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Hay distintos tipos de envenamientos. Uno de ellos se llama crónico, y es aquél que no se produce de inmediato, sino que opera más lentamente, diríamos a largo plazo. Los especialistas en el tema afirman que se produce por bioacumulación, por caso, acumulación del gadolinio, del mercurio o del plomo.

El modernismo es algo así como un veneno crónico: opera lentamente, destruye lentamente hasta, finalmente, si no se pone un remedio, acaba por matar.

La cuestión de la “Corredención de María Santísima” ayudará a comprender y comprobar lo hasta aquí aseverado.

Pocos años atrás, el Papa Francisco lanzó un pensamiento de siembra y cosecha propia, afirmando que el único Redentor es Cristo, que María no es Corredentora (https://www.youtube.com/watch?v=tIYh-iZp9kA). Francisco dijo textualmente que “María nos protege como Madre, no como diosa, no como corredentora. Es cierto que la piedad cristiana siempre le da títulos bonitos como un hijo se los da a la madre (…). Pero prestemos atención: las cosas que la Iglesia y los santos le dicen, las cosas bonitas, no quitan nada a la unicidad redentora de Cristo. Es Él el único redentor. Son expresiones de amor que un hijo dice a su madre a veces exageradas, pero sabemos que el amor nos lleva a hacer cosas exageradas.”

Así, en contra de lo que siempre se tuvo por una verdad de fe (esa es la nota), desde la catequesis papal dada en una Audiencia General el 24 de marzo del año 2021, se inoculó la moderna opinión de que “María no es Corredentora”. Que María es Corredentora no es simplemente algo de piedad cristiana, es algo de las más estricta y profunda teología. Que María es Corredentora no es un título exagerado fruto de un amor exagerado, es fruto de la realidad que implicó el misterio de la Salvación. No hay una sola cosa que digan los santos y mucho menos la Iglesia sobre María Santísima que sea una exageración. Ni una sola de las letanías con la que la Iglesia honra a la Bienaventurada Reina del Cielo es exagerada. Que Cristo es el Redentor del mundo es incuestionable, como incuestionable es que María Santísima es Corredentora. Tristísimamente, no es de extrañar que quien niega que María sea Corredentora le rinda homenaje a la Pachamama.

Alguien podría decir que el hecho quedó allí, como perdido en el tiempo. Podría decirse: “Ya cayó en el olvido esa opinión, listo”.  Pero no. Días atrás compartí con algunas personas unos hermosos textos que dan cuenta de la “Corredención”, textos que prueban la más fiel doctrina católica, y varios me salieron al paso cuestionando con: “eso no es dogma”, “no es así”. Alguien manifestando ignorar el tema preguntó: “¿es dogma de fe?”. Y ahí está: tres años arriba, uno encuentra cómo influyó en la gente la oscurísima y dañina opinión que fuere volcada en el 2021 por el Pontífice aludido.

He comprobado lo siguiente: la gente ya casi no habla de “dogma de fe”, pues, entre las cosas que el modernismo quiso liquidar están los dogmas. Ahora, últimamente, con un documento titulado “El obispo de Roma”, aprobado por Francisco y que ha pasado bastante desapercibido, se ha pretendido reformular Concilio Vaticano I, todo con aportes luteranos-metodistas-bautisas-ortodoxos y otras yerbas de análogas parcelas. Reformulación del Primado de Pedro, reformulación de la Infalibilidad. Nada queda en pie con el modernismo. No obstante ello, qué notable: para liquidar la doctrina católica de la Corredención de Nuestra Señora, ahí sí se sirven de que “eso no es así, no es dogma”. Y entonces muchos salen repitiendo “no es dogma, no es dogma”, y ya con eso tienen por descartado  una verdad de fe bimilenaria.

Así, vemos los pasos del modernismo, al que no le importa las definiciones dogmáticas, pero cuando le conviene entra en tema para decir “en este caso no la hay”, y así pretender dejar fuera de camino lo que es una verdad de fe.

El modernismo detesta ser dogmático, salvo cuando se trata de liquidar la Tradición Católica. Pero como en definitiva ir contra la Tradición Católica siempre fue su guerra, aunque no lo diga, tiene bien arraigado su deseo de que sus propuestas sean adoradas como dogmas irrefutables.

