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Campo de Mayo, Unidad 34 del SPF, agosto 28 de 2024
Hermanos Sacerdotes/Obispos de la Pastoral Carcelaria
Monseñores Ares, Canecín, García Cuerva, García y Capellanes

Por toda la crónica que produjo la presencia de Diputados en las Unidades 31 y 34 del SPF que es donde yo, un anciano sacerdote y ex Capellán Policial, de 87 años y 21 de preso, estoy ahora alojado, habiendo recorrido cuatro cárceles desde el año 2003, con 50 años de mi ordenación sacerdotal para la Diócesis de 9 de Julio en la que estoy incardinado, me dirijo a Uds. los miembros de la Pastoral Carcelaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y Capellanes Penitenciarios tanto Federales como Provinciales para compartirles mi desazón ya que me cuesta admitir que sea real la acrimonia con que se ha tratado el episodio cristiano, social y humanitario como fue la visita a las Unidades “ut supra” mencionadas con presos miembros de las FF.AA, FF.SS, civiles y yo.

En las noticias y comentarios adversos y nocivos por esas visitas a las Unidades Carcelarias se tuvo, exclusivamente en cuenta, el motivo por el cual estamos privados de libertad como lo más importante. Sobresalió una valoración negativa a la visita legal y cristiana que nos hicieron nuestros visitantes.

Los ribetes de escándalo que tomó este hecho, que continúa, lo imponen intereses ideológico-políticos con odio y venganza por los cuales ustedes, como pastores (humildemente creo), deberían ser prescindentes.

He contemplado durante muchos años, al ayer Cardenal de CABA y hoy Papa Francisco cuando participaba en “el lavatorio de pies” los Jueves Santo en penales con reclusos tanto en Buenos Aires como en Roma, obrando como lo hizo NSJ con los discípulos. Tengo la seguridad que no se le ocurrió pedir el legajo judicial con la causa por la que están detenidos, que no hizo ninguna discriminación política y procesal sino que actuó con el mismo sentido de Amor y Humildad que se vivió en “la última cena”, obedeciendo al “hagan ustedes lo mismo”, y finalizando, como lo dispone la liturgia, con el beso en los pies. No reprobó a los que lo invitaron, tampoco a quienes lo trasladaron hasta la cárcel.

El Padre Jorge -como le gusta que lo llamen- no tuvo en cuenta el “que dirán” sino que lo realizó con la simpleza y convicción que era un acto de AFECTO al mejor estilo cristiano: “visitar al preso y lavarle los pies”.

Al P. Javier Olivera Ravasi (a la sazón HIJO de otro preso), que habría sugerido a ese grupo de hombres y mujeres que ocupan una función política temporal para que nos visiten, se lo castigó canónicamente. A los Obispos, que nos han visitado antes de la pandemia, también le entregamos petitorios que detallan el modo irregular, político-judicial con que se nos estaba juzgando. ¿Por qué desde la CEA nada abominaron y no hubo consecuencias ulteriores o declaraciones periodísticas? ¿Qué cambió en tres años si estamos los mismos pero mas viejos?

La legislación argentina nos habilita a recibir visitas. Solamente la justicia puede limitarla y para ello oficia al SPF los nombres a quienes se les ha impedido el ingreso. Pretender amurallar visitas o clasificar quien puede ingresar y quien no por fuera de la justicia, es una grave violación a los DD.HH legítimos y no los que invocan ese derecho por razones políticas con cargas negativas de venganza.

El Señor vino a buscar lo que estaba perdido y como buen pastor deja a 99 para rastrear la extraviada. Recuerden el “olor a ovejas” que Francisco nos pide.

Hermanos Sacerdotes/obispos, si planifican para 2025 sus actividades y consideran visitas carcelarias en las mismas, ¿abarcará las Unidades 31 y 34 del SPF? En esas Unidades estamos los que para las organizaciones políticas de DD.HH, no merecemos “ni olvido ni perdón” y a la vez exigen, como si lo mandara la ley, “que se pudran en la cárcel” porque al decir de la señora Estela Carlotto “no son seres humanos” ¿Cómo responden a esas expresiones y deseos que ellos han manifestado en la última reunión de la Comisión Permanente? ¿Con omisión o con obras? ¿Como Pilato o como el Cireneo; como el levita o como el samaritano?

¿Castigarían canónicamente al Capellán Penitenciario que les solicitara la visita pastoral a las Unidades 31 y 34 por el solo hecho de sugerir?

Si una visita pastoral con un “compromiso por el bien común” les provocara un contratiempo, recuerden el “No tengáis miedo” de San Juan Pablo II.

Es una realidad personal que les comparto la que me está permitiendo exponerles una verdad que desconocen en su profundidad. Como sacerdote y ex capellán, estoy viviendo una experiencia que ningún Capellán posee pues ellos no tienen residencia permanente en su capellanía. Yo estuve las 24 horas en los 7277 días ya vividos como interno en la cárcel pues ingresé a ella como preso en el 2003 y continuaré, sin fecha fija de salida, por mi condena a “cadena perpetua”. Comparto esta experiencia con presos que van de 70 a 87 años de edad pero sin condena firme por la CSJN.

Frente a la “pena de muerte encubierta” que es la“condena perpetua” pidamos al Espíritu Santo los dones de Sabiduría y Fortaleza para que, “invocando a Dios como fuente de toda razón y justicia” podamos vivir y compartir lo que tanto deseamos: PAZ, anexando el optimismo que, como hijos de Dios podemos difundir por tener la Sabiduría y Fortaleza que solicitamos. Comencemos el Año Santo 2025 que nos llama a “la reconciliación” con un ejemplo de hermandad dando “vuelta la página”del pasado.

Hermanos sacerdotes/Obispos ustedes pueden ayudarnos no mirando tanto el pasado sino abriendo surcos de “misericordia y reconciliación”.

María desde Luján nos alienta y nos dice: “¡Argentina! ¡Canta y camina!

Si caminamos “viviremos con la alegría de la esperanza que no defrauda”, teniendo la seguridad que el Señor es nuestro “alivio y fortaleza” para “amar a todos sin excluir a nadie” dándonos serenidad para “perdonar a los que nos ofenden”.

Sí así lo hacemos podremos cantar: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” Dios los bendiga y este anciano hermano sacerdote se despide confiando en el poder de la oración para levantar el cáliz de la concordia sin discriminación, castigo, odio o venganza.

En el Señor, Padre Christian von Wernich, preso
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