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“Somos demasiados”: así Kissinger dio la orden

[Rino Cammilleri – lanuovabq.it]

En 1991, el economista y demógrafo Gérard-François Dumont publicó el famoso ensayo Il festino di Crono en el que predijo el suicidio demográfico europeo. Es interesante el pasaje en el que habla de las organizaciones internacionales que promueven la llamada “salud reproductiva” (se sabe lo que realmente significa este eufemismo y es inútil volver sobre ello). Dumont dice: «Se trata de organizaciones profundamente influidas por el maltusianismo estadounidense, consecuencia del informe de Henry Kissinger de 1974, que permaneció secreto durante mucho tiempo. Este texto explicaba que para mantener su poder en el mundo, Estados Unidos tenía que impedir el crecimiento demográfico en otros países y, por tanto, financiar la anticoncepción y el aborto en el extranjero. Y esto es lo que sucedió».

En resumen, algunos aprendices de brujo estadounidenses habrían sugerido cínicamente que el gobierno trabajara junto con organizaciones internacionales, de las cuales Estados Unidos era y es el principal financista. Coincidían implícitamente con el Duce cuando dijo que “el número es el poder”. Parecería la típica teoría de la conspiración. Sin embargo, si se busca en internet, el llamado “Informe Kissinger” es real. Y dice exactamente lo que dice Dumont. El documento conocido como Informe Kissinger se llama precisamente NSSM 200, es decir, «National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Oversea». Para los que no saben inglés: «Implicaciones del crecimiento de la población mundial para la seguridad de Estados Unidos (y sus intereses) en el exterior». Todo empezó cuando hacía estragos lo que el economista y demógrafo Colin Clark llamó en uno de sus famosos libros  “el mito de la explosión demográfica”, cuya “bomba” había sido lanzada en aquel período por el muy famoso Club de Roma.

En agosto de 1974 se celebró en Bucarest una cumbre mundial sobre población organizada por la ONUAquí la delegación estadounidense fue prácticamente derrotada cuando muchos países menos desarrollados se dieron cuenta de que el “crecimiento demográfico” que había que “reducir” era el propio. En pocas palabras, hay demasiada gente pobre en el mundo, proletarios en el sentido pleno y no sólo marxista del término, es decir, que sólo abundan en descendencia. Estos, en las teorías (o mejor: conjeturas) maltusianas y neomaltusianas, son seres humanos equipados sólo con bocas que alimentar. Pero los intelectuales de Washington no se dieron por vencidos. Nixon era presidente y Kissinger era secretario de Estado. El Consejo de Seguridad de Estados Unidos, que dependía de Kissinger, comenzó a trabajar silenciosamente y en diciembre del mismo año publicó el NSSM 200, un documento secreto que fue desclasificado en 1989. Nixon, como todos los demás, estaba en ese momento seriamente preocupado por la “bomba demográfica” y ya en 1972 había creado una comisión de estudio que confió a John Rockefeller. Pero cuando vio llegar a su mesa las “sugerencias” para remediar el problema, como buen republicano tiró todo a la basura.

Nixon, como se sabe, tuvo que dimitir poco después tras el escándalo Watergate y el 16 de octubre de 1975 el Informe Kissinger acabó en el escritorio de Gerald Ford. Un pasaje del informe afirma: «Los países que trabajan para alcanzar niveles de fecundidad deberían tener prioridad en los programas de desarrollo y en las estrategias de salud y educación que tienen un efecto decisivo sobre la fecundidad. La cooperación internacional debería priorizar la asistencia a este tipo de esfuerzos nacionales». El resto es historia, una historia que todo el mundo conoce. Se desconoce si Estados Unidos siguió realmente el Plan elaborado en 1974. Pero es un hecho que el neomaltusianismo nunca ha dejado de avanzar con una potencia de medios nunca antes vista. El hecho de que haya convencido más a pueblos desarrollados que a otros forma parte de la interminable colección de boomerangs que los aprendices de brujo tienen en su panoplia. La ingeniería social siempre abre cajas de Pandora y crea problemas mucho más graves de los que pretendía evitar.

