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| 10 mayo, 2025
Cuando León XIV apareció por primera vez al mundo desde el balcón central de San Pedro, sobre su pecho colgaba una cruz familiar para quienes lo conocieron como cardenal. Lo que pocos sabían es que esa cruz alberga diminutas reliquias: una de San Agustín, otra de Santa Mónica… y una tercera, del beato Anselmo Polanco, obispo mártir de Teruel.
Lo cuenta Specola:
Allí optó por no cambiar su cruz pectoral , sino conservar la que ya llevaba en el pecho al entrar en el Cónclave, regalo del Postulador General de la Orden de San Agustín, P. Josef Sciberras OSA, con motivo de su creación como cardenal en el consistorio del 30 de septiembre de 2023. Es evidente que se siente muy apegado a esta cruz, Hoy sabemos que en su interior alberga las reliquias de San Agustín, de su madre Santa Mónica y de varios santos y beatos de la Orden Agustiniana, entre ellos el obispo mártir de Teruel Anselmo Polanco fusilado en 1939 en España. El lema episcopal del cardenal Robert Francis Prevost, ahora Papa León XIV, resuena hoy como una llamada urgente a la Iglesia: “In Illo uno unum” , es decir, “ En uno (Cristo) somos uno ” , expresión tomada de la Exposición sobre el Salmo 127 de San Agustín.
La cruz de León XIV no es solo un adorno litúrgico: es un relicario viviente que une pasado y presente, que enlaza las persecuciones de ayer con la esperanza de hoy. Es también un mensaje poderoso, silencioso, a una Iglesia que sigue necesitando testigos dispuestos a darlo todo.
Anselmo Polanco, agustino como el propio León XIV, fue nombrado obispo de Teruel en 1935. En vísperas de la tragedia de la Guerra Civil, advertía a sus fieles que se acercaba un tiempo de decisión entre los defensores de la fe y los heraldos del marxismo. No huyó cuando tuvo ocasión. Permaneció con su pueblo durante el asedio republicano, fue capturado tras la caída del seminario y encarcelado. Lo llevaron de penal en penal —San Miguel de los Reyes, Barcelona—, hasta que, en la retirada final del Ejército Republicano hacia Francia, lo fusilaron en Pont de Molins, el 7 de febrero de 1939. Sus verdugos lo rociaron con gasolina y lo quemaron. Hoy reposa en la catedral de Teruel, y la Iglesia lo honra como mártir.
Que su intercesión acompañe a León XIV en su pontificado. Que su testimonio inspire a los fieles a redescubrir el coraje de la fe. Que su memoria sea un faro que nos recuerde que las cenizas de los mártires son siempre semilla de Santidad.
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