La UCA recordó al que fuera profesor de esa casa de altos estudios con un acto académico; los hijos del filósofo, asesinado en 1974, lo recordarán mediante una misa en la catedral de San Isidro.

Los hijos del filósofo Carlos Sacheri invitan a la inauguración de un monumento en honor a su padre, acto que se realizará el próximo 22 de diciembre a las 10, organizado por la Municipalidad de San Isidro, en la que fuera su casa. A continuación, los presentes replicarán los últimos pasos del filósofo católico, dirigiéndose hasta la catedral de San Isidro (Av. Libertador 16200), donde se celebrará una misa a las 11.

Carlos Sacheri fue asesinado en 1974, frente a su familia, en un atentado del grupo guerrillero ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), luego de asistir a misa en la catedral sanisidrense.

Al cumplirse 50 años de aquella triste jornada, se vienen realizando una serie de actos, recordando el legado del filósofo argentino. Entre ellos, los promovidos por la Academia del Plata, SITA Argentina, el Instituto de Estudios Filosóficos Santo Tomás de Aquino y la Sociedad Tomista Argentina.

La Universidad Católica Argentina (UCA), por su parte, recordó al que fuera profesor de esa casa de estudios durante muchos años con un acto académico.

Acto en la UCA
“Carlos Alberto Sacheri y la misión del universitario católico. A 50 años del testimonio con su vida”, fue el título del recuerdo que las facultades de Derecho y de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina (UCA) brindaron a quien fuera profesor en esa casa de estudios, en un acto realizado el 13 de noviembre último, en el auditorio Monseñor Derisi de su Campus universitario de Puerto Madero.

Expusieron en esa ocasión, el doctor en Ciencias Políticas y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA, Hugo Dalbosco; el hasta ese momento decano de Derecho de esa Universidad, Pablo María Garat; y el decano de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Ricardo von Büren.

En el acto, se recordó la vida de Sacheri como universitario católico y docente dedicado a sus alumnos, como así también su pensamiento filosófico, sustentado en el realismo tomista, y su obra dedicada a la Doctrina Social de la Iglesia.

En la UCA, Sacheri fue profesor en las entonces facultades de Ciencias Económicas y Sociales, Derecho y Ciencias Políticas, y Filosofía, al tiempo que tuvo también cátedras en las universidades de Buenos Aires (UBA), de Laval (Canadá), Libre de París (Francia), Católica de Valparaíso (Chile) y Andrés Bello (Venezuela).

Cuando tenía 41 años, un comando de una rama del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) lo asesinó en presencia de su esposa y de sus siete hijos -de entre 2 y 14 años de edad-, cuando salían de misa de la catedral de San Isidro para regresar a su hogar.

Invitaba a los alumnos a pensar
Dalbosco lo evocó, con emoción, como el primer profesor que tuvo, en la primera clase, cuando siendo adolescente entró en la UCA en la primera camada de Ciencias Políticas. Les daba la materia Filosofía. Destacó: 1) un rasgo pedagógico -su porte intelectual y su extraordinaria capacidad y claridad para transmitir los conocimientos y afrontar la realidad desde la experiencia, dentro de su concepción antropológica personalista-; 2) la disponibilidad -siempre dispuesto a conversar con amabilidad con los alumnos, invitándolos a pensar con él-; y 3) un matiz caracterológico -la empatía, que iba más allá de las clases, ya que se interesaba de los detalles personales. “Era igual para todos y era distinto para cada uno”.

Dalbosco contó que, cuando una vez le preguntó por la verdad, Sacheri le dijo que uno puede decir que está más cerca de la verdad o darse cuenta de que todavía está lejos de ella. Y, yendo más allá, dijo que para Sacheri la Verdad era una persona, la Persona Encarnada, que no poseeremos hasta que ella nos posea.

Amor por la sabiduría
Van Büren lo describió como “un faro”, que desarrolló su existencia en el ámbito académico. José Luis de Imaz, por su parte, lo definió como “el universitario” por antonomasia. Subrayó el amor inconmovible por la sabiduría que Sacheri cultivó en todas las instituciones donde dejó su huella. Su tesis doctoral tuvo por objeto la deliberación, una de los aspectos de la prudencia. Más allá de su origen y esencia, de su búsqueda por la integración del saber, siendo que las universidades nacieron en el corazón de la Iglesia, Sacheri destacaba cómo habían ido llegando a las casas de altos estudios del país la confusión en las ideas y la corrupción en las costumbres.

Sacheri concebía a la Universidad de acuerdo a la célebre definición de las Partidas de Alfonso el Sabio: la  comunidad de maestros y alumnos, en la búsqueda común de la verdad; que, una vez conocida y profundizada, impulsa, a quien ha podido develarla, a compartirla. En la comunicabilidad del saber, halla su perfección el conocimiento humano, al permitir la participación de los demás en la verdad vislumbrada. Es decir, una indagación incesante en torno a la verdad, desde la física hasta la teología, y -en segundo lugar-, la comunicación a las nuevas generaciones de la verdad entrevista.

