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martes, 21 de mayo de 2024

Julio Meinvielle y sus estudios sobre el marxismo

Oscar H. Travaglino

La personalidad intelectual de mi maestro Julio Meinvielle no necesita ser presentada al lector de esta hoja. Su obra no sólo es conocida en nuestro país sino que, además, trascendiente el ámbito del pensamiento hispanoamericano contemporáneo y sus límites geográficos, ha suscitado el interés de la inteligencia europea. Así –para ejemplificar lo afirmado– debe mencionarse que su De Lamennais a Maritain, traducido al francés por Hervé Le Lay, fue editado en París, en el año 1956, por el equipo de La Cité Catholique  y que la Enciclopedia Filosófica, publicada en Italia por el Centro di Studio Filosofici di Gallarate (Venezia-Roma, Istituto per la collaborazione culturale, 1957/58), le ha dedicado un artículo en el que se observa que “Il principale contributo filosófico del M. e in campo político, e nei fondamenti metafisici della dottrina politica.” (Tomo III, art. Meinvielle, Julio, págs. 478 s.).

Si bien es cierto que su prestigio viene de muchos años atrás –tal vez desde cuando en la revista Criterio hiciera una aguda crítica a la teoría política de Leopoldo Lugones– sin embargo es preciso considerar que sus actuales conferencias y publicaciones sobre el marxismo han contribuido a incrementarlo entre los estudiosos, y sus trabajos son hoy seguidos aún por el lector no especializado en cuestiones filosóficas al cual preocupa, no obstante, la crisis y el destino de nuestro ser nacional y de la cultura de Occidente.

A sus estudios de teoría política y económica y a sus obras sobre la filosofía social-política de Jacques Maritain y el problema teológico del ser histórico del judío, Meinvielle agrega ahora un libro que constituye serio aporte a la historiografía marxista: El poder destructivo de la dialéctica comunista. (Buenos Aires, Theoria, Biblioteca de Ensayistas Contemporáneos, 1962).

En este libro el autor se ha propuesto “determinar en qué consiste la esencia del comunismo inventado por Marx en el siglo pasado” y coloca en “la dialéctica el corazón mismo del consumismo, pero no en la dialéctica pura, operando el vacío, sino en la dialéctica penetrando en las dimensiones constitutivas del hombre”. A su vez, para Meinvielle, esta penetración antropológica de la dialéctica antropológica de la dialéctica revolucionaria obliga, si se quiere lograr una visión totalizadora del comunismo, a “mantener en adecuado equilibrio, tres ideas fundamentales: la de la dialéctica, la de alienaciones y la de trabajo como constitutivo del equilibrio en trabajos, por otros motivos excelentes, que han precedido al suyo. En efecto, mientras Jean Ivez Calvez (La pensé de Karl Marx, París, ed. du Seuil, 1956) destaca con prolijo rigor el examen de las alienaciones no hace lo mismo con la dialéctica. Por otra parte, Jean Ousset (El Marxismo Leninismo, Buenos Aires, La Ciudad Católica, 1961) y Mac Fadden (La filosofía del comunismo, Valladolid, Cever-Cuesta, 1961) puntualizan la importancia de la dialéctica pero aminoran la relevancia de las alienaciones, Meinvielle, por su parte, ha conseguido un equilibrio cabal entre estas tres categorías “que recíprocamente se solicitan y complementan en la esencia del comunismo”.

En base a esta perspectiva totalizadora del marxismo como teoría y praxis revolucionaria el autor desarrolla críticamente el estudio de la dialéctica (Capítulos I-III), las alienaciones (económica, social, política, filosófica y religiosa) y la alienación fundamental del trabajo (Capítulo IV-V y VII) y la economía dialéctica de Marx (Cap. VI).

Es necesario ponderar como Meinvielle subraya que la potencia destructora de la dialéctica radica en el hecho de que asume una regresión hacia la nada, originada por el olvido de la noción metafísica del ser como un todo unívoco en el que se identifica su plenitud con la nada absoluta. Un análisis aparte merecería la exégesis que realiza (págs. 147 ss.), del clásico texto aristotélico de la Ethica Nicomachea (112b, 21-1134a, 16) – sobre el valor de uso y el valor de cambio de las cosas – en la que demuestra los equívocos de la exégesis marxista y reivindica la efectuada por Tomás de Aquino (In X Libros Ethicorum Expositio). El carácter de este periódico no me permite una detenida exposición de la exégesis de Meinvielle y de todo su libro; dejo empero consignada su importancia.

Asimismo tienen especial significación en sus estudios sobre el marxismo, las conferencias que viene pronunciando sobre la guerra revolucionaria en nuestro país. En ellas se hace de manifiesto en forma decisiva el poder destructivo de la dialéctica comunista. Esta otra faz del oficio intelectual de Meinvielle que emerge desde nuestra concreta circunstancia argentina, se postula como un testimonio intelectual comprometido o –si se prefiere el vocablo que Américo Castro propuso para llevar al castellano el sentido del engagement francés– una inteligencia arriesgada y, en el caso de Meinvielle, hechos recientes verifican que tal calificación no es metafórica.

Segunda República, 27 de marzo de 1963, Año III, Nº 47, 4.

P Jorge Hidalgo a la/s 9:22:00 a.m.

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