La cultura argentina se había vuelto “sindiosista” (ateísmo militante)la única que quedaba era la orden católica de los gregorianos, especulando con su próxima desaparición.
En el reino de Chile, se levantaban voces reclamando el resto de la patagonia argentina.Se puede trazar un paralelismo con la cuestión mapuche ,que pretende crear una nación independiente en la Patagonia arg-chilena.
Una mujer ejercería
la presidencia de la Nación
Hilda Kohen de Silberman
Las facciones en Argentina eran tres
Aquellos que eran los más fuertes por las secretas organizaciones de sus kahales y sus inagotables recursos financieros.
Aunque casi todos habían nacido en el país, ni ellos sentíanse argentinos ni el pueblo los consideraba tales. Fieles a su estirpe, estaban orgullosos de pertenecer a la nación escogida y predestinada a dominar sobre las otras”.
Anarcomarxistas: a ellos les horrorizaba la guerra. ¡Oh, el crimen de la guerra! Pero sólo cuando la guerra era en DEFENSA DE la Nación y se hacía por jefes disciplinados. En cuanto a la guerra civil que obstruía los servicios públicos, volaba los mejores edificios, saqueaba los bancos, abría las cárceles soltando a ladrones y asesinos, incendiaba, violaba y mataba, ésa les parecía sacrosanta: era la justicia del pueblo.

Los nacionalistas: que habían vivido ocultos preparándose para las grandes batallas de la patria y de Dios. No eran muchos en comparación con los otros…
Ya no se trataba de ganar elecciones, único terreno donde el mayor número, cualquiera que sea la calidad, significa todo el derecho y la razón. Para los nacionalistas mil túnicas valían menos que una espada, y mil votos menos que una túnica. Una espada, pues, valía para ellos más que un millón de votos.
La tiranía de mil, que es la orgía demagógica, es mil veces peor que la tiranía de uno. La anarquía oprime a los individuos y da rienda suelta a la muchedumbre. Cuando la tiranía del populacho se prolonga sobreviene tal desbarajuste que el pueblo, el verdadero pueblo, ansía un libertador, el hombre enérgico capaz de cortar las cien cabezas de aquella hidra monstruosa
En el diálogo del capítulo VII de Juana Tabor entre Greco, Plácido y Padilla; este último aparece indignado por una manifestación del pueblo a favor de la disolución de la gendarmería patagónica por parte de la presidenta misia Hilda:
Plácido —¿Y qué querían? ¿Qué pedían?
—Se habían congregado para echarle flores a nuestra presidenta, misia Hilda, porque ha disuelto los últimos restos del ejército de línea que nos quedaban: la gendarmería de la Patagonia.
—¿Y eso lo aplaude el pueblo? ¿Qué puede importarle?
—Directamente, nada. Pero el pueblo, mejor dicho los politiqueros que lo agitan, tienen instintiva aversión a todo lo militar…
Las fábricas que producían cañones fueron transformadas en estudios cinematográficos o gigantescas salas de diversiones populares”
Esta parte del libro de Wast es realmente alucinante:
El Ejército argentino, que se pulió como una espada en los primeros cincuenta años del siglo, con sólidos cuadros de oficiales bien educados por los institutos de guerra, había llegado a ser, gracias a la diabólica conjuración de la prensa, del cinematógrafo y de la radio, un objeto de antipatía y de repugnancia para el pueblo, que razonaba de la siguiente manera: “La República Argentina no tiene cuestiones internacionales pues sus fronteras están bien demarcadas.(Lo mismo dijo un funcionario en diciembre del año pasado y lo dicen todos los politicuchos) Siendo así, no necesita gastar cientos de millones en mantener quinientos mil parásitos ”.Estas palabras habían sido pronunciadas por el que años antes era presidente, don Juan Perez, quién profesaba que todo su pueblo iba a ser su ejército. Con eso, como explica Wast se cerraron los cuarteles y se abrieron las logias…
Treinta años hacia que no flameaba en Buenos Aires una bandera argentina(solo eso falta) El solo guardar un trapo con aquellos colores execrados por los marxistas equivalía a un crimen que el Gobierno consideraba de lesa humanidad. “Esto es lo que durante la guerra civil española se llamó la quinta columna. Los nacionalistas son los patriotas que han vivido organizándose a ocultas del Gobierno, alentados por dos amores sublimes: la religión y la patria, y esperando la señal de su jefe para alzarse en armas.
“Espíritu de argentinos”
En el diálogo entre los militares y la presidenta Hilda en medio de una rebelión anarcomarxista y una invasión chilena a la patagonia, el Almirante Zía le explica a la presidenta: “No tenemos ejército —prosiguió— y lo peor es que no tenemos espíritu, no ya de guerreros, pero ni siquiera de argentinos. Se ha insuflado en el pueblo una vocación politiquera y antimilitarista. Se pasan los años debatiendo minucias, como les ocurría a los bizantinos del siglo XV, que discutían de gramática y de teología en los momentos en que Mahoma II estaba socavando las murallas de Constantinopla y metiendo su escuadra en el Bósforo”

