Compartir

347 vistas

Trabajar, luchar y rezar por nuestra soberanía

El Día de la Soberanía Nacional se celebra anualmente el 20 de noviembre en conmemoración de la Batalla de la Vuelta de Obligado, librada el 20 de noviembre de 1845. La confederación se encontraba gobernada por Juan Manuel de Rosas, quien al mismo tiempo ejercía como gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
Esta conmemoración fue propuesta, junto con la repatriación de los restos de Rosas, por el historiador José María Rosa en 1974 y aprobada por el Congreso de la Nación Argentina. El 3 de noviembre de 2010, año del Bicentenario de la Argentina, fue promovida a feriado nacional.
La fecha recuerda la gesta heroica de los soldados de la Confederación Argentina, liderada por Juan Manuel de Rosas, quienes en inferioridad de condiciones, resistieron la invasión del ejército anglo-francés, que pretendía colonizar los territorios de nuestro país.
El acontecimiento sirvió para ratificar y garantizar la soberanía nacional, implicó la firma de un tratado de paz entre la Argentina, Francia y Gran Bretaña, y quedó grabado en nuestra historia como un símbolo de independencia, libertad y unidad nacional.
Todos sabemos bien que en la Vuelta de Obligado el Ejército de la Confederación Argentina resistió heroicamente la incursión de la escuadra naval invasora apoyada en el bloqueo anglo-francés.
Aquel 20 de noviembre de 1845 cuando las escuadras invasoras de las naciones en aquel tiempo más poderosas de la tierra, Inglaterra y Francia, entraron por el río Paraná, hubo algunos criollos, a cuyo mando estaba el general Lucio Norberto Mansilla, que estableció en las orillas del río unas baterías y preparó la defensa. Eran pocos cañones, no más de veinte. Y cañones de poco alcance frente a los cañones poderosos de la escuadra europea. Y sobre el río, una serie de barcazas y lanchones sobre las cuales tremolaba la bandera argentina y estaban unidas por cadenas. Estas cadenas eran como un símbolo de una realidad más profunda, como un signo que estaba diciendo: “¡Aquí defendemos la integridad de la Patria! ¡Aquí defendemos la virginidad de la Patria! ¡De aquí no se pasa! Esto es nuestro, es terreno nuestro, esta tierra es nuestra”. Y heroicamente durante muchas horas esos criollos sostuvieron y soportaron los cañones de largo alcance y el impulso y el ataque de las escuadras extranjeras. Y pudieron pasar.

EL COLONIALISMO
La Vuelta de Obligado es solo un combate en el marco de una batalla; el primer combate de una guerra que duró años y concluyó un lustro después. Obligado es por lo pronto, parte de lo que se llamó la Batalla del Paraná que a su vez fue parte de la campaña de la Cuenca del Plata, que se integraron en lo que hoy podemos llamar la guerra contra el colonialismo.
La batalla en la Cuenca del Plata, porque comprendió al Uruguay, al Paraguay y La Argentina. En el Uruguay se libraba una lucha entre el gobierno del Cerrito, de los blancos de Manuel Oribe, y de los colorados riveristas aliados de sus socios extranjeros colonialistas desde Montevideo. Los federales de Rosas, aliados a los blancos uruguayos, pusieron sitio naval a Montevideo, con una pequeña escuadra de cinco buques mandados por el Almirante Guillermo Brown. Ante la posibilidad de la caída de ‘la Nueva Troya’ (Montevideo o la nueva Troya es una novela de 1850 de Alejandro Dumas), Francia e Inglaterra movilizaron sus fuerzas. Consiguieron la alianza de Corrientes y el Paraguay y, sobre todo, enviaron una Gran Escuadra al Rio de la Plata. En efecto, la batalla de la Cuenca del Plata, a su vez, fue parte la Guerra Colonialista, que en la década de 1840 a 1850, promovieron y desarrollaron franceses e ingleses. Los franceses atacando Argelia y Veracruz en México, y los ingleses en China e Irlanda. Dentro del colonialismo, los anglo-franceses volvieron a poner sus ojos en el Río de la Plata (como en 1764, 1806,1807 y 1833).
El principal belicista fue el primer ministro francés Adolphe Thiers. De ahí que el gran historiador americano, don Carlos Pereyra titulara su libro ‘Rosas y Thiers’ donde ubicó correctamente la Vuelta de Obligado en un contexto bélico mayor. Pero como solo miramos ‘la parte’ se pierde la real dimensión del ‘todo’. Y con esto el enemigo desdibuja nuestro heroísmo y la justicia de la causa. Como también quieren hacer con Malvinas.
Los Interventores -así se denominaban- esgrimían dos cuestiones. La primera la defensa de Montevideo, atacado por una escuadra ‘extranjera’ (la argentina de Brown, que no atacaba, sino que sólo sitiaba). La segunda, el libre tránsito por los ríos interiores argentinos sobre todo del Paraná, para poder comerciar con sus aliados, de Corrientes (Paz y Madariaga) y el Paraguay.
La doctrina de la libertad de los ríos interiores de un país que no se aplicaba al Sena o al Támesis que se asimila al régimen de alta mar, fue inventada ‘ad hoc’ por Juan Bautista Alberdi, en los diarios de Montevideo (y reiterada en Las Bases). Como siempre la ‘doble vara’ para exigir derechos a otros.
Esos eran los pretextos públicos; pero lo cierto es que pensaban que podrían secesionar la Mesopotamia argentina, anexando al Paraguay y, eventualmente, al Uruguay.
En verdad, el problema lo había promovido un tiempo atrás un unitario argentino, Florencio Varela. Siempre el enemigo tiene ‘aliados’ a su servicio, y hoy pasa lo mismo. Hay que sacar a la luz sus nombres. Para este tema si desean pueden consultar: Magariños de Melo, Mateo, La misión de Florencio Varela a Londres (1843-1844).

