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MSIa Informa No. 32 – 18 de agosto de 2023
Lea en esta edición:
Cumbre de San Petersburgo: África hace escuchar su voz
En Ucrania, la contraofensiva fracasa, el eje anglo-americano exige más sangre
Cumbre de San Petersburgo: África hace escuchar su
voz
Mario Lettieri y Paolo Raimondi, desde Roma
La segunda cumbre Rusia-África se desarrolló en San Petersburgo entre el 27 y el 28 de
julio pasado. Participaron 49 países africanos, representados por jefes de Estado o de
gobierno, cancilleres o embajadores. La primera cumbre ocurrió en Sochi, en octubre de
2019. En este lapso, el mundo fue profundamente afectado por la pandemia de Covid-19 y
por el conflicto en Ucrania.
Buena parte de la prensa intentó presentar la reunión como un fracaso, ya que, en
comparación con la de Sochi hubo menos asistencia de jefes de Estado o de gobierno en
esta de San Petersburgo. De hecho, fueron 17 contra 43, en gran medida, como resultado
de fuertes presiones de las potencias occidentales. No obstante, ahora estuvo presente
Camerún, país que no estuvo Sochi.
Desde nuestra perspectiva, sería un grave error de cálculo geopolítico si Occidente, y en
particular la Unión Europea, evaluara la cumbre simplemente como un acto de propaganda
de Moscú o como una capitulación de África a las presiones y supuestas “manipulaciones”
de Rusia.
Lejos de que la declaración final del evento, signifique un compromiso de posturas, habría
que leerla en el sentido de una declaración programática de intenciones de países africanos
para el mundo entero. Obviamente, la mano del Kremlin estaba ahí, pero se limitó a
garantizar que la palabra “Ucrania” no se mencionara en la declaración.
África reafirma la necesidad de oponerse al neocolonialismo, el cual impone condiciones y
patrones dobles, y no permitir que estas prácticas priven a sus Estados y pueblos de tener
opciones soberanas para sus caminos de desarrollo. La declaración pide esfuerzo para

contrastarse una imposición en las organizaciones internacionales, principalmente en Naciones Unidas, de líneas divisorias que impidan una búsqueda efectiva de soluciones para cuestiones urgentes de la agenda de la ONU, inclusive aquellas que afectan intereses vitales de los Estados africanos “África quiere contribuir a la creación de un orden mundial multipolar más justo, equilibrado y estable”. Esto no es poca cosa, en comparación con los desplantes de EUA y de Occidente en general con relación a esta necesidad.

En el campo económico y programático, las demandas africanas son todavía más precisas. El documento afirma la oposición a la “aplicación de medidas restrictivas unilaterales ilegítimas, aunque secundarias, y a la práctica del congelamiento de las reservas cambiarias soberanas”.

Obviamente, esta es también una afirmación de los intereses de Rusia, debido a las sanciones impuestas por Occidente, pero ante todo refleja la creciente preocupación, reiteradamente manifestada por todos los países emergentes, en cuanto al uso generalizado de sanciones como instrumentos de guerra.

El apoyo de África al surgimiento de un orden multipolar se manifiesta claramente cuando el continente declara su voluntad de contribuir a un crecimiento económico global sustentable y un sistema más representativo de gobernanza económica internacional, para responder eficazmente a los desafíos económicos y financieros globales y regionales. Y lo mismo cuando la intención “es facilitar la reestructuración de la arquitectura financiera global, para atender mejor las crecientes necesidades de desarrollo que reflejen los intereses y la influencia cada vez mayor de los países en desarrollo, además de superar el impacto negativo de las condiciones que le son impuestas con relación al pleno y gozo efectivo de los derechos humanos”.

Naturalmente, se expresa una profunda preocupación con los desafíos globales de seguridad alimentaria, incluyendo el precio de los alimentos y los fertilizantes y la interrupción de las cadenas internacionales de abastecimiento, que tienen un efecto desproporcional en el continente africano. Y, de la misma manera, se defiende la necesidad de gozar de medidas financieras multilaterales justas, capaces de aliviar el peso de la deuda para países de ingresos medios o bajos.

La adhesión de la Unión Africana (UA) al G-20 sería un paso importante en la dirección correcta, así como la anhelada asociación de la UA con los BRICS.

Particularmente relevante es la centralidad dada a la ONU, en lo que dice respecto al papel que le es dado por los 193 países-miembros.

Por desgracia, a pesar del drama de este delicado momento, los países europeos han optado por desempeñar un papel subalterno.

En Ucrania, la contraofensiva fracasa, el eje anglo- americano exige más sangre

La contraofensiva ucraniana en el este del país resultó ser un fracaso mayúsculo, tanto para las fuerzas ucranianas, que en tan sólo dos meses perdieron bajas estimadas en decenas de miles y la destrucción de gran parte del equipo proporcionado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como para esta, desmoralizada ante la profusión de videos que muestran tanques, blindados, piezas de artillería y otros armamentos demolidos por las fuerzas rusas. Humillación completada por la exhibición de numerosos vehículos y equipos capturados en la exposición Army 2023, realizada en Moscú, algo que nos remonta al desfile de miles de prisioneros alemanes por las calles de la capital rusa, luego de las victorias de la operación Bagration en la Segunda guerra mundial.

