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| 04 mayo, 2025
Fue una grata sorpresa para muchos ver que el cardenal Joseph Zen pudo viajar a Roma a sus 92 años.
El Gobierno chino, que le retiró el pasaporte al eclesiástico, le ha concedido un permiso de 10 días para poder viajar a Roma para intervenir estos días en las Congregaciones Generales. Por motivos obvios, el cardenal Zen no ha hecho mención en estos días a los pactos entre el Vaticano y China aunque en reiteradas ocasiones ha manifestado su disconformidad. Haber hablado en las Congregaciones Generales sobre este asunto le hubiera acarreado con casi toda seguridad graves problemas al anciano cardenal.
Aún así, Joseph Zen aprovechó su intervención para denunciar la deriva que ha tomado la Iglesia en estos años de pontificado de Francisco. El medio estadounidense The Pillar ha publicado íntegra la intervención del cardenal chino.
De lo más destacable de la intervención de Zen, cabe señalar que justificó su presencia en Roma para participar en las Congregaciones Generales «porque la Iglesia está en un momento crucial de confusión y división, y una grave responsabilidad reposa ahora sobre los hombros de nuestros hermanos cardenales en el próximo cónclave: darnos un Papa que, con la ayuda del Espíritu Santo, pueda conducirnos de nuevo a la armonía y a la paz».
El problema de «la reforma»
Para Zen, la palabra «reforma» «es mágica, sobre todo para los jóvenes, pero también peligrosa. Una «reforma» histórica nos arrebató una gran parte de la Iglesia». Según explicó el purpurado chino, «la reforma siempre es necesaria porque somos pecadores. Pero una reforma que socava los elementos esenciales de la Iglesia fundada por Jesús —una, santa, católica y apostólica— no es una verdadera reforma. En el Concilio de Trento, el Espíritu Santo dio a la Iglesia la visión y la fuerza para una vigorosa Contrarreforma, reafirmando la naturaleza jerárquica y sacramental de la Iglesia, especialmente al fortalecer una sólida disciplina en la formación del clero».
Joseph Zen denunció que «con el auge de las filosofías ateas en la era moderna y el consiguiente colapso moral (la revolución sexual), la Iglesia se ha enfrentado a un ataque sin precedentes. El Concilio Vaticano II llegó a tiempo para fortalecer a la Iglesia, de modo que este gran peligro se convirtiera en la oportunidad para una gran reforma».
«Desafortunadamente, a pesar de la guía ortodoxa de los papas postconciliares, hubo una falta de comprensión y recepción generalizada del verdadero Concilio, tal como se interpreta a través de
la hermenéutica de la continuidad», dijo el cardenal delante de todo el Colegio Cardenalicio.
Además, recordó que «un así llamado “Espíritu del Concilio” se apoderó de gran parte de la narración, y “el humo de Satanás”, como dijo el Papa Pablo VI, “entró por las grietas de la Iglesia”, o como lo describió el Papa Benedicto XVI, “la barca de Pedro está haciendo agua”».
Crisis de abusos en la Iglesia y encubrimientos de figuras relevantes
Continuando con su intervención, el respetado cardenal chino hizo hincapié en que «cuando estalló la crisis de abusos sexuales, la Iglesia entró en una profunda crisis. Pero en lugar de identificar su causa en la revolución sexual que se infiltró incluso en los seminarios, se culpó al clericalismo, lo que duplicó la humillación y el desánimo del clero fiel, e incluso utilizó la crisis como pretexto para reformar por completo la constitución de la Iglesia».
«Sin detenernos en los casos escandalosos e inexplicablemente tolerados del cardenal McCarrick, el sacerdote Rupnik y otros eclesiásticos declarados culpables por tribunales seculares, no podemos dejar de ver un esfuerzo equivocado por adaptarse al espíritu del mundo en lugar de oponernos firmemente a él», añadió.
El cardenal Zen dedicó la última parte de su intervención a volver criticar con sabiduría e inteligencia el Sínodo de la sinodalidad. Sin pelos en la lengua, aseguró delante de todos los cardenales que existe el riesgo de que si se ponen en práctica las conclusiones del Sínodo, la Iglesia se acerque a la «práctica anglicana». «¿Será posible dar marcha atrás tras años de experimentación? ¿Cómo se preservará la unidad de la Iglesia católica?», se preguntó Zen.
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