Declaración sobre Benedicto XVI ante la noticia de su Muerte
Centro de Humanidades Josef Pieper
[Mar del Plata – Argentina]
Joseph Ratzinger / Benedicto XVI (1927-2022)
El Papa Benedicto XVI ha sido llamado a la Casa del Padre. Es difícil sobreponerse a la sensación de orfandad en que nos deja su partida. Pero el ejemplo de su vida y el legado de su inmensa obra nos consuelan a la par que nos siguen confirmando en la Fe.
Tres grandes aspectos –entre muchos otros que pudieran señalarse– configuran ese gran legado.
En primer lugar, Benedicto XVI fue un auténtico Doctor de la Verdad Católica; uno de esos Doctores que Santo Tomás simboliza por medio de los montes regados desde el cielo por el Señor: altos, luminosos y fuertes [1]. Por eso, en toda su obra teológica esplende además de su fidelidad al depositum fidei, la armoniosa unidad de fe y razón. Benedicto fue el Papa del Logos, el sabio maestro que nos recordó en épocas oscuras como la nuestra el olvidado intellectus fidei, la inteligencia de la fe. Su célebre Discurso pronunciado en la Universidad de Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006 –rechazado e incomprendido injustamente, duele decirlo, incluso por sectores de la misma Iglesia–, quedará, entre tantos otros muchos textos, como un precioso testimonio de su pensamiento. Allí nos recuerda que sigue siendo «necesario y razonable interrogarse sobre Dios por medio de la razón… en el contexto de la tradición de la fe cristiana» [2]. Y más todavía: ha indicado también que Santo Tomás de Aquino es un ejemplo de la necesaria relación y complementariedad entre fe y razón que, unidas, permiten llegar a la verdad y, así, a Dios [3].
Benedicto XVI fue, también, el Teólogo y el Papa de la Liturgia. Supo penetrar en el corazón mismo del sentido mistérico y sacro de la Liturgia Católica. Por eso, una de las líneas centrales de su Pontificado fue el propósito de una restauración de la Liturgia a través, principalmente, del Motu Proprio Summorum Pontificum que no sólo reconoció la plena vigencia del venerable Vetus Ordo como forma de la Lex orandi de la Iglesia Romana, sino que además lo propuso como el modelo en que debía inspirarse, en el futuro, una genuina reforma de la Liturgia a la vista de la desoladora devastación que ésta ha sufrido y sufre en nuestros días. Al respecto decía «Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos depende en gran parte del hundimiento de la liturgia» [4].
Por último, Benedicto XVI fue el Papa de la Hermenéutica de la Continuidad con la que intentó cerrar el paso a cualquier lectura del Concilio Vaticano II que no estuviere en consonancia con la Sagrada Tradición. Así como Summorum Pontificum fue un loable intento de pacificar la Iglesia en el plano Litúrgico, la Hermenéutica de la Continuidad lo fue en el plano de la integridad doctrinal gravemente amenazada por tantos errores y herejías hoy presentes, como decía San Pío X, en las mismas venas de la Iglesia. Es que el único camino válido para los cristianos es el de «la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo» [5].
Por un inescrutable designio de la Divina Providencia, Benedicto XVI dejó este mundo el día en que la Liturgia celebra la festividad de San Silvestre I, Papa, que rigió la Iglesia en épocas difíciles. Por eso, queremos despedir al Santo Padre Benedicto XVI apropiándonos de las palabras que Dom Próspero Guéranger dedica a San Silvestre:

Se desencadenarán contra la Iglesia furiosas tempestades; las olas de la herejía combatirán la barquilla de Pedro; Tú estarás ya en el seno de Dios; pero velarás con Pedro, por la pureza de la fe [6].

    Centro de Humanidades Josef Pieper
    Mar del Plata, 6 de enero de 2023
    Fiesta de la Epifanía del Señor

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