Algunos pasajes del “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional”

El NSSM 200 (National Security Study Memorandum 200) todavía motiva muchas de las directrices de la política exterior de las naciones. La ayuda a los países en vías de desarrollo aún continúa siendo otorgada a condición de que estos países estén dispuestos a implementar medidas para el control de la población. En realidad, esto implica el lento suicidio a nivel nacional.

Las siguientes citas, junto con sus correspondientes páginas, indicadas entre paréntesis, se han tomado palabra por palabra del Memorandum 200

«La ubicación de conocidas reservas de metales de más alto grado de la mayoría de los minerales favorece la creciente dependencia de todas las regiones industrializadas en las importaciones de los países menos desarrollados (PMD). Los problemas reales de los suministros de minerales no consisten en si hay una cantidad básica suficiente, sino en los asuntos políticos y económicos en torno al acceso a dichos suministros, en las condiciones para su exploración y explotación, en la división de los beneficios entre los productores, los consumidores y los gobiernos de los países anfitriones» (37).

«Ya sea a través de la acción gubernamental, de los conflictos laborales, del sabotaje o de los disturbios civiles, el flujo continuo de materiales necesarios se verá en peligro. Aunque evidentemente la presión demográfica no es el único factor, este tipo de frustraciones es menos probable bajo las condiciones de un crecimiento lento o nulo de la población» (37-38).

«Se le debe dar prioridad, en el programa general de ayuda, a ciertas políticas de desarrollo de aquellos sectores que ofrecen la mayor esperanza de una creciente motivación en tener familias más pequeñas» (17).

«El desarrollo de un compromiso político y popular a nivel mundial a favor de la estabilización de la población es fundamental para cualquier estrategia efectiva. Esto requiere el apoyo y el compromiso de líderes claves de los PMDs. Esto tendrá lugar sólo si se dan cuenta claramente del impacto negativo que tiene el crecimiento sin límites de la población y si creen que es posible hacer frente a esta situación a través de la acción gubernamental. Los EE.UU. deben animar a los líderes de los PMDs a asumir el liderazgo de la promoción de la planificación familiar» (18).

«La economía de los EE.UU. requerirá grandes y crecientes cantidades de minerales del extranjero, especialmente de los PMDs. Este hecho hace que los EE.UU. tenga un gran interés en la estabilidad política, social y económica de los países suministrantes. Donde quiera que una disminución de las presiones demográficas, por medio de una disminución en los índices de la natalidad, pueda aumentar las posibilidades de dicha estabilidad, la política demográfica se hace relevante para los suministros de recursos y para los intereses económicos de los EE.UU.» (43).

«Existe también el peligro de que algunos líderes de los PMDs vean las presiones de los países desarrollados a favor de la planificación familiar como una forma de imperialismo económico y racial; esto podría crear un retroceso bastante serio» (106).

«Es vital que el esfuerzo por desarrollar y fortalecer el compromiso por parte de los líderes de los PMDs no sea visto por ellos como una política de un país industrializado para mantener reducido su vigor o para preservar recursos que serán usados por los países ‘ricos’» (114).

«Los EE.UU. pueden ayudar a minimizar las acusaciones de tener un movimiento imperialista detrás de su apoyo a favor de las actividades demográficas, afirmando repetidamente que dicho apoyo se deriva de una preocupación por: (a) el derecho del individuo a determinar libre y responsablemente el número y el espaciamiento de sus hijos… y (b) el desarrollo fundamental, social y económico, de los países pobres» (115).

