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- 22 DE DICIEMBRE, 2023
- FRANJA DE GAZA (PALESTINA) (AICA)
Desde Jerusalén, el padre Romanelli está permanentemente en contacto con su parroquia. Los numerosos pedidos a Israel para que le permitan regresar “cayeron en oídos sordos”.
Los cristianos tienen “sentimientos encontrados” porque, por un lado, consideran que la iglesia, la parroquia, es “un lugar seguro” a pesar de los bombardeos; pero, por otro, están “angustiados” por las señales que llegan desde el exterior: continúa la guerra, no hay perspectivas de tregua y los misiles “están cada vez más cerca”: así explicaba el padre Gabriel Romanelli IVE, párroco de la Sagrada Familia en Gaza, sobre la situación que se está viviendo allí.
En conversación con la Agencia AsiaNews, el sacerdote argentino contó que se encuentra bloqueado en Jerusalén (luego de hallarse en la misma situación en Belén) y sin poder regresar a la Franja desde que comenzó el conflicto, debido al cierre de fronteras impuesto por Israel.
Los ataques aéreos y las operaciones terrestres del Ejército, continuó, “están llegando a la zona de la parroquia” y hay “cuatro personas heridas por la metralla”, además de diversos daños materiales, como los paneles solares ubicados en los techos, sobre todo en el edificio donde funcionaba el asilo y donde hoy duermen cientos de personas. Tiene tejas rotas y entra agua, y lo mismo ocurre en la sala que se utiliza como archivo parroquial. También quedó dañada una cisterna y el techo de una de las casas de las hermanas de la Madre Teresa. Los niños y adolescentes alojados en esa estructura se encuentran bien – afirma el padre Romanelli-, pero se quedaron sin agua, y la lluvia de estos días penetra en el interior”.
También aumentaron las víctimas entre los cristianos -la mayoría de los casos como consecuencia directa de la guerra, pero también por la imposibilidad de recibir asistencia médica-, que hasta el momento son al menos 22: “En el ataque a la iglesia ortodoxa griega -recuerda el párroco de Gaza- murieron 18 personas, de las cuales 17 eran cristianas y una, musulmana. Pocos días después fue una señora, que también resultó herida en un bombardeo. Luego fue la anciana baleada por francotiradores israelíes y su hija, cuyos cuerpos recién se pudo recuperar durante la breve tregua que hubo poco después. También dos hombres, uno de ellos en los primeros días de la guerra, y el segundo, refugiado en la parroquia, murió porque no había una sala para operarlo. La última víctima fue en el sur, un lugar que supuestamente era seguro: un hombre de 34 años que no pudo trasladarse a la zona norte de la Franja para que lo operaran de apendicitis, y eso lo mató”.
Las bombas y la crisis higiénico-sanitaria están creando las condiciones para una “tormenta perfecta”, como denunciaron hace pocos días las organizaciones internacionales.
“En este momento, los que enferman en Gaza -confirma el sacerdote-, aunque sea de algo mínimamente grave, corren el riesgo de morir, y faltan alimentos y agua potable. Además, también se empieza a hacer sentir el frío y la humedad, “porque la temperatura puede ser incluso inferior a los 10 grados, y en los refugios improvisados, en la iglesia, en los salones parroquiales y en la guardería infantil, donde la gente duerme en el suelo, sobre colchones improvisados, no hay calefacción. En esas condiciones, hasta la gripe -lamentó- puede causar problemas gravísimos”.
Voz y memoria
Primero desde Belén y ahora desde Jerusalén, el párroco quiere ser “voz y memoria” de esas personas que están sufriendo y aun muriendo. “Ellos saben que no los he abandonado -dice el padre Romanelli a AsiaNews, refiriéndose a los feligreses que viven este tiempo de guerra-, y están unidos a los 2,3 millones de habitantes de la Franja que comparten un enorme sufrimiento”.
“Las llamadas telefónicas diarias del Papa Francisco, incluso cuando estaba enfermo y tenía poca voz para hablar, son -continúa el sacerdote- un gran consuelo y ayuda. “Así como la solidaridad y cercanía del Patriarca Pierbattista Pizzaballa. Pero también sienten los gazatíes una profunda desilusión, porque la comunidad internacional no logra acordar una tregua que detenga los bombardeos y permita el ingreso de ayuda y medicinas, también en el norte, donde hay 400 mil personas. La poquísima ayuda que entra va al sur, pero a la zona norte no llega nada. Y todos piden que se trabaje por la paz y la justicia, así como por la liberación de los prisioneros” que están en manos de Hamás.
Una Navidad con tristeza y angustia
En este contexto de conflicto, violencia y sufrimiento, los cristianos de la Franja se preparan para vivir la Navidad que, en otros tiempos, era un momento de fiesta. “Siempre es un momento especial -subraya el padre Romanelli- pero hoy también hay una gran tristeza y angustia, y ni siquiera podemos llegar a un alto el fuego, y ni hablar de alcanzar la paz. Un mes, una semana, un día, incluso un solo minuto más de guerra significan más muertos, heridos, enfermos no tratados; una destrucción que ya es enorme. Hace falta por lo menos una tregua permanente, como ya se hizo antes, cuando había conflictos”, aunque, admite el sacerdote con profunda tristeza, hoy parece que prevalecen sólo los vientos de guerra.
En estos días, los cristianos de Gaza siempre recibían la visita del patriarca, quien celebraba la misa en la parroquia de la Sagrada Familia el domingo antes de Navidad. “Este año -dice el sacerdote argentino del Verbo Encarnado- había pensado permanecer con nosotros tres días, y llevábamos meses preparándonos para ese acontecimiento. Habíamos organizado la Primera Comunión y las Confirmaciones de niños y jóvenes, y otros estarían vestidos de cardenales [en homenaje al nuevo cardenal] y de santos, con carteles que contarían su historia. También habíamos planeado visitas a los enfermos y a los ancianos que viven solos; todo eso quedó frustrado por la guerra. Hoy ni siquiera se puede salir de la parroquia, porque el peligro de muerte es muy real”.
El padre Romanelli vive estas semanas de conflicto y lejanía con sufrimiento: “Varias veces pedimos que nos permitan regresar a las autoridades israelíes, pero todos los pedidos cayeron en oídos sordos”, expresó. “No obstante, seguimos trabajando por la paz -añadió- y contando lo que sucede en la parroquia. Estoy en Medio Oriente desde hace 28 años; la primera vez que vine a la Franja fue en 2005 y, desde hace cuatro años, soy párroco en Gaza. Conozco a cada una de las víctimas cristianas, entre ellas a un joven padre de 30 años, con quien me encontré por primera vez cuando era poco más que un niño”.
El sacerdote terminó su entrevista con AsiaNews recordando a las víctimas y renovando su oración por la paz: “Ciertamente, Israel tiene 5.400 heridos, además de las 1.200 víctimas [la mayoría de ellas en el ataque de Hamás del 7 de octubre, que desencadenó el conflicto en la Franja], pero en Gaza los palestinos heridos ya superan los 50.000, entre los que hay muchos niños amputados, mientras que los muertos superan los 18.600, de los cuales 7.000 son menores… ¡Ya basta, basta, basta!”, exhortó.+
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