Enemigos Interiores
Cuando la caballería de la quinta columna acabó con la movilización anarcomarxista que quería tomar la casa de gobierno, el Gral. Cabral lanzó este comunicado:” La Nación estaba harta de los enemigos interiores y los ha barrido con escoba de hierro. Ahora debemos enfrentarnos con el enemigo exterior que ha invadido la Patagonia. Todos los argentinos serán llamados a las armas ¡Dios salve a la Patria!”
La magnífica Escuela de Aviación de Córdoba, donde a mediados del siglo se construían los mejores aviones de guerra, se había convertido en una colosal Escuela de Danzas y de Arte Escénico
“En lo económico la envidia, a la cual se le diera en tiempos de Marx el nombre científico de lucha de clases, era más que nunca el motor principal de las almas”
El peor estreptococo en las venas de un pueblo es la doctrina de la igualdad. En la naturaleza no hay dos seres iguales. La naturaleza está dominada por un instinto aristocrático que tiende a la selección de los más aptos y al dominio de los inferiores por los superiores. Cuando impera la doctrina de que todos somos iguales, cualquier desigualdad engendra el sentimiento diabólico de la envidia.
Como en la España de 1936 el mísero gobierno de Azaña disgregó el Ejército y se entregó a los milicianos, en la Argentina los politiqueros eliminaron a los oficiales de carrera, corrompieron a los soldados .
“Los anarcomarxistas no tenían más Dios que “la soberanía del pueblo”, ni más templos que los comités. Allí adoraban su extravagante deidad, es decir, adorábanse ellos mismos, pues por soberanía del pueblo no entendían otra cosa que la voluntad de su propio partido, y allí se refugiaron a deliberar cómo sabotearían la movilización y a maldecir “el crimen de la guerra”, título de un libro argentino que los gobiernos reimprimían y desparramaban como una biblia.(Nunca más)
Y hay mucho más y todo esto fue escrito en 1942
(Juana Tabor ,Hugo Wast)HUGO WAST, UN ESCRITOR VISIONARIO Y PROFÉTICO …

La cultura argentina se había vuelto “sindiosista” (ateísmo militante)la única que quedaba era la orden católica de los gregorianos, especulando con su próxima desaparición.
En el reino de Chile, se levantaban voces reclamando el resto de la patagonia argentina.Se puede trazar un paralelismo con la cuestión mapuche ,que pretende crear una nación independiente en la Patagonia arg-chilena.
Una mujer ejercería
la presidencia de la Nación
Hilda Kohen de Silberman
Las facciones en Argentina eran tres
Aquellos que eran los más fuertes por las secretas organizaciones de sus kahales y sus inagotables recursos financieros.
Aunque casi todos habían nacido en el país, ni ellos sentíanse argentinos ni el pueblo los consideraba tales. Fieles a su estirpe, estaban orgullosos de pertenecer a la nación escogida y predestinada a dominar sobre las otras”.
Anarcomarxistas: a ellos les horrorizaba la guerra. ¡Oh, el crimen de la guerra! Pero sólo cuando la guerra era en DEFENSA DE la Nación y se hacía por jefes disciplinados. En cuanto a la guerra civil que obstruía los servicios públicos, volaba los mejores edificios, saqueaba los bancos, abría las cárceles soltando a ladrones y asesinos, incendiaba, violaba y mataba, ésa les parecía sacrosanta: era la justicia del pueblo.