«Finalmente, el procurar servicios integrados de salud y planificación familiar a un amplio nivel ayudaría a los EE.UU. a enfrentarse a la acusación ideológica de que los EE.UU. están más interesados en disminuir la población de los PMDs que en su futuro y su bienestar. Si bien es cierto que se puede argumentar, y argumentar con efectividad, que el limitar la población puede muy bien ser uno de los factores más críticos para mejorar el potencial para el desarrollo, así como las posibilidades para el bienestar, debemos reconocer que aquellos que argumentan en conformidad con sus posturas ideológicas han hecho mucho ruido con el hecho de que la contribución de los EE.UU. a los programas para el desarrollo y a los programas de salud ha disminuido ininterrumpidamente, mientras que sus fondos para los programas de población han aumentado a un ritmo constante. Si bien hay muchas maneras de explicar estas tendencias, el hecho es que han constituído un impedimento ideológico para los EE.UU. en la evolución de su crucial relación con los PMDs» (177).

«Los programas obligatorios pueden hacer falta y debemos considerar estas posibilidades ahora» (118).

«¿Podrían considerarse los alimentos un instrumento de poder nacional? ¿Nos veremos forzados a elegir a quién razonablemente podemos ayudar, y en tal caso, deben ser los esfuerzos demográficos un criterio para dicha ayuda? ¿Están los EE.UU. preparados para aceptar el racionamiento de los alimentos para poder ayudar a los pueblos que no pueden o no quieren controlar el crecimiento de su población?» (119-120).

«Nuestras estrategias de asistencia para estos países deben considerar sus capacidades de financiar actividades demográficas que son necesarias» (127).

«Es evidente que la disponibilidad de servicios de anticonceptivos e información al respecto no constituye una respuesta completa al problema de la población. En vista de la importancia de los factores socio-económicos para determinar el tamaño de la familia que se desea, la estrategia para una ayuda total debe enfocarse cada vez más en aquellas políticas que contribuirán a la disminución de la población, así como en otros objetivos» (108).

«[Debemos tener] niveles mínimos de educación, especialmente para las mujeres, así como la educación y el adoctrinamiento de la actual generación de niños, con respecto a la conveniencia de que las familias sean más pequeñas» (111).

«Los Estados Unidos de Norteamérica pueden ayudar a disminuir las acusaciones de motivación imperialista por su apoyo a los programas poblacionales declarando reiteradamente que tal apoyo viene de la preocupación que los Estados Unidos de Norteamérica por el derecho de cada matrimonio de escoger con libertad y responsabilidad el número y el espaciamiento de sus hijos y el derecho de ellos de tener información, educación y medios para realizar eso; y b) el desarrollo social y económico fundamental de los países pobres en los cuales el rápido crecimiento poblacional es una de las causas y consecuencias de la pobreza generalizada» (115).

«La condición y la utilización de las mujeres en las sociedades de los países subdesarrollados son de extrema importancia en la reducción del tamaño de la familia. Para las mujeres, el empleo fuera del hogar ofrece una alternativa para el matrimonio y embarazo precoz, e incentiva a la mujer a tener menos hijos después del matrimonio… Las investigaciones muestran que la reducción de la fertilidad está relacionada con el trabajo de la mujer fuera del hogar…» (151).

«La gran necesidad es convencer al grueso de la población que es para su beneficio individual y nacional tener, en media, sólo tres o incluso sólo dos hijos» (158).

«Ciertos hechos sobre el aborto precisan ser entendidos: ningún país ha reducido el crecimiento de su población sin recurrir al aborto» (182).

«En la India [se llevaron a cabo] algunos experimentos controversiales pero extraordinariamente exitosos, en los cuales los incentivos económicos, junto con otros mecanismos de motivación, se utilizaron para lograr que un gran número de hombres aceptaran las vasectomías» (138).

«Se va a necesitar algo más que los servicios de planificación familiar para motivar a otras parejas a querer tener familias más pequeñas y a que todas las parejas quieran tener niveles de reemplazo, que son esenciales para el progreso y el crecimiento de sus países» (58).

«Es muy necesario convencer a las grandes masas de que es de su interés individual y nacional el tener, como promedio, solamente tres y quizás sólo dos hijos…el foco obvio y creciente de la atención debe ser cambiar las actitudes de la próxima generación» (158).

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