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El politólogo Jorge González-Gallarza del Centro de Derechos Fundamentales de Budapest demenuza la exitosa experiencia conservadora de Hungría en el siglo XXI. Ven a Latinoamérica como un aliado potencial para revertir la ola de populismo izquierdista.

A comienzos de este mes tres personalidades de Hungría visitaron Buenos Aires para participar en el Primer Foro Panamericano de Jóvenes Políticos, un coloquio con nuevas voces conservadoras de América latina y Europa. Fueron invitados, concretamente, para explicar el éxito rotundo del fenómeno Viktor Orbán.
“Orbán encarna de alguna forma la aspiración nacional de enterrar y dejar atrás cuatro décadas de desastroso y represivo socialismo, reemplazándolo por una identidad histórica recientemente redescubierta”, explica el politólogo español Jorge González-Gallarza, integrante de la delegación magiar.
González-Gallarza es investigador asociado del think tank Centro de Derechos Fundamentales (https://alapjogokert.hu/en/) de Budapest. La Prensa decidió ampliar la charla publicada el 4 de junio (1) con una serie de preguntas sobre la excepcionalidad húngara, la guerra en Europa, la relación con los rusos, la batalla cultural contra el socialismo, los parangones entre el primer ministro de Hungría y Juan Perón. A continuación, el reportaje realizado vía correo electrónico.

DOLOR PROGRESISTA
-¿Cómo explicaría el fenómeno Orbán a los lectores argentinos?

-Viktor Orbán fue un disidente estudiantil durante el ocaso del comunismo en Hungría. Junto con un grupo de compañeros de ELTE, la principal facultad de derecho de Budapest, fundó Fidesz, un movimiento juvenil que excluyó a los mayores de 30 años y adoptó una orientación marcadamente centrista y liberal, al menos al inicio. En 1998, Orbán fue electo Primer Ministro en su primer, aunque breve, mandato de gobierno. En la década siguiente los socialistas volvieron al poder, con serias consecuencias para la economía de Hungría y su rango internacional. En 2006, por ejemplo, una grabación se filtró al público en la que el entonces Primer Ministro Ferenc Gyurcsány admitió que su partido mintió para ganar las elecciones de aquel año, provocando protestas masivas a través del país. En 2010, Orbán condujo a Fidesz a obtener una mayoría parlamentaria de dos tercios, con un mandato claro para depurar la corrupción, adoptar una nueva constitución que remplazara la heredada del comunismo, y poner en orden los niveles de deuda y déficit. El primer lustro del segundo mandato de Orbán se centró por lo tanto en la economía doméstica, pero en 2015, según hordas de migrantes de Oriente Medio aprovecharon el caos de la guerra civil siria para agolparse hacia Europa por Serbia, el gobierno Orbán erigió una barrera fronteriza, trasladando el enfoque de su mandato a la materia cultural y social. Pronto esta decisión de oponerse a la inmigración masiva atrajo la condena de Bruselas y de la líder de facto de la Unión Europea, la canciller alemana Angela Merkel. Las relaciones con la Union no mejoraron a finales de los 2010s, cuando el gobierno de Orbán adoptó una serie de iniciativas domésticas inclusive una Ley de Protección de Menores que prohíbe al lobby LGTB adoctrinar a los niños en la escuela primaria. Bajo el pretexto de denunciar el “retroceso democrático” (democratic backsliding), proteger el estado de derecho y hasta condenar a los importadores de gas y petróleo ruso, las instituciones europeas—y recientemente la administración Biden—han hostigado sin cesar a Hungría, llegando hasta privarla del dinero que le corresponde de los fondos europeos de recuperación post-Covid. Y aún así, las claves del repetido éxito de Orbán en las urnas (habiendo renovado la mayoría de dos tercios en tres ocasiones desde 2010) son claras: gobernar para la mayoría de los húngaros, aunque le duela a la progresía internacional.
-¿Qué papel juega Hungría en la Unión Europea?
-Nuestro gobierno es muy crítico con la dirección que ha emprendido la Unión Europea: una forma de gobernanza altamente burocratizada que impone a sus 500 millones de ciudadanos unas decisiones tomadas de forma tecnocrática y aislada y acostumbra a marginalizar las voces conservadoras mientras satisface los caprichos de una ínfima minoría de activistas e ideólogos de género. Aunque ninguna de estas tendencias sea nueva, se han acelerado todas bajo Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea. Pero aún así, nunca se ha puesto sobre la mesa el Hungexit, nuestra salida de la UE. Queremos trabajar desde el interior de la Unión para reanclarla con lo que sus padres fundadores pretendieron para ella: una Unión pragmática basada en la cooperación voluntaria entre naciones soberanas, en la que todas las persuasiones políticas ocupan su lugar y ningún país es condenado por defender sus intereses nacionales. Esta visión fundadora es a la que daremos voz cuando asumamos la presidencia rotatoria del Consejo de la UE en la primera mitad del 2024, en la recta final antes de las elecciones europeas de mayo de ese año.
-¿Qué supone ser conservador en Hungría hoy en día?
-Permítanme que cite las palabras de nuestro primer ministro en la edición de este año de CPAC, la versión europea de la gran convención conservadora americana que celebramos desde el 2022 cada año en Budapest (a esta última asistieron 2.000 personas, 400 de ellas internacionales, y 90 oradores): “No a la ideología de genero, no a la inmigración masiva, y no a la guerra”.