Por si alguien no lo ha advertido aún, el ataque a la Corrdención de María,  no estriba en una suerte de gran dificultad u oscuridad teológica -y digo esto porque ya veo flotando sobre mi cabeza a algunos “nubarrones negros” que pretenderán dar cabida a lo contrario-, sino, lisa y llanamente, porque el modernismo busca afanosamente congraciarse con quienes llama “sus hermanos protestantes”, y son estos los que no menos afanosamente se desviven por eliminar a la Bienaventurada Virgen María de su misión Corredentora.

En la enjundiosa, profunda y clarísima obra, Teología de San José, el docto dominico, Fray Bonifacio Llamera, disertando sobre la Corredención, expresa: “Es verdad de fe que la Santísima Virgen contribuyó a la redención humana, siendo hecha consorte con Cristo Redentor, es decir, compañera suya en nuestra reparación. Esto no admite discusión de los teólogos (…). Teólogos marianos ya habían proclamado esta doctrina, como San Juan Eudes, San Luis María Grignion  de Monfort. San Juan Eudes dice: ‘Desde el momento en que la bienaventurada Virgen prestó consentimiento a la encarnación del Hijo de Dios dentro de sus entrañas, contribuyó a la salvación de todos los elegidos (…).  San Luis María Grignion de Monfort: ‘Si Jesucristo cabeza de los hombres, ha nacido de ella, de la Santísima Virgen María, los predestinados, que son miembros de esa cabeza, deben también nacer de ella por consecuencia necesaria. Una misma madre no da a luz la cabeza sin los miembros, ni los miembros sin la cabeza, de otra suerte produciría un monstruo de la naturaleza” (ed. B.A.C., España, 1953, págs. 148 a 153).

Dicho lo anterior, agrego lo siguiente según reflexión personal. María Santísima es Corredentora por siete razones:

  1. Por disposición de la adorabilísima Trinidad.
  2. Por consentimiento expreso de ella.
  3. Por razón de la sangre.
  4. Por razón de la herida del corazón.
  5. Por razón de la entrega.
  6. Por razón histórica.
  7. Por razón de la palabra mariana.

a. En primer lugar y antes que nada, afirmo que la Virgen María es Corredentora por disposición de Dios. Él así lo ha querido, y punto. Él no quiso venir a este mundo sino era por medio de Su Madre. De modo que el Salvador dispuso traernos la salvación encarnándose en el purísimo vientre de María, y dispuso llevarnos a la salvación haciendo que nos valiésemos de María. La Reina Inmaculada está entonces ligada inconcusamente a nuestra salvación. Podemos ver dicha ‘disposición’ recurriendo al Profeta Isaías: “Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel” (7, 14). Más claro que el agua: “el Señor mismo os dará una señal”.  Él quiso entonces asociar a la Santísima Virgen a la obra Redentora.

b. En segundo lugar, la Inmaculada es Corredentora por consentimiento: Ella con su “Fiat” fue Puerta abierta para que ingresase a esta Tierra de llanto la Alegría absoluta, nuestra salvación. Su “Fiat” nos trajo la salvación, pues entonces, ¿en qué cabeza cabe negarle a la más hermosa de las criaturas salidas de la mano de la Trinidad el tener una misión Corredentora?

c. En tercer lugar, afirmé que la Bienaventurada Virgen María es Corredentora por razón de la sangre. Científicamente se dice que “el cordón umbilical surge de la placenta y está formado por tres conductos: dos arterias, encargadas de transportar la sangre del bebé a la placenta, y una vena, que conduce la sangre de la madre al bebé. La vena se encarga de llevar hasta el feto la sangre con nutrientes, alimento y oxígeno, transformados y depurados previamente por la placenta”. La Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo entregada en la Cruz para salvarnos, en algo es sangre mariana. La Sangre que corre por las venas del Salvador, aunque asumida por la unión hipostática, no deja de portar en sí sangre que le vino por medio de Su Madre. De ahí que también sostengo que cuando comulgamos, de algún modo, recibimos sangre mariana. Santo Tomás de Aquino comparte bellísimamente con San Eusebio, lo siguiente: “se afirma que Cristo es fruto del vientre y así se refuta a Eutiqes. En efecto, todo fruto es de la misma naturaleza que la planta de donde procede. De donde se deduce que la Virgen es de la misma naturaleza que el segundo Adán, que quita el pecado del mundo (…). El mismo fruto nace de la misma sustancia del árbol” (Catena Aurea, Tomo IV, San Lucas, ed. Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1946, p. 26).

