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En palabras de Antony Blinken: “La guerra de agresión de Rusia en Ucrania representa la amenaza más inmediata y
aguda al orden internacional consagrado en la Carta de las Naciones Unidas”.
Por Gabriel Camilli *
La guerra de Ucrania se muestra como un “pivote” del nuevo conflicto mundial. Un eje esencial de esta nueva “guerra fría e irrestricta”, que -aunque todavía de manera confusa- ve surgir una oposición entre bloques sin precedentes.
En palabras de A. Blinken, “la guerra de agresión de Rusia en Ucrania representa la amenaza más inmediata y aguda al orden internacional consagrado en la Carta de las Naciones Unidas”.
Subraya el valor “global” de este conflicto, afirmando que “la invasión rusa ha dejado claro que un ataque al orden internacional perjudicará a personas de todo el mundo”.
Y, en cierto modo, reconoce que, sin esta guerra, los Estados Unidos no habría podido movilizar a sus aliados en la competencia por las nuevas grandes potencias: “Hemos utilizado esta comprensión para reunir a nuestros aliados transatlánticos y del Indo -pacífico en defensa de nuestra seguridad, prosperidad y libertad compartidas”.
Según el relato de Blinken, “la guerra de Putin sigue siendo un fracaso estratégico para Rusia”, también gracias a “la notable valentía y resistencia del pueblo ucraniano y a nuestro apoyo” (la realidad no dice eso, pero bueno…, es parte de la Niebla de la Guerra). Por lo tanto, la guerra de Ucrania ha adquirido un valor crucial en la nueva narrativa de Washington.
Después de haber anunciado un choque global sin precedentes entre Occidente y las potencias “autocráticas y revisionistas” de Rusia y China, una derrota en Ucrania representaría un duro golpe a la frágil reputación de Estados Unidos en este desafío recién lanzado.
Por lo tanto, los Estados Unidos ha invertido su credibilidad en este conflicto hasta tal punto, permitiéndose involucrarse militarmente más allá de cualquier precaución razonable, que una posible victoria rusa en Ucrania sería devastadora para el prestigio de Washington y para la cohesión del frente occidental y de OTAN.
LA NIEBLA
Sin embargo, en Ucrania son precisamente los acontecimientos sobre el terreno los que no están evolucionando como esperaba Washington. Si bien rechaza cualquier solución negociada, todo da la idea de que la Casa Blanca no tiene una visión clara de cómo continuar el conflicto.
La contraofensiva ucraniana de verano logró ganancias territoriales mínimas frente a enormes pérdidas en términos de hombres y equipo, en su mayoría chocando contra el impresionante sistema de estructuras defensivas construidas por Moscú.
Si a Kiev le faltan dramáticamente nuevos reclutas para enviar al frente, los países occidentales que apoyan a Ucrania están agotando seriamente sus arsenales, mientras que las tasas de producción de su industria armamentista son actualmente incapaces de competir con la rusa.
Además, se inició una grieta y discusión interna entre diversos miembros de la alianza atlantista (Ejemplos: Polonia, Eslovaquia, Hungría)
Ante esta realidad, varios miembros de la administración Biden, desde Blinken hasta el propio presidente y otros, siguen repitiendo el mismo estribillo: Estados Unidos apoyará a Ucrania “durante el tiempo que sea necesario”.
Sin embargo, detrás de la ostentosa confianza hay una conciencia creciente (aunque tardía) de que las tácticas adoptadas hasta ahora no han funcionado y de que es necesario un cambio de estrategia.
La escasez de proyectiles de artillería y otro tipo de munición, así como la escasez de hombres, impedirán en los próximos meses una ofensiva a gran escala como la que se intentó este verano.
La disponibilidad limitada de arsenales occidentales y una serie de eventos electorales que culminarán con las elecciones presidenciales estadounidenses en noviembre de 2024 probablemente reducirán el flujo de ayuda militar occidental dirigida a Kiev.
Necesariamente volveremos (o continuaremos) a una guerra de desgaste, en la que los ucranianos se verán obligados más a defenderse que a atacar. Los estrategas estadounidenses ya amplían en sus previsiones el horizonte temporal del conflicto.
ESTANCAMIENTO ESTRATÉGICO
Al mismo tiempo, la atención de los líderes militares occidentales se está desplazando hacia los ataques con misiles de largo alcance, como el británico Storm Shadow, capaz de alcanzar la retaguardia rusa e interrumpir las líneas de suministro de Moscú.