Los nacionalistas: que habían vivido ocultos preparándose para las grandes batallas de la patria y de Dios. No eran muchos en comparación con los otros…
Ya no se trataba de ganar elecciones, único terreno donde el mayor número, cualquiera que sea la calidad, significa todo el derecho y la razón. Para los nacionalistas mil túnicas valían menos que una espada, y mil votos menos que una túnica. Una espada, pues, valía para ellos más que un millón de votos.
La tiranía de mil, que es la orgía demagógica, es mil veces peor que la tiranía de uno. La anarquía oprime a los individuos y da rienda suelta a la muchedumbre. Cuando la tiranía del populacho se prolonga sobreviene tal desbarajuste que el pueblo, el verdadero pueblo, ansía un libertador, el hombre enérgico capaz de cortar las cien cabezas de aquella hidra monstruosa
En el diálogo del capítulo VII de Juana Tabor entre Greco, Plácido y Padilla; este último aparece indignado por una manifestación del pueblo a favor de la disolución de la gendarmería patagónica por parte de la presidenta misia Hilda:
Plácido —¿Y qué querían? ¿Qué pedían?
—Se habían congregado para echarle flores a nuestra presidenta, misia Hilda, porque ha disuelto los últimos restos del ejército de línea que nos quedaban: la gendarmería de la Patagonia.
—¿Y eso lo aplaude el pueblo? ¿Qué puede importarle?
—Directamente, nada. Pero el pueblo, mejor dicho los politiqueros que lo agitan, tienen instintiva aversión a todo lo militar…
Las fábricas que producían cañones fueron transformadas en estudios cinematográficos o gigantescas salas de diversiones populares”
Esta parte del libro de Wast es realmente alucinante:
El Ejército argentino, que se pulió como una espada en los primeros cincuenta años del siglo, con sólidos cuadros de oficiales bien educados por los institutos de guerra, había llegado a ser, gracias a la diabólica conjuración de la prensa, del cinematógrafo y de la radio, un objeto de antipatía y de repugnancia para el pueblo, que razonaba de la siguiente manera: “La República Argentina no tiene cuestiones internacionales pues sus fronteras están bien demarcadas.(Lo mismo dijo un funcionario en diciembre del año pasado y lo dicen todos los politicuchos) Siendo así, no necesita gastar cientos de millones en mantener quinientos mil parásitos ”.Estas palabras habían sido pronunciadas por el que años antes era presidente, don Juan Perez, quién profesaba que todo su pueblo iba a ser su ejército. Con eso, como explica Wast se cerraron los cuarteles y se abrieron las logias…
Treinta años hacia que no flameaba en Buenos Aires una bandera argentina(solo eso falta) El solo guardar un trapo con aquellos colores execrados por los marxistas equivalía a un crimen que el Gobierno consideraba de lesa humanidad. “Esto es lo que durante la guerra civil española se llamó la quinta columna. Los nacionalistas son los patriotas que han vivido organizándose a ocultas del Gobierno, alentados por dos amores sublimes: la religión y la patria, y esperando la señal de su jefe para alzarse en armas.
“Espíritu de argentinos”
En el diálogo entre los militares y la presidenta Hilda en medio de una rebelión anarcomarxista y una invasión chilena a la patagonia, el Almirante Zía le explica a la presidenta: “No tenemos ejército —prosiguió— y lo peor es que no tenemos espíritu, no ya de guerreros, pero ni siquiera de argentinos. Se ha insuflado en el pueblo una vocación politiquera y antimilitarista. Se pasan los años debatiendo minucias, como les ocurría a los bizantinos del siglo XV, que discutían de gramática y de teología en los momentos en que Mahoma II estaba socavando las murallas de Constantinopla y metiendo su escuadra en el Bósforo”

Enemigos Interiores
Cuando la caballería de la quinta columna acabó con la movilización anarcomarxista que quería tomar la casa de gobierno, el Gral. Cabral lanzó este comunicado:” La Nación estaba harta de los enemigos interiores y los ha barrido con escoba de hierro. Ahora debemos enfrentarnos con el enemigo exterior que ha invadido la Patagonia. Todos los argentinos serán llamados a las armas ¡Dios salve a la Patria!”
La magnífica Escuela de Aviación de Córdoba, donde a mediados del siglo se construían los mejores aviones de guerra, se había convertido en una colosal Escuela de Danzas y de Arte Escénico
“En lo económico la envidia, a la cual se le diera en tiempos de Marx el nombre científico de lucha de clases, era más que nunca el motor principal de las almas”
El peor estreptococo en las venas de un pueblo es la doctrina de la igualdad. En la naturaleza no hay dos seres iguales. La naturaleza está dominada por un instinto aristocrático que tiende a la selección de los más aptos y al dominio de los inferiores por los superiores. Cuando impera la doctrina de que todos somos iguales, cualquier desigualdad engendra el sentimiento diabólico de la envidia.
Como en la España de 1936 el mísero gobierno de Azaña disgregó el Ejército y se entregó a los milicianos, en la Argentina los politiqueros eliminaron a los oficiales de carrera, corrompieron a los soldados .
“Los anarcomarxistas no tenían más Dios que “la soberanía del pueblo”, ni más templos que los comités. Allí adoraban su extravagante deidad, es decir, adorábanse ellos mismos, pues por soberanía del pueblo no entendían otra cosa que la voluntad de su propio partido, y allí se refugiaron a deliberar cómo sabotearían la movilización y a maldecir “el crimen de la guerra”, título de un libro argentino que los gobiernos reimprimían y desparramaban como una biblia.(Nunca más)
Y hay mucho más y todo esto fue escrito en 1942
(Juana Tabor ,Hugo Wast)

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