1.200 familias cristianas.

La invasión de EE.UU perjudicó a los cristianos

A principios de este siglo, solo en Mosul, la comunidad cristiana superaba las 100.000 personas, integradas en un tejido social en el que la mayoría suní convivía con chiíes, yazidíes y otras minorías. Sin embargo, incluso antes de las atrocidades cometidas por el Estado Islámico, el número de cristianos había empezado a disminuir tras la intervención militar estadounidense de 2003 que provocó la caída del régimen de Saddam Hussein. Desde entonces, la violencia sectaria no dejó de crecer.

El acoso y la intimidación, advierte el Patriarca Sako, continúan hoy. Las ciudades de la Llanura de Nínive están «bajo el control de grupos armados que practican la extorsión, el acoso, la intimidación y la usurpación de las cuotas parlamentarias y de las oportunidades de empleo en el sector público que les corresponden». No obstante, subraya el cardenal iraquí, «pese a estos enormes desafíos, los cristianos permanecen firmes en su fe: la letra roja “N” (ن) pintada en las puertas de sus casas sigue grabada en su memoria y les inspira a dar testimonio de Cristo con fidelidad, sin importar las dificultades que afronten».

El Patriarca hace un llamamiento al Gobierno, «que representa a todos, para que asuma la responsabilidad de proteger a esta población cristiana autóctona y defender sus derechos». Para Sako, no se trata solo de «una necesidad humanitaria», sino también de «un imperativo nacional por el que la protección de las libertades y los derechos de los cristianos y de otras minorías no debe depender de criterios demográficos, sino de medidas justas y equitativas».

El Patriarca caldeo recuerda que «los cristianos son los habitantes originarios de estas tierras, portadores de una rica cultura y patrimonio, fieles a su patria y protagonistas de la vida de la nación iraquí en los campos de la educación, la cultura, la medicina y los servicios sociales». Aún «pueden contribuir al renacimiento y al progreso de Irak». Por ello, concluye el cardenal Sako, «la comunidad cristiana merece seguridad y justicia. Es necesario garantizar la permanencia de los cristianos en su propia tierra y una convivencia pacífica basada en la tolerancia, el respeto y la armonía».

Archivado en: Irak

MANTENTE AL DÍA

Suscríbete a nuestro boletín de noticias gratuito.

¿Aún no tienes una cuenta? Comience con una prueba gratuita de 12 días