Una muestra del desánimo reinante en los gabinetes de toma de decisiones en las principales capitales occidentales fue la sugerencia de Stian Jenssen, jefe de gabinete del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, de que Kiev podría cambiar parte de su territorio en manos de los rusos por el ingreso a la OTAN. “Creo que una solución para Ucrania podría ser ceder territorio y conseguir la adhesión a la OTAN a cambio,” dijo en un debate el 15 de agosto (RT 15/08/2023).

A pesar de que la sugerencia fue rechazada de inmediato por el gobierno de Kiev, Jenssen afirmó que esta propuesta se está analizando en los altos círculos políticos de Bruselas.

Una admisión más explícita provino del presidente polaco, Andrzej Duda, uno de los más férreos respaldos de Kiev, que, para justificar el pedido de más ayuda militar a Ucrania, admitió que las fuerzas ucranianas “no son capaces actualmente de efectuar una contraofensiva muy decisiva contra las fuerzas militares rusas.” Sin embargo, concluyó: “En resumen, ellas necesitan de más apoyo (RT 10/08/2023).

En el mismo tenor insistió el exconsejero de Seguridad Nacional de EUA, John Bolton, quien, en un artículo publicado en el Wall Street Journal (14/08/2023), responsabilizó a los gobiernos de la OTAN, a Joe Biden en particular, del fracaso ucraniano.

“Los fracasos de la ofensiva ucraniana y los éxitos defensivos de Rusia tienen una causa común: el lento, claudicante y no estratégico abastecimiento de ayuda militar de Occidente. Los debates sobre el abastecimiento de ese o aquel sistema de armas, el miedo perpetuo de que Rusia escalará la guerra contra la OTAN y las ocasionales bravatas nucleares del Kremlin han instigado una cautela paralizante en las capitales occidentales. Aunque el Reino Unido de Boris Johnson no se haya intimidado, la OTAN parece poco dispuesta a cumplir su compromiso de restaurar la plena soberanía y la integridad territorial de Ucrania,” afirmó Bolton.

Y agregó: “Ese titubeo es producto de una exitosa contención del Kremlin, no de la necesidad estratégica estadounidense. Lejos de ser inevitable, la capacidad ucraniana de conseguir grandes avances es el resultado natural de una estrategia de Estados Unidos volcada únicamente a desviar conquistas rusas.”

El 11 de agosto, Zelensky se reunió en Kiev con altos representantes militares británicos, un encuentro que consideró “productivo,” e informó que estaban camino a Ucrania nuevos equipos militares -aunque no haya dicho que eran para mantener la carnicería en marcha.

El mismo día, la cúpula militar ucraniana se reunió por video conferencia con el secretario de la Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley. El jefe de gabinete de Zelensky, Endrei Ermak, calificó las conversaciones de “muy sustantivas y fundamentales” (RT, 11/08/2023).

Según él, los representantes estadounidenses habrían asegurado que Kiev seguirá recibiendo apoyo “por el tiempo que fuera necesario.”

En resumen, Londres y los “neocons” de Washington no están satisfechos con la sangre ya derramada y quieren más. Los riesgos los describe el coronel retirado Douglas Macgregor, en un artículo publicado en la revista The American Conservative (01/08/2023):

“(El presidente ruso, Vladímir) Putin no corre riesgos. El… reorienta con rapidez las fuerzas rusas para la defensa estratégica, una medida de economía de fuerzas elaborada para minimizar las pérdidas rusas y maximizar las pérdidas ucranianas, hasta que las fuerzas rusas pudiesen retomar las operaciones ofensivas. El cambio de estrategia funcionó. A pesar de la inyección sin precedentes de armamentos modernos, dinero, combatientes extranjeros e inteligencia crítica en las fuerzas ucranianas, el lugarteniente de Washington está en pedazos. Los hospitales de Ucrania están saturados de seres humanos quebrados y los muertos ucranianos cubren el campo de batalla. Kiev es un paciente cardiaco mantenido con aparatos”.

Y concluyó, “La estrategia de desgaste de Rusia obtuvo un éxito notable, pero el éxito está volviendo al conflicto más peligroso que en cualquier momento desde que se inició en febrero de 2022. ¿Por qué? Las operaciones defensivas no ganan guerras, y Washington sigue creyendo que Ucrania puede vencer.”

A pesar de no haber llegado ni siquiera cerca de un campo de batalla (se alistó a la Guardia Nacional para evitar servir en la Guerra de Vietnam), Bolton es uno de los más vocingleros de los belicistas “neoconservadores” de Washington, que dedican sus existencias a promover el militarismo estadounidense como instrumento hegemónico favorito y fuente de colosales ganancias para el complejo de seguridad nacional, del que Bolton ha sido fiel servidor en toda su larga carrera.

Su mención al Reino Unido de Boris Johnson remite a que Londres ha sido uno de los principales promotores del conflicto de Ucrania. En abril de 2022, Johnson, todavía primer ministro, hizo un viaje no anunciado a Kiev para presionar al presidente ucraniano Volodomyr Zelensky para que no firmara con Moscú el cese al fuego, cuyo esbozo se había establecido en una reunión mediada por Turquía en Estambul.

Los servicios de espionaje británicos, igualmente, están entre los más activos en el respaldo permanente de los militares ucranianos, con lo que han resultado posibles algunos de sus actos más audaces, como los ataques al puente de Crimea y otros blancos de gran efecto propagandístico.

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