“Un ejemplo muy notorio, es el del primer jefe de Estado que consagra una Nación al Sagrado Corazón de Jesús: el Presidente del Ecuador, Gabriel García Moreno, al que se puede considerar un mártir del Sagrado Corazón, porque la consagración la realiza en 1873, – primera consagración a la Nación al Sagrado Corazón -, y dos años después lo asesinan justo adelante de la Catedral de Quito. Lo llevan a morir bajo el altar de Nuestra Serñora de los Dolores, y lo último que dijo a sus asesinos, – que lo matan a golpe de machetes y balazos, una muerte con verdadera zaña, es, porque sabia muy bien a qué se debía -, “Dios no muere”. Alberto Bárcena.

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