HOY, VIERNES 23 DE AGOSTO

Mateo 22, 34-40: ¿Cuál es el mandamiento más grande de la ley? ¡EL AMOR! Amor a Dios y amor a nuestro prójimo.

