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Luego de los ataques con misiles rusos, personal de la iglesia inspecciona los daños dentro de la Catedral de la Transfiguración, en Odesa, Ucrania.

En reiteradas oportunidades hemos descripto la Guerra Europea como una ‘Guerra sin restricciones’. La Guerra sin restricciones es un concepto que hemos rescatado de un libro escrito por dos coroneles chinos Quiao Liang y Wang Xiangsui, un libro ‘profético’; que parece un manual de instrucciones que muchos países podrían haber seguido para ejercer su influencia global, y que se ha convertido en una obra de referencia para militares chinos, norteamericanos y rusos.
En 2021, antes de la Guerra en Ucrania, hicimos una tarea en conjunto con el Círculo Militar para poder traducir del chino al español esta obra, a fin de poder entender la era que se avecinaba. No nos equivocamos. El 24 de febrero de 2022 se desataba la “operación militar especial” y los conceptos que habíamos estudiado en la Escuela Superior de Guerra Conjunta de las FFAA se mostraban en todo su esplendor.
¿Qué es la Guerra Irrestricta? Según exponía la Universidad John Hopkins: “son ataques integrados explotando diversas áreas de vulnerabilidad”. Destaca:
* La Guerra Cultural, controlando o influenciando los puntos de vista culturales de la nación adversaria. * La Guerra de las Drogas, invadiendo a la nación adversaria con drogas ilegales.
* La Guerra de la Ayuda Económica, empleando la dependencia de la ayuda financiera para controlar al adversario.
* La Guerra Ambiental, destruyendo los recursos ambientales de la nación adversaria.
* La Guerra Financiera, subvirtiendo o dominando el sistema bancario del adversario y su mercado de valores. * La Guerra de las Leyes Internacionales, subvirtiendo o dominando las políticas de las organizaciones internacionales o multinacionales.
* La Guerra Mediática, manipulando los medios de prensa extranjeros.
* La Guerra del Internet, mediante el dominio o destrucción de los sistemas informáticos transnacionales.
* La Guerra Psicológica, dominando la percepción de las capacidades de la nación adversaria.
* La Guerra de Recursos, controlando el acceso a los escasos recursos naturales o manipulando su valor en el mercado.
* La Guerra del Contrabando, invadiendo el mercado del adversario con productos ilegales.
* La Guerra Tecnológica, ganando ventaja en el control de tecnologías civiles y militares claves.

VOLVIENDO A UCRANIA
¿Estamos en una pausa? Es posible que en función del desgaste las fuerzas militares estén reordenando sus dispositivos, sobre todo Ucrania, luego del aparente fracaso de la tan promocionada ofensiva de verano. Pero en el resto de los dominios los demás factores de poder en juego, nada está en calma. No hay pausa, como lo demuestran el juego geopolítico y económico del gas y del trigo. Si en verano de 2022, con sus bruscas maniobras de corte de suministro de gas y presión alcista sobre los precios, Rusia lanzó una ‘guerra psicológica’; en los mercados del gas, con el objetivo de mantener los precios altos y hacer onerosa la diversificación europea del oro azul de Moscú, una maniobra similar puede haber provocado la retirada de los acuerdos de trigo de Ucrania este año. Llegó al vencimiento y no se renovó también, sobre todo, por las reticencias de Moscú.
EXPORTACIONES
La consecuencia de este movimiento puede ser una gran inestabilidad. La Iniciativa de Granos del Mar Negro mediada en mayo de 2022 por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, abrió la perspectiva de ver incrementado el tráfico de cereales producidos en Ucrania en el Mar Negro con la cláusula formal de que los barcos de Kiev podrían viajar partiendo hacia países con dificultades alimentarias. Solo el puerto de Odessa alimenta a 400 millones de personas en el África subsahariana, Oriente Medio y el subcontinente indio. Moscú acusa a Ucrania de utilizar la salida de cereales ucranianos como pretexto para abastecer mercados mucho más saturados y obtener divisas. Y en los movimientos del Kremlin podría haber, una lógica similar a la del año pasado.
El bloqueo de las exportaciones de cereales de la cuenca del Mar Negro tiene, de hecho, un enorme potencial destructivo a nivel económico, como lo demuestra la espiral inflacionaria de los precios de los alimentos que se produjo tras el inicio de las hostilidades. La espiral se produjo “especialmente en aquellos países (principalmente africanos) con una fuerte dependencia de las importaciones de trigo ucraniano”.
Y por tanto, “así como la consecución del acuerdo sobre el trigo permitió entonces evitar al menos parcialmente la emergencia, su revocación podría volver a poner en marcha todo el proceso”. Hacer que Occidente sienta su aliento en la nuca y -por qué no- también esa Turquía con la que Rusia tiene una relación positiva pero no exenta de grietas, como es propio de todas las potencias que coquetean con Erdogan. En este caso manifestado con un nuevo protagonismo en el campo atlántico en la cumbre de Vilna, que acabó con la bienvenida a Suecia con el visto bueno de Ankara.
El acuerdo de la Iniciativa de Granos del Mar Negro está oficialmente cerrado. Así lo afirmó el portavoz del Kremlin, desmintiendo los avances que había hecho Turquía sobre una inminente renovación del acuerdo firmado el pasado verano entre Ankara, Moscú, Kiev y las Naciones Unidas.
Esto ha supuesto el levantamiento de las garantías de seguridad para el transporte marítimo, el final de un corredor marítimo humanitario y la disolución del Centro de Coordinación Conjunta en la desembocadura del Mar Negro, en Estambul, creado para monitorear la implementación de dicho acuerdo.
En los últimos días, el secretario general de la ONU había escrito al presidente ruso para informarle de la necesidad de una renovación para hacer llegar el grano a los países africanos pobres. Pero Putin ya había señalado que el grano de Ucrania acababa mayoritariamente en los mercados occidentales, según denunció una funcionaria de Naciones Unidas, la comisionada jordana de la ONU Nada Al-Nashif. La confianza entre las partesmen conflicto está muy dañada, como lo hemos señalado en reiteradas oportunidades.
El lenguaje diplomático, a veces, para no lanzar fuertes acusaciones, destaca la solución necesaria en lugar de señalar con el dedo el grave y llamativo problema. Es el caso de la comisionada Jordana, funcionaria de la ONU que, en lugar de decir abiertamente que Ucrania está mandando suministros de cereales a la Unión Europea en lugar de a los países africanos pobres que han visto cómo los precios de los cereales se han multiplicado por diez, prefiere usar una dialéctica más suave. Recientemente se ha difundido un texto en las redes sociales (incluso en la página de Facebook de Il Giardiniere) que alega que “tres grandes multinacionales estadounidenses compraron 17 millones de hectáreas de tierra de primera a Zelensky”. Anteriormente, los rumores de una supuesta venta de la mitad de Ucrania a Monsanto, Cargill y Dupont se habían amplificado en una pequeña galaxia de varios sitios no oficiales o “alternativos” que, en algunas versiones, también atribuyeron la responsabilidad a los sospechosos habituales de las élites financieras.