CON MEMORIA VIVA
Es importante recordar esta batalla porque en la Argentina hay algunos pusilánimes que dicen enseñar historia que quieren minimizar los hechos grandes de la Patria, nos hablan todavía de la derrota de Obligado.
Es cierto, fue una derrota, una derrota parcial, porque el enemigo pudo dominar solamente, como escribe Lucio Mansilla, el terreno hasta donde alcanzó su metralla. Porque en las orillas del río estaban los criollos y estaba la infantería y la caballería criolla que no dejaba desembarcar al enemigo, le quitaban los abastecimientos, que si la flota podía navegar sus tropas no podían pisar el territorio de la Patria y cuando lo intentaban recibían duros golpes como el de El Tonelero.
El conflicto terminó precisamente con el reconocimiento de la soberanía argentina, se ganó en el plano de la estrategia y de la alta política, se ganó con los cañonazos de la escuadra extranjera rindiendo honores a nuestra bandera.
Además, hoy queremos señalar que no seríamos justos con la verdad histórica si no reivindicásemos al conductor de la gesta en el sentido político e histórico del término. En ese sentido, la personalidad del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas se agiganta y lo que antes ha sido el palpitar de un pueblo y los descubrimientos de la verdadera historia a manos de grandes investigadores como Adolfo Saldías, Julio Irazusta, Carlos Ibarguren, Ernesto Palacio o Vicente Sierra, hoy es certeza en la cultura cívica y hasta en buena parte de la actual historiografía. Por eso subrayo que el 20 de noviembre es el Día de la Soberanía Nacional y es también una ocasión dorada para rendir homenaje y aprender del ejemplo patrio de ese gran argentino.
No podemos olvidar esta carta del Libertador y Padre de la Patria a Don Juan Manuel de 2 de noviembre de 1848. “Mi respetable general y amigo: A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted, mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras enhorabuenas”.
Y el Libertador cierra la carta: “Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que emprenda, son los votos de este su apasionado amigo y compatriota. José de San Martín”.
Era un enfrentamiento desigual, pero era un enfrentamiento en el cual por nuestra parte había un amor grande a la Patria, y había un coraje en esos criollos que estaban decididos a jugarse enteros para defender lo que era nuestro. Algo que en nuestra historia varias veces se ha dado. De alguna manera podemos comparar ese enfrentamiento desigual a aquel de nuestros héroes de las Malvinas, a aquellos pilotos que con sus aviones contra todos los cálculos técnicos y contra todas las posibilidades humanas, se lanzaban contra las fragatas inglesas, pero no con espíritu de suicidas, sino precisamente con espíritu de héroes, con espíritu de argentinos, con espíritu de aquellos que amaban a la Patria por encima de su vida. Aquellos soldados del Ejército y de la Armada que en la turba malvinera en una relación de poder de combate inferior mostraron arrojo y heroísmo a raudales. Es bueno recordarlo. Es bueno recordar este heroísmo, este desinterés, esta entrega generosa, esta entrega de la vida. Es bueno recordarlo cuando a ese heroísmo quieren olvidarlo, cuando a ese heroísmo quieren enterrarlo, cuando a aquellos que dieron la vida por la Patria quieren dejarlos en el entierro, en el pasado, o en el olvido, cuando para esas gestas grandes solamente existe el silencio, el desprecio o la burla. Nosotros les decimos: ¡No los vamos a Olvidar! ¡No permitiremos que los Olviden!
PENSAMIENTO NACIONAL
En el actual contexto de terribles presiones globales que buscan disolver las identidades nacionales, las verdades filosóficas y las verdades reveladas de nuestra identidad, para confundir y esquilmar a los pueblos- hemos creado junto a un grupo de patriotas, el Instituto Elevan (Estudios y Legado en Valores Nacionales) para ser un lugar en el que el pensamiento nacional, de nítida auto afirmación de los valores espirituales y los intereses argentinos, y claramente enemistado con las fuerzas y las ideologías globalitas, pueda desenvolverse con libertad la pasión por ser Argentino.
Debemos contribuir a la restauración intelectual y académica del pensamiento nacional. El pensamiento nacional que defiende el suelo y el subsuelo, el mar y el espacio aéreo de la Patria, sí, pero sobre todo defiende al pueblo que lo habita y a la cultura y la Fe que lo enaltece y dignifica. Por ello reivindicamos a los grandes pensadores nacionales centrados en el concepto de la soberanía y la libertad de acción de los pueblos.
Defendemos la soberanía nacional, la integridad territorial, la proyección marítima y los intereses materiales y espirituales de la Patria, que son los del pueblo argentino todo. Nuestra identificación con el pensamiento nacional es nuestra decisión de luchar por los intereses del país, que están a la vista.
El día 20 de Noviembre representa Soberanía y Dignidad, ese día festivo, repitamos una vez más: La soberanía de la Patria es el derecho que tiene un pueblo sobre su tierra, el derecho que tiene un pueblo sobre su Historia, el derecho que tiene un pueblo sobre sus instituciones, el derecho que tiene un pueblo sobre sus dominios. Esa soberanía de la Patria es por la cual tenemos que trabajar y luchar, y también tenemos que rezar a Dios, porque un pueblo necesita de una tierra para vivir, para respirar, para crecer y para desarrollarse, para cumplir la misión se le ha dado en la historia.
“Serás lo que debas ser o no serás nada”. La frase de San Martín nos exige y nos obliga a ser lo que tenemos que ser como nación.

MANTENTE AL DÍA

Suscríbete a nuestro boletín de noticias gratuito.

¿Aún no tienes una cuenta? Comience con una prueba gratuita de 12 días