d. En cuarto lugar, dije, por razón de la herida del corazón. Cuando María Santísima y San José presentaron al Niño Dios en el templo conforme lo prescribía la ley judía, el anciano Simeón le dijo a ella: “a ti misma una espada te atravesará el corazón”. Asociación profética que vincula, entre otros dolores, la herida del Sagrado Corazón de María con la herida del Sagrado Corazón de Jesús causada por la lanzada que dio el soldado Longino, pues, a no dudarlo, la lanzada fue también espada que atravesó el Corazón Inmaculado de la Madre. Todo el Corazón de María fue todo Cristo, y como ninguna otra criatura pensante, la inteligencia, la voluntad, los sentimientos, todo en María fue Jesús: por eso lo que traspasó al Hijo traspasó a la Madre, lo que hirió al Hijo hirió a al Madre, lo que hizo sufrir al Hijo hizo sufrir a la Madre.

e. En quinto lugar, por razón de la entrega. Sabemos que cuando María Santísima estaba al pie de la Cruz, el Divino Crucificado la entregó por madre a San Juan, entrega en la que, conforme enseñanza católica, también nos la dio a nosotros por Madre para que le amemos y nos lleve a Cristo. De modo que, si Jesús mismo nos da a Su Madre para que nos conduzca a Él, de alguna manera, como se ve, la redención nos llega por ella. Luego, es Corredentora.

f. En sexto lugar, por razón histórica. Si, como dice la Iglesia y festejan los santos, fue por medio de Eva que Adán pecó y así entró el mal en el mundo, y fue por medio de María que nos vino el Redentor y la redención, no encuentro nada más justo que declarar a la Inmaculada como Corredentora. Comenta Santo Tomás en su Catena Aurea: “Bendita eres entre las mujeres, a saber una sola entre todas las mujeres; para que también sean bendecidas en ti las mujeres como los hombres serán bendecidos en tu Hijo, o más bien en los dos unos y otros: porque así como por medio de una mujer y un hombre entraron en el mundo el pecado y la tristeza, así ahora por una mujer y por un hombre vuelven la bendición y la alegría y se derraman sobre todos” (Tomo IV, San Lucas, ed. Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1946, págs. 16 y 17). Clarísimo, ¿no? “Por una mujer y por un hombre vuelven la bendición y la alegría”. Luego, María es Corredentora.

g. En séptimo lugar, por razón de la palabra mariana. ¿Qué es esto? La misma Santísima Virgen María ha dicho en el Magnificat movida por el Espíritu Santo: “Porque me ha hecho grandes cosas, el que es poderoso y santo el nombre”. Sí, amadísima Madre: “Te hizo Puerta de salvación”. Y por si quedase dudas de lo afirmado, comentando San Agustín las palabras marianas indicadas, manifiesta: “¿Qué cosas grandes te hizo? Creo que siendo criatura dieras a luz al Criador, y que siendo esclava engendraras al Señor, para que Dios redimiese al mundo por ti, y por ti también le volviese la vida” (Santo Tomás de Aquino, Catena Aurea, tomo IV, San Lucas, ed. Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1946, págs. 16 y 17). ¿Se ve? Lo pondremos bien en grande para que no queden dudas de las palabras agustinianas: “Para que Dios REDIMIESE al mundo POR TI, y POR TI le VOLVIESE la vida”. Luego, de rondón ha de afirmarse que María Santísima es Corredentora.

Para vergüenza y escándalo de todo el protestantismo y de todo el modernismo, las palabras de San Agustín que cité, fueran pronunciadas en el siglo V.

Inicialmente hablé de veneno, luego, como pudo apreciarse, diserté sobre el remedio: con él concluyo ahora. ¿Dónde hoy por hoy se encuentra que María es Corredentora? Una vez más, queridos lectores, solo lo hallarán en la Sana Doctrina de la Iglesia Católica, y que, por tanto, está enraizada en la Tradición Católica, aquella que al modernismo le produce verdadera nausea, al punto de preferir denigrar a la Corredentora para congraciarse con uno de los más grandes enemigos de ella: el protestantismo.

Se enseña teológicamente con absoluta precisión que “de Maria nunquam satis” (de María nunca se dirá suficiente). No es una exageración, sino una realidad incuestionable. Siempre quedaremos cortos para expresar las Glorias de María.

María Santísima no es una diosa al estilo pagano, porque sencillamente una diosa está muerta, es falsa, no tiene gracia y lleva a la idolatría: la Pachamama es una diosa. María Santísima es Madre de la Vida y vida en la Vida, todo en ella es verdad, está llena de gracias y conduce a la latría: ella no es diosa, es sin exageración y para escándalo del modernismo: Madre de Dios.

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