FIN DEL ACUERDO
En la Bolsa de Valores de Chicago, señala el Wall Street Journal, el anuncio del fin del acuerdo por parte del vocero de Vladimir Putin, Dmitri Peskov, produjo un repunte del 34 por ciento en los futuros de trigo. En los últimos meses, los mercados internacionales ya habían interiorizado la previsible subida de precios por la paralización de los acuerdos y en las últimas semanas el clima había estado más bien marcado por datos positivos de entrada de cosechas que habían enfriado los mercados. Con la Iniciativa de Granos del Mar Negro, 36,2 millones de toneladas de granos han salido de forma segura de los puertos ucranianos en poco más de un año. Recordemos que Ucrania también exporta maíz y Rusia es el primer productor mundial de fertilizantes, por lo que detener la cadena de valor global puede tener consecuencias políticas de gran alcance.
¿A qué puede aspirar Rusia? Por un lado, hacer sentir el peso creciente de la crisis alimentaria en un Occidente donde la disrupción de las cadenas de valor puede golpear con fuerza. El carro de la compra ya ha aumentado un 25 por ciento en dos años en el Reino Unido y algunos productos han subido hasta un 175 %, mientras que en los Estados Unidos se registran temores similares. La guerra psicológica contra el gas también golpeó el precio del gas TTF de Ámsterdam. El de alimentos puede actuar en Chicago, el corazón de las negociaciones sobre cereales. La guerra económica se lleva a la casa de los adversarios.
Por otro lado, Moscú puede contribuir, al no renovar los acuerdos, a aumentar la presión en el flanco sur de Europa y en Occidente. Una crisis alimentaria puede crear las condiciones para una nueva bomba migratoria y para un despertar de los suburbios (como vemos en Francia) que puede crear otros frentes para sus rivales. Desde este punto de vista, Moscú pretende descargar la culpa de la no renovación del acuerdo en Occidente y Ucrania, citando las excesivas condiciones impuestas en cuanto a la estrechez de la exclusión de las sanciones de los bancos rusos y la falta de contrapartes industriales y comerciales en Moscú y así aprovechar un arma híbrida, que es capaz de convertirse en una espina clavada en el costado de sus rivales.
En 2022 la guerra psicológica del gas se vio debilitada por las consecuencias externas: un invierno suave que impidió que Europa se quedara congelada con el consumo de gas en su punto más alto y los precios por las nubes. Hoy, una solución podría ser el plan ucraniano, al menos en el corto plazo: “Ucrania ha preparado un plan de respaldo para sacar sus envíos de granos sin el acuerdo. Esto depende en parte de un fondo de garantía de $500 millones para cubrir cualquier daño o gasto incurrido por los barcos que cruzan el Mar Negro y en parte del envío de más granos a través del Danubio de Europa y los ríos conectados, incluidos los que confluyen en el puerto fluvial moldavo de Giurgiulesti en la desembocadura del Prut, en Moldavia.
En esta etapa mucho dependerá la evolución de la economía, no tanto de la capacidad de crear suministros alternativos, que existen como en el caso del gas, sino del impulso para gobernar la irracionalidad de los mercados.
De tal forma que, de esta fase de la guerra, puede depender a corto plazo el hambre o la saciedad de millones de personas, a causa del fin del pacto negociado por la ONU.
Cada día que pasa en la guerra en Ucrania, sin una tregua visible a instancias de la OTAN, parece realmente un movimiento suicida para la Unión Europea. El único que puede celebrar es el Lobby de armas, donde las multinacionales de la guerra se revuelcan junto a sus amigos políticos celebrando la continuidad de la guerra.

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