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Tomado de la cuenta de X, de Padres Eduardo Hayen:
La reina decapitada
Una de las escenas que más llamaron la atención en el aquelarre de la ceremonia inaugural de los #JuegosOlimpicosParis2024 fue la aparición de la reina María Antonieta decapitada cantando el estribillo “ça ira, ça ira”, una canción posterior a la Revolución Francesa en la que se pedía el linchamiento de la nobleza y del clero. Años después de la infame revolución, Víctor Hugo escribió “Noventa y tres”, una novela histórica sobre el año sangriento en que María Antonieta y Luis XVI fueron pasados por la guillotina. En dicha novela escribe estas frases:
«¿No queréis tener nobles? Pues bien, no los tendréis, pero vestíos de luto por su carencia porque ya no poseeréis paladines ni héroes. Despedíos de las grandezas antiguas. Como sois un pueblo degradado, tendréis que sufrir la violencia que se llama invasión. Si volviese Alarico, no hallará un Clodoveo que se le oponga. Si volviese Abderramán, no encontrará un Carlos Martel que le corte el paso. ¡Adelante! Continuad vuestra obra; sed hombres nuevos; empequeñeceos. Matad a los reyes, a los nobles, a los sacerdotes. Destruid, arruinad, destrozad las máximas antiguas; pisotead el trono, patead el altar, confundid a Dios, que ése es vuestro objetivo. Sois traidores y cobardes, incapaces de sacrificio y de abnegación».
La grotesca escena de la reina decapitada es la propuesta para desaparecer toda forma de gobierno monárquico, pues la monarquía está relacionada con el gobierno de Dios; mientras que las escenas de la parodia a la Última cena de Da Vinci y de burla a Jesucristo son la propuesta de una sociedad sin cristianismo y la deconstrucción del hombre. En una palabra hay que destruir todo lo divino y lo santo.
Francia ha terminado su antigua grandeza. El que fue un país maravilloso de grandes santos, reyes, escritores, arquitectos y músicos hoy es, 235 años después de su revolución, un pueblo degradado e invadido por otras culturas. Su mentalidad progresista lo está hundiendo en una cloaca, y hacia ese destino van también otros países europeos, a menos de que reaccionen para recuperar su religión y sus raíces.
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