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“En el lenguaje bíblico el temor de Dios no es miedo, no coincide con el miedo; el temor de Dios es algo muy diferente: es el reconocimiento del misterio de la trascendencia divina. Por eso, está en la base de la fe y enlaza con el amor. Dice la sagrada Escritura en el Deuteronomio: “El Señor, tu Dios, te pide que lo temas, que lo ames con todo tu corazón y con toda tu alma” ( cf. Dt 10, 12). Y san Hilario, Obispo del siglo IV, dijo: ” todo nuestro temor está en el amor”. ( Audiencia general, 11 de mayo de 2005)

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