Compartir

211 vistas

P. Arturo Ruiz Freites, IVE

Agradecemos al profesor Padre Arturo Ruiz Freites IVE que nos ha concedido esta entrevista sobre un autor que conoce muy bien, por ser uno de los mayores estudiosos del mismo. De hecho, acaba de publicar un librito ágil que recomendamos porque presenta brevemente la figura de Meinvielle en todos sus aspectos: El coraje de la Verdad. El Padre Julio Meinvielle (1905-1973). Recordamos, además, que el profesor Ruiz Freites dirige el sitio web sobre la figura del P. Meinvielle https://www.juliomeinvielle.org/ (ofrece gran parte de las obras en formato digital).

Para quien esté interesado el P. Arturo ofrecerá una entrevista el día 30 de agosto (11 hs. de argentina) sobre la figura del P. Meinvielle: https://www.youtube.com/@zapatodeencuentro7199


– Si tuviera que expresarse en pocas palabras, ¿qué diría del padre Julio Meinvielle para presentarlo adecuadamente a quienes no lo conocen?

El Padre Julio Meinvielle fue un sacerdote diocesano de Buenos Aires, Argentina, párroco con numerosas iniciativas pastorales y un intelectual muy activo siguiendo el Magisterio de la Iglesia y en la escuela de Santo Tomás de Aquino. Toda su vida y su actividad estuvieron impregnadas de su condición de sacerdote, no sólo para su parroquia, sino también en dimensión universal, para iluminar con la doctrina católica los problemas contemporáneos de la Iglesia y del mundo. Nacido en 1905, siguió su vocación sacerdotal desde joven, primero en el Seminario Menor y luego en el Mayor, doctorándose en Filosofía y Teología y ordenándose sacerdote en 1930. Nombrado poco después primer párroco de la recién erigida parroquia de Nuestra Señora de la Salud, en el barrio de Versalles, en las afueras de Buenos Aires, construyó el templo parroquial y desarrolló una incansable labor pastoral, como atestiguan las obras que a él se deben: fue cofundador de la Acción Católica Argentina (1934); de sus campamentos juveniles nació el primer centro de la Unión de Scouts Católicos Argentinos; fundó la Juventud Obrera Católica y el Ateneo Popular de Versalles, centro parroquial cultural, social y deportivo que presidió hasta su muerte.

Al mismo tiempo, y a lo largo de toda su vida, ejerció un intenso apostolado intelectual: autor de numerosos ensayos y acérrimo conferenciante, reunía semanalmente a jóvenes estudiantes para estudiar la Suma de Teología de Santo Tomás, fue cofundador de la Universidad Católica Argentina, de la Sociedad Tomista Argentina y del Instituto de Filosofía Práctica, instituciones actualmente vigentes. Mereció un lugar en el Léxico de los tomistas (Thomistenlexikon, Nova & Vetera, Bonn 2006). Muchas de sus obras han sido reeditadas y publicadas en varios idiomas, además del español original: italiano, francés, portugués y alemán.

– ¿Cuáles fueron los temas principales de su investigación y reflexión?

Se ocupó ante todo de la filosofía y la teología de la política: precisemos que no en el sentido de una “teología política” secularizante como las de Metz o las teologías de la liberación, sino, por el contrario, pensando la política en su propia realidad moral a la luz de la destinación de los hombres hacia el último fin sobrenatural de la unión con Dios en la Jerusalén celestial, a partir de los principios de la doctrina social y política de la Iglesia, de la filosofía política clásica y de la experiencia de la vida concreta de los pueblos. Magistral es su Concepción católica de la política (1932), obra temprana pero muy madura que se ha convertido en un clásico. También mencionamos aquí Concepción católica de la economía (1936), reelaborada más tarde en Conceptos fundamentales de la economía (1953).