Cabeza y corazón
“No hay corazones sanos porque no hay cabezas sanas”, repetía Sacheri. Y vinculaba la Universidad con los problemas de la nación. Proponía un modelo de participación estudiantil, ya que “los esfuerzos deben ponerse en acción”. “El hombre es como el pescado, se pudre por  la cabeza”, dijo el orador.

Sacheri se proponía una renovación intelectual y moral, restaurando la universidad sobre sus valores fundacionales, del recto ordenamiento de las disciplinas, planes de estudio y programas. Tarea ardua y compleja ante la inercia, el esclerosamiento de viejas ideas no modificadas por la inercia y el enciclopedismo; la cual requiere la vertebración de una visión filosófica realista, inspirada en las máximos aportes de la sabiduría clásica y cristiana, que dé sentido integrador a las diversas disciplinas científicas y técnicas. Destacaba él cómo, en dos documentos, el Concilio Vaticano II sostenía el valor de Santo Tomás de Aquino. Sacheri se empeñaba en restaurar la universidad argentina para refundarla sobre la verdad.

Promover el orden natural
A su vez, Garat hizo notar que Sacheri daba cursos a centenares de alumnos también en la UBA, donde obtuvo la cátedra por concurso, y podía detenerse en una clase muy concurrida para responder a cualquier interrogante que le formulara un estudiante. Dijo el orador que él vio claramente la infiltración marxista, no solamente en el periodo en que perdió la vida, sino que había comenzado mucho antes, desplegada a partir de 1955 en las universidades nacionales.

Garat contó también que él, siendo joven, estaba internado en terapia el día en que mataron a Sacheri. “Lo había visto una sola vez en mi vida. Un año después, tomé contacto con algunos de sus mejores amigos -como Fernando de Estrada (presente en el acto)- y con quienes habían sido jóvenes alumnos suyos. Aprendí a admirarlo a través de las huellas que dejó en sus discípulos”.

Hay un orden natural querido por Dios para su criatura, pensaba Sacheri, que debe enseñarse, promoverse y defenderse; tenía la convicción de que ese orden se funda en la naturaleza social y política del hombre, con la cual fuimos creados, a partir del matrimonio y la familia; y, desde ella, hacia los grupos intermedios; y la convicción de la obligación de los católicos, especialmente los universitarios, respecto de la acción eficaz.

Sacheri ha sido fiel al magisterio de la doctrina social de la Iglesia, que enseñó desde siempre y que quedó plasmado en el libro “El orden natural”. Por eso estaba dispuesto a dar la vida. Por eso fue asesinado, dijo Garat: “Se equivocan los que dicen que fue víctima más de una época violenta de nuestra patria. Hay veces que hay violencias que resultan más eficaces que terminar con la vida de quien quiere ser testigo de la verdad. Trabajó para que Cristo reine en la sociedad y en las leyes, no solamente en nuestros  corazones. Sostuvo la misión, visión y vocación de universitario católico”.

Al respecto, Garat mencionó citas de Juan Pablo II sobre las tareas de la Universidad católica. Formar profesionales desde la verdad que nos trasciende, en la integración  de los saberes. E importa, como le importaba al profesor evocado, la formación de los docentes. Hay una vocación misionera y apostólica, de servicio, en tanto que universitarios católicos, que él testimonió de modo ejemplar. Está en juego la concordia política y la paz social. “Él era un pacificador. Paz que sólo puede alcanzarse al modo que la da Cristo”, agregó. Como señala el papa Francisco, cuando dice que la caridad política supone haber desarrollado un sentido social que supone la caridad singular y buscar la caridad social que implica el bien de todas las personas, consideradas no solo individualmente sino en la dimensión social que las une.

“Lo que le ha pedido Dios a Sacheri es confirmar lo que vivía con el testimonio de la propia vida”. No hay mayor sacrificio que dar la vida por los amigos, recordó Garat. Predicaba la paz social, expresó.

Al final, el decano de Ciencias Sociales, Roberto Aras, habló de los grandes maestros, que son los que  invitan a pensar, y mencionó también en esa línea a Juan E. Bolzán. Reflexionó sobre qué nos ha quedado de Carlos Sacheri cuando, se cumplen “50 años de ese ominoso crimen del cual fue víctima”. “Sacheri está con nosotros ahora, se extiende hasta donde llega su efecto. Nos sigue invitando a ser testigos de la verdad, personal, que es Cristo”, dijo.

Entre otros directivos de la UCA, asistieron el vicerrector de Asuntos Académicos, Garbiel Limodio, el vicerrector de Asuntos Económicos, Horacio Rodríguez Penelas (por zoom), y el decano de Ciencias Económicas, Carlos Newland; así como el presidente de la Sociedad Tomista Argentina, presbítero Ignacio Andereggen, y miembros de distintas entidades culturales.+

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