GUERRA EN EUROPA
-¿Cuál es la posición del gobierno húngaro sobre la guerra de Ucrania? ¿Y la del pueblo húngaro?

-Somos pacifistas. Aunque reconocemos que la guerra empezó con la agresión ilegal de Rusia contra Ucrania, apoyamos la integridad territorial de ésta y hemos votado a favor de cada uno de los paquetes de sanciones europeas contra el régimen de Vladimir Putin, no creemos que enviando cantidades infinitas de fondos, armamento y formación a Ucrania vaya a resolver el conflicto. Simplemente lo hará más incierto, sangriento y prolongado. En vez de ello, hemos concentrado nuestros esfuerzos de ayuda a Ucrania en el ámbito humanitario, recibiendo millares de refugiados del otro lado de los Cárpatos con los brazos abiertos. Además, nuestra posición sobre la guerra obedece a que casi 160.000 húngaros viven en Ucrania, y enviar armas a Zelensky los pondría a tiro de cualquier contraataque ruso (hay que recordar también que en 2014, el gobierno ucraniano adoptó una ley que prohibió la enseñanza de lenguas foráneas en escuelas primarias, inicialmente dirigida contra el ruso pero que ha acabado afectando al húngaro también).
Además, Hungría no puede permitirse más masoquismo sancionando el sector energético ruso, el cual provee el 85% del gas natural que consumimos. Europa Central ha sido históricamente la víctima siempre que Este y Oeste se han librado la guerra, y ésta vez no es ninguna excepción. Por ello, en lugar de escalar el conflicto, Hungría apoya un alto-el-fuego inmediato que conduzca a negociaciones serias de paz, no solo entre Ucrania y Rusia pero también entre los dos poderes que subyacen tras el fuego de los tanques: el Kremlin y la administración Joe Biden.
De modo general, creemos que Occidente debe llegar a algún tipo de modus vivendi con la Rusia de Vladimir Putin, la cual seguirá abasteciendo una parte crítica de las necesidades energéticas del continente a pesar de nuestros esfuerzos en pro de la independencia energética y de la transición ecológica. Bajo nuestro Primer Ministro, Hungría ha reducido su dependencia de Rusia pero no la ha eliminado totalmente, y nuestra política exterior es meramente el reflejo de ello.
-Los lazos de Hungría con Rusia son distintos a los del resto de Europa. ¿Qué intereses nacionales hay en juego para que Hungría olvide 1956 y la opresión rusa de la segunda mitad del siglo 20?
-Hungría no ha olvidado nada, y menos aún la represión soviética de nuestra revolución del 1956, y de forma general la ocupación y subordinación de nuestra patria durante 40 años de socialismo. Es más, Rusia se ha posicionado históricamente contra nuestras aspiraciones soberanas, como en 1849, cuando los Habsburgo apelaron al Zarismo para reprimir la revolución nacional húngara de ese año. Pero nuestra política exterior no puede basarse en las riñas del pasado sino en los intereses del presente. Dependemos de Rusia, muy a nuestro pesar, para el 85% de nuestro gas. Hungría también opera varias plantas de energía nuclear accionadas por tecnología rusa, algunas de ellas de reciente construcción. Por ello, por mucho que queramos apoyar a Ucrania en su defensa heroica de su soberanía e integridad, no podemos permitirnos enviar dinero y recursos infinitos al gobierno de Zelensky en una guerra que, muy seguramente, no pueda ganar. En su lugar, pedimos un alto-el-fuego inmediato y negociaciones de paz.

TENSION MIGRATORIA
-Explique los cambios en política migratoria en Hungría recientemente.