Luego, en el campo de la teología de la historia, a partir de la indispensable tarea de edificar la Cristiandad – la Civilización Cristiana o la Ciudad Católica –, analizó los fenómenos del proceso histórico de las revoluciones sociopolítico-culturales anticristianas en Occidente: desde la decadencia medieval, pasando por el protestantismo, la ilustración, la revolución francesa, el comunismo y la revolución bolchevique, hasta la disolución existencialista. Por ello prestó especial atención a las ideologías totalitarias que tienen en su raíz ese proceso fundado a su vez en el proceso de inmanencia del pensamiento filosófico, a saber, la sustitución de la filosofía del ser, el realismo, por la gnosis, especialmente en el idealismo de Hegel y el materialismo marxista. El primero absolutizando el pensamiento puro en su indeterminación de posibilidad de la que surgen los fenómenos históricos en una dialéctica de autonegación, relativizando así toda realidad objetiva en el proceso de consecución de la autoconciencia de posibilidad absoluta del pensamiento; el segundo haciendo una transposición del sistema de Hegel en un proceso de autoconciencia de la indeterminación de la materia como indiferenciación o indeterminación pura, en una similar lucha dialéctica histórica: el comunismo. Así surgieron sus ensayos: Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo (1937), El judío en el misterio de la historia (1937), Qué saldrá de la España que sangra (1937), Entre la Iglesia y el Reich (1937), Hacia la Cristiandad (1940), El comunismo en la revolución anticristiana (1961), El poder destructivo de la dialéctica comunista (1962).

Relevante fue su polémica contra el liberalismo pseudo-católico de Jacques Maritain, que comenzó con su refutación de la postura pro republicana y laicista del conocido filósofo francés sobre la Guerra Civil española en Qué saldrá de la España que sangra, y siguió con una crítica de la teoría de la “nueva cristiandad” de Humanismo integral de Maritain, que prácticamente separaba la realidad sociopolítica y su propio bien común del orden moral y, por tanto, de la subordinación al fin último, y la crítica a la pretensión de Maritain de basar su teoría en la escisión dualista entre individuo y persona, relegando la dimensión trascendente y religiosa del ser humano a la mera esfera privada. De aquí sus obras: De Lamennais a Maritain (1945) y Crítica de la concepción de Maritain sobre la persona humana (1948); como también las publicaciones del intercambio epistolar: Correspondencia con el R. P. Garrigou-Lagrange a propósito de Lamennais y Maritain (1947) y Respuesta a dos cartas de Maritain al R. P. Garrigou-Lagrange O. P. (1948). Volvió más tarde sobre esto en algunos artículos, como un comentario a Le Paysan de la Garonne de Maritain, ya en los años ’60.

Numerosas fueron sus conferencias, publicadas en fascículos, sobre realidades y acontecimientos políticos – especialmente de la historia contemporánea Argentina – y eclesiásticos.

Se destacó por el tempestivo discernimiento del fenómeno del progresismo en el ámbito del pensamiento y de la vida de la Iglesia y, junto con señalar a Maritain como uno de los responsables de la progresiva deriva hacia el liberalismo y el relativismo indiferentista, es decir, el secularismo, en la pastoral social eclesiástica, intervino denunciando el panteísmo evolucionista gnóstico de Pierre Teilhard de Chardin con La cosmovisión de Teilhard de Chardin (1960) y Teilhard de Chardin o la religión de la evolución (1966) y el gnosticismo hegeliano del pensamiento del más conocido de los teólogos progresistas, Karl Rahner. Se ocupó de Rahner en no menos de siete escritos, incluido su último artículo, publicado poco antes de morir. Su preocupación por la interpretación correcta y auténtica del Magisterio le llevó a publicar: La Ecclesiam suam y el progresismo cristiano (1964); En torno al progresismo cristiano (1964, opúsculo que recoge tres de sus conferencias); y, apenas concluido el Concilio Vaticano II: La declaración conciliar sobre la libertad religiosa y la doctrina tradicional (1966) y su importante libro La Iglesia y el mundo moderno (1966), en el que explica el Concilio como un acto de misericordia de la Iglesia hacia la humanidad contemporánea y denuncia con todo detalle las insurgentes mistificaciones interpretativas.