Esto ya está sucediendo en Crimea. Sin embargo, estos ataques no sólo se llevan a cabo con armas de la OTAN, sino también con apoyo logístico y de inteligencia occidental, lo que marca un mayor grado de participación de Estados Unidos y sus aliados en el conflicto.
Como escribió Hal Brands, profesor de SAIS en donde Blinken pronunció su reciente discurso, una intensificación de los ataques de largo alcance, acompañada de la perspectiva de una guerra a más largo plazo, implica la aceptación de mayores riesgos de escalada.
Sin embargo, es muy poco probable que este cambio de estrategia cambie el destino del conflicto armado. Tras el fracaso de la ofensiva de este verano, Kiev ve derrumbarse sus posibilidades de recuperar los territorios perdidos y se encamina hacia una larga guerra defensiva, que seguirá agotando sus recursos.
Los ataques profundos en Crimea y en territorio ruso, independientemente del riesgo de escalada que representen, no alterarán significativamente el curso de un conflicto que está empeorando para Ucrania.
La guerra total que Washington quiere mantener en el país traerá nuevas tragedias y una carga cada vez más insostenible para Kiev, mayores riesgos de extensión del conflicto y un deterioro progresivo del clima internacional, sin sacar a los Estados Unidos de la situación estratégica de callejón sin salida en el que se ha visto perseguido.
EJERCICIO NUCLEAR
En respuesta a una amenaza específica de los Estados Unidos, que insinuaba el uso de armas nucleares tácticas contra Rusia, ese país realizará el primer ejercicio a nivel nacional que simulará un ataque nuclear a gran escala contra el territorio ruso, según informa el periódico húngaro Magyar Hírlap (https://www.magyarhirlap.hu/kulfold/20231001).
El ejercicio de ataque nuclear de un día se basa en el supuesto de que la OTAN lanzará un ataque nuclear contra Rusia, destruyendo el 70 por ciento de los hogares e instalaciones de soporte vital rusos. En el escenario, se impone la ley marcial en el país y se ordena una movilización a gran escala. La prueba también modelará la amenaza secundaria que plantean los daños a las centrales nucleares y otras instalaciones clave.
Las autoridades estatales y regionales deberán organizar equipos de socorro de emergencia para proporcionar alimentos, suministros médicos y protección radiológica.
Según el documento preparatorio, es necesario prepararse para una escalada de la guerra, incluido un conflicto global que involucre a potencias nucleares.
La reubicación permanente de la población desde zonas potencialmente mortales será similar a la que se hizo en ocasión del incidente de Chernobyl e implicaría un movimiento de población a una escala sin precedentes.
Mientras tanto, Putin se está trasladando a uno de sus búnkeres nucleares repartidos por todo el país para escapar del simulado Armagedón nuclear. En caso de una guerra nuclear real, cuenta con una flota de aviones Il-80 Maxdome “Doomsday” que pueden servir como centro de control aéreo.
EN EL POLO
No sólo se considera el ejercicio de desastre nacional como un ejercicio de entrenamiento para la guerra nuclear, sino que también se están realizando preparativos para una prueba de explosión nuclear en el Círculo Polar Ártico.
El ministro de Defensa ruso, Sergei Soygu, visitó Novaya Zemlya en agosto y señaló que las pruebas podrían reanudarse pronto después de una pausa de varias décadas.
Volvemos a repetir nuestra opinión ya publicada en La Prensa: “El conflicto, según interpretamos, parecería estar entrando en el juego de la escalada que exige la necesidad de moverse a un territorio desconocido. En el que los grandes ausentes parecen ser la prudencia política y el razonamiento eficaz capaz de encontrar una salida a una crisis que, por todos los frentes, está desgarrando tanto a Europa como a Rusia”.
Tristes enseñanzas que debemos resaltar: Los países serios se preparan, entrenan, equipan y adiestran para enfrentar catástrofes “antes” de que estas sucedan. En nuestro país debemos aprender a prever (es decir, a ver antes), para poder enfrentar desastres naturales o de otro tipo antes que sucedan, por ello es necesario establecer equipos interagenciales de planeamiento y coordinación de acciones ante eventos adversos.
* Cnl My (R) – Director del Instituto ELEVAN.
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