-No ha habido tales cambios, simplemente una tensión migratoria sin precedentes en nuestras fronteras entorno al año 2015 que ocasionó la debida respuesta política. Desde su elección en 2010, el gobierno húngaro viene rechazando la respuesta que Europa Occidental pretende dar a nuestro invierno demográfico a escala continental: dinamizar la demografía a través de la inmigración masiva. En su lugar, creemos que la única forma de restaurar nuestra vitalidad poblacional es con políticas pro-familia que aseguren a los húngaros que podrán seguir sintiéndose en casa en nuestra tierra en generaciones venideras. El principal problema de la inmigración masiva es que nunca funciona como nos prometen. En los años 1950 y 1960, Europa Occidental acogió a millones de trabajadores invitados de antiguas colonias (en el caso de Francia y el Reino Unido) y de Turquía (en el caso de Alemania Occidental), confiando en que regresarían a sus países con el tiempo. No solo no lo hicieron, sino que presionaron a los gobiernos para que sus familias también pudieran emigrar, lo cual les fue concedido bajo forma de reunificación familiar. En 2015, según la guerra civil de siria producía un estrés migratorio sin precedentes en las fronteras europeas, la canciller alemana Angela Merkel y sus aliados nos dijeron que los inmigrantes de Oriente Medio (supuestamente refugiados, aunque en la mayoría de los casos eran hombres de mediana edad en condiciones de trabajar atraídos por el estado del bienestar europeo) se asimilarían fácilmente a nuestras sociedades si se les daba la oportunidad. Pero el sentido común nos dice que la inmigración masiva proveniente de sociedades de mayoría islámica tiende en su lugar a crear enclaves musulmanes que niegan a asimilarse, lo cual no queremos en nuestro país. Por ello, en 2015, erigimos una barrera en nuestra frontera con Serbia para proteger la frontera externa europea, lo cual la UE no habría hecho por sí sola. Esto no quiere decir que seamos islamófobos (por ejemplo, tenemos excelentes relaciones con el pueblo turco), solo que Hungría desea seguir siendo un país de cultura cristiana en el futuro.
-¿Cuál es la situación económica de Hungría?
Nuestra economía lleva 10 años de bonanza prácticamente ininterrumpida, desde la llegada de Viktor Orbán al poder en 2010. Mientras que en 2009, nuestra economía se contrajo un 7%, el crecimiento se volvió establemente positivo la década siguiente, a excepción de un breve interludio en 2012 debido a la crisis de la eurozona y en 2020 debido a la pandemia. El desempleo descendió de un valor máximo de 11% en 2010 a un valor mínimo de 3% en la actualidad—y no se trata de más funcionarios públicos sino de creación de empleo real en el sector privado. En 2019 y 2020, las inversiones extranjeras en Hungría (FDIs por sus siglas en inglés) batieron records históricos alcanzando el 60% y el 107% de la riqueza nacional, respectivamente. Pero más importante que estas estadísticas inertes es el clima de optimismo que reina en el país. Hungría tenía la tasa de fertilidad más baja de Europa cuando Orbán llegó al poder en 2010, con tan solo 1.3 niños por pareja. Hoy día, estamos casi alcanzando la tasa de reemplazo (2.1) con 1.6 niños por pareja. Los matrimonios se han doblado, los abortos se han reducido a la mitad, y los divorcios se han desplomado. Para nosotros, todos estos datos atestiguan el éxito de nuestra agenda conservadora.

SITUACION UNICA
¿Qué saben los húngaros sobre Argentina? Es possible encontrar un parangón entre el orbanismo y el peronismo?