Su último libro, el más importante y monumental, De la cábala al progresismo (1970), analiza toda la trayectoria histórica del pensamiento gnóstico-monista frente al realismo católico fundado en la distinción real entre Dios, ser infinito y supremo, y sus criaturas, entes dependientes y causados. Expone así la matriz gnóstica de la aparición de tantos errores en la teología contemporánea, y más sistemáticamente en Teilhard y Rahner. En la conclusión advierte, proféticamente, que si no se frena la difusión de la influencia del pensamiento de tipo gnóstico que relativiza y reduce a historia toda realidad y verdad objetivas, sucederá en la Iglesia lo que desgraciadamente estamos viendo hoy… Pero se muestra inquebrantable en la certeza de la fe en la indefectibilidad de la Iglesia y en que “las puertas del infierno no prevalecerán” contra ella.

– Si tuviera que señalar su obra principal, ¿cuál destacaría?

De la cábala al progresismo. He curado personalmente una reedición científica en español, actualizando notas y bibliografía, publicada por ED.IVI en 2013. Se ha publicado no hace mucho en francés una traducción de la edición antigua. En italiano, editada por Don Ennio Innocenti, se publicó una versión pero no en todo el original (Influsso dello gnosticismo ebraico in ambiente cristiano, Roma 1988 e 1995) y una más reciente e integral (estimo que a partir de las ediciones antiguas) da Effedieffe (Dalla Cabala al Progressismo, 2018).

– ¿Qué textos recomendaría a quienes deseen saber más sobre este autor?

Además del apenas señalado, indico otros tres textos principales:

  • Concepción católica de la política, del que edité una traducción italiana que incluye una biografía mía de Meinvielle (Settecolori 2011; Verbum Incarnatum Press 2022, disponible en Amazon);
  • El comunismo en la revolución anticristiana: exposición muy pedagógica del significado antropológico y político-social del proceso histórico de las revoluciones, reimpreso varias veces pero aún no en italiano, estoy preparando lentamente una edición.
  • La Iglesia y el mundo moderno: ídem sobre la situación editorial, pero los que lean en español verán cómo ya en el ‘66 Meinvielle expone lo que el Papa Benedicto llamó, en torno al Concilio Vaticano II, la oposición de la hermenéutica de la ruptura contra la de la interpretación auténtica en continuidad.

Para quienes deseen saber más sobre su persona y su obra, remito a la reciente biografía que publiqué en español (Arturo A. Ruiz Freites, El coraje de la verdad. Padre Julio Meinvielle 1905-1973, EIE 2023, publicada en Amazon) disponible también en italiano en la edición que dirigí del libro Concepción católica de la Política (VIP 2022, también publicada en Amazon).

– ¿Qué une el pensamiento del Padre Meinvielle y la Doctrina Social de la Iglesia?

Lo expresa muy bien el título de la encíclica de San Juan Pablo II Sollicitudo rei socialis (1987), y lo señala también el Papa Benedicto en el título de su encíclica, Caritas in veritateel celo apostólico sacerdotal no puede dejar de iluminar la realidad socio-política e histórica con la verdad de los principios perennes de la teología moral, porque el bien común político – temporal que se debe procurar es a la vez una exigencia moral para todo cristiano y un fin intermedio coadyuvante para la salvación de las almas que la Iglesia procura como último fin sobrenatural al que Dios destina a todo hombre. Y es necesario formar a los laicos para esta tarea irrenunciable, como nos requiere el decreto Apostolicam actuositatem del Concilio Vaticano II. La sociedad humana, a menos que también ella sea sanada y elevada por la gracia a Cristiandad, permanece en la dimensión de la naturaleza caída por el pecado original y a merced de todos los desórdenes morales. Por eso el Padre Julio Meinvielle sigue siendo de perenne actualidad como uno de los grandes maestros de la Doctrina Social.

Padre Arturo Ruiz Freites IVE

MANTENTE AL DÍA

Suscríbete a nuestro boletín de noticias gratuito.

¿Aún no tienes una cuenta? Comience con una prueba gratuita de 12 días