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Por Carlos Lasa *

Antes de comenzar la reflexión que expongo a continuación debo aclarar que Javier Milei me parece una persona honesta, de firmes convicciones y que ha introducido una lógica de la acción política fundada en principios y no en la maleable cintura de que hacen gala los “avezados” políticos. Expresada la advertencia precedente, puedo considerar algunos aspectos del pensamiento de Milei que se me presentan como contradictorios.
Milei se auto-define como anarco-capitalista. Y ello en virtud de proponer, lisa y llanamente, la abolición del Estado. De allí que de las clases de justicia establecida por Aristóteles solo permanezca aquella que se da entre meros individuos, esto es, la por Aristóteles llamada conmutativa. Sin Estado, en consecuencia, no se registra ningún deber de justicia de aquel para con el individuo (justicia distributiva), ni del individuo para con el Estado (justicia legal o social).

AMIGO DE LO MÚLTIPLE
La solución que el anarco-capitalismo ofrece a nivel político hunde sus raíces en la respuesta que se ha dado a aquel fundamental interrogante que toda inteligencia que piensa se formula y en virtud de cuya respuesta considera a todo lo que es, incluida la mismísima política.
Ese interrogante aludido es aquel que se pregunta acerca de la eventual unidad que reúne la diversidad que nosotros experimentamos a nivel espacio-temporal. Los anarco-capitalistas son amigos de los múltiple y enemigos de lo uno. Excluyen la posibilidad de referir la multiplicidad a una unidad que la explique y, explicándola, le otorgue forma unitaria. Así, por ejemplo, y con lógica consecuencia, excluyen la existencia del Estado, esto es, del principio de unidad que otorga forma unitaria a una sociedad política. En esto, el pensamiento de Milei sería perfectamente coherente. En cambio, no lo sería, cuando se auto-define como religioso, como creyente en la revelación judeo-cristiana.
En efecto, al declararse religioso, está afirmando que la religión, la religatio está suponiendo la relación entre el uno y lo múltiple; presupone, por eso, la existencia de los dos términos de la relación.
En consecuencia, la realidad, ¿es pura multiplicidad o es una-múltiple? La contradicción flagrante se registra en una concepción política equivocista en la que no hay lugar para la unidad y una concepción religiosa análoga en la que se sostiene la existencia de los dos términos de la relación.

EL EPICUREÍSMO
En enero de este año la editorial italiana Rubbettino publicó una obra del profesor italiano Raimondo Cubeddu titulada ‘Epicureismo e individualismo’. Per una storia della filosofia politica (Soveria Mannelli).
Para Cubeddu, la filosofía política moderna no es unasecularización de una presunta teología política, sino, por el contrario, una rebelión contra el cristianismo o, por lo menos, contra su versión aristotélico-tomista (Hobbes-Baruch Spinoza). Y, en esta rebelión, ha tenido un lugar central la heredad tanto de los epicúreos como de Lucrecio por cuanto han influido de un modo decisivo tanto en la cristalización del ateísmo como en el hedonismo político.
Para nuestro autor, no se ha considerado, en el análisis de la política moderna, la influencia de la concepción epicúreo-lucreciana en la tradición individualista-liberal, concretamente en los escritos de Friedrich A. von Hayek. Y junto a Hayek, Cubeddu nombra a Mandeville, Hume, y Ludwig von Mises. Estos autores, sostiene el profesor italiano, habrían “transformado una teoría moral, cual era el epicureísmo, en el presupuesto antropológico (el hombre concebido como un ser que tiende constantemente a mejorar su propia condición) de una teoría política nueva y original.
El mismo von Mises, añade Cubeddu, ha definido la filosofía epicúrea como aquella tradición que a través de la teoría de la división del trabajo, había producido la completa demolición de todas las doctrinas metafísicas sobre el origen y el desarrollo de la cooperación social, inaugurando y realizando la emancipación espiritual, moral e intelectual de la humanidad y sustituyendo la ética heterónoma e intuicionista de los tiempos pasados por una moral racional y autónoma, de impronta utilitarista.
El pensamiento de von Mises es completamente coherente respecto de una concepción equivocista de lo real en que una visión atómica desplaza a toda visión unitaria. El liberalismo, para Cubeddu, trasladó, modificándola en algunos aspectos, la doctrina epicúrea, del jardín de amigos a toda la sociedad política.
El liberalismo convirtió al epicureísmo en una “ideología de un régimen político fundado sobre el intento de dar una respuesta política a la continua, imprevisible e incontrolable variación de los deseos de los insipientes; un régimen sujeto y ordenado a esos y legitimado por los índices de satisfacción de los mismos”. Este nuevo modelo estaría en condiciones de sustituir “el tradicional fundamento de la sociedad sobre la religión por un nuevo fundado sobre la generalización del bienestar, o bien sobre una ‘economía de la abundancia’, para todos”.
Dentro de esta sociedad “contratista”, “pactista”, donde solo se registran relaciones entre individuos, la justicia ya no existe en sí y por sí, sino en relación a específicas situaciones producto de pactos. No existen criterios universales de justicia que broten de la naturaleza misma de las cosas, sino que esos criterios nacen del interior de aquellos pactos instituidos por los mismos hombres.

EL CRISTIANISMO Y EL LIBERALISMO
Siguiendo la argumentación hasta aquí delineada, considero que la concepción del ser como pura multiplicidad seguida por el anarco-capitalista excluye la posibilidad de la existencia de un Dios creador de la nada y, en consecuencia, de un Dios redentor.
El cristianismo, como tampoco ninguna religión, tienen cabida alguna en la organización de la polis. En su lugar se erige una sociedad en la que el valor económico es determinante, a punto tal, y como muy bien lo señala Alain de Benoist“En realidad, el liberalismo solo puede oponerse al conservadurismo, al que percibe como el heredero de un orden antiguo al que el ascenso del capitalismo ha puesto fin. El conservadurismo defiende la permanencia de un cierto número de constantes antropológicas que el individualismo liberal deconstruye automáticamente desde el momento en que no considera ya al hombre como un ser social y político por naturaleza.” (‘Contra el liberalismo’, Madrid, Ediciones Insólitas, 2020). ¿Qué valores pueden sustraerse a la sed insaciable de la lógica mercantil?

REFLEXIONES FINALES
Quiero retomar lo que dijera al inicio del escrito. Me parece que Milei es un hombre de bien y está haciendo todo lo que está a su alcance para mejorar la situación de nuestra querida Argentina. No obstante esto, considero que una discusión acerca de aquellos principios que rigen su obrar político como presidente de la República resulta necesaria.
Quizás estamos tan acostumbrados a poner nuestro querer en lugar de nuestro esfuerzo de ver la verdad de las cosas, que costará demasiado advertir que el presente escrito no pretende imponer nada sino, simplemente, poner en cuestión la mirada que el Presidente tiene de la política en orden a su bien personal y comunitario.

* Doctor en Filosofía de la Universidad Católica de Córdoba

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