Debemos evitar comparar la travesía política de Hungría en los últimos 13 años con las experiencias de otros países—nuestra situación es única, y también lo es la suya. Con el peronismo, los paralelos solo atañen a algunos aspectos del anticomunismo y del nacional-catolicismo tradicional, pero eso sería todo. La experiencia húngara en el siglo XXI viene determinada en gran medida por nuestra experiencia en el sigo 20, la cual es verdaderamente única. Tengan en cuenta, por ejemplo, que nuestro Primer Ministro viene cosechando grandes mayorías entre las comunidades húngaras que quedaron fuera de nuestras fronteras tras el Tratado de Trianon del 1920, que redujo Hungría a un tercio de lo que fue históricamente nuestro reino. Del mismo modo, Orbán encarna de alguna forma la aspiración nacional de enterrar y dejar atrás cuatro décadas de desastroso y represivo socialismo, reemplazándolo por una identidad nacional histótica recientemente redescubierta. Por estas razones y más, debemos abordar toda comparativa internacional con muchísima cautela.
¿Cuál cree es la contribución más valiosa del gobierno Orbán en la batalla cultural contra el socialismo? -El gobierno húngaro está metido profundamente en el lodo de la guerra cultural contra la izquierda. En gran parte del resto de Europa, los partidos tradicionales del centroderecha se han concentrado exclusivamente en la buena gobernanza económica, abdicando en el terreno cultural ante una izquierda agresiva. No nos extraña pues, que los activistas de izquierda hayan conquistado todos los espacios culturales, desde la academia y el cine hasta el teatro y la poesía. En Hungría, entendemos el reto de gobernar de forma muy distinta. Para poder arrebatarle a la izquierda los espacios que tradicionalmente ha monopolizado, nuestro gobierno ha creado nuevos medios de comunicación (hay demasiados como para nombrarlos uno a uno), think-tanks (el nuestro, el Centro de Derechos Fundamentales, es uno de ellos), iniciativas culturales innovadoras (como la Casa del Terror en Budapest que busca nutrir la memoria del comunismo) e incluso universidades, como el Mathias Corvinus Collegium (MCC). En su discurso ante la CPAC de 2022, Viktor Orbán enunció 12 reglas para ganar la guerra cultural, y uno de los puntos fue “no obedecer a las reglas de los liberales”. Sólo creando nuestras propias instituciones y jugando de acuerdo a nuestras reglas podremos contrarrestar la influencia de la izquierda sobre generaciones futuras.
-Es Hungría una democracia ‘iliberal’, como se denuncia en Occidente?
Todo depende de lo que se entienda por “democracia liberal”. Si se entiende la separación de los poderes, la rendición de cuentas y el estado de derecho, Hungría apoya todo ello. Al contrario de lo que alegan los europarlamentarios de la izquierda liberal, en Hungría opera una judicatura ferozmente independiente y altamente efectiva, con algunos de los juristas mejor formados del continente. También perseguimos la corrupción allá donde ocurra. Pero no podemos controlar las motivaciones de cada uno de nuestros servidores públicos cuando deciden corromperse (la incidencia de la corrupción en Hungría se asemeja a la de democracias comparables como España, Italia o Grecia).
La realidad es que Hungría es una democracia primer-mundista, que es liberal en el sentido del liberalismo clásico de Montesquieu, no en el sentido del liberalismo radical contemporáneo. Si por ‘democracia liberal’ se entiende la ideología basada en la máxima autonomía individual posible en los ámbitos económico, moral y sexual, en ese caso Hungría se opone frontalmente a esa forma de democracia liberal.
Hungría es una democracia cristiana. Creemos que la sociedad prospera no sobre la base de la mayor autonomía individual sino en familias estables y sólidamente unidas en un esperanzador proyecto nacional. Por lo tanto, Hungría no se somete a los caprichos de los lobbies LGTB y abortista. En su lugar, promovemos la formación de familias y apoyamos las asociaciones cívicas y las comunidades de fe. Esta forma de democracia cristiana, sin embargo, se tilda a menudo de ‘illiberal’, inclusive por nuestro propio Primer Ministro en una ocasión muy controvertida. Lo importante es saber de qué estamos hablando, ya que gran parte de lo que se nos acusa es pura difamación.

LA VISITA
Resuma los hitos de su viaje a Buenos Aires.

Hemos partido tras el I Foro Panamericano de Jóvenes Políticos altamente satisfechos con la recepción del mensaje húngaro por parte de los participantes. Nuestro gobierno ve Latinoamérica con mucha esperanza, como una región que puede revertir la ola de populismo izquierdista y sustituirla por una ola conservadora en sintonía con los valores y la cultura hispanas. Por ello, le damos mucha importancia a nuestra participación en foros como este. El viernes 2 hablé en un panel junto con representantes de otros think-tanks, compartiendo algunos de nuestros éxitos recientes en el Centro de Derechos Fundamentales. Y el sábado 3, nuestra eurodiputada Enikö Györi pronunció un discurso más amplio sobre algunas de las políticas públicas de nuestro gobierno en la última década.
A lo largo del evento, también creamos contactos muy interesantes. Nos reunimos con Nicolás Mayoraz, futuro candidato parlamentario por Santa Fe del bloque La Libertad Avanza y Ana Campagnolo, actualmente diputada provincial en Santa Catarina (Brasil). Pero quizás más importante, nos reunimos con representantes del Partido Colorado de Paraguay e identificamos multiples similitudes entre nuestras situaciones: dos gobiernos conservadores a los que el consenso progre-globalista intenta marginalizar.
-¿Cuál fue su mensaje principal?
-Nuestro principal mensaje a Latinoamérica es que gobernar en clave conservadora en el siglo 21 no es nada fácil, ya que defender nuestros valores atrae la difamación, los ataques y el chantaje financiero de las instituciones globales. Pero a Hungría no la van a doblegar.
(1) https://www.laprensa.com.ar/530482-El-cristianismo-un-valor-que-apuntala-el-desarrollo-de-la-sociedad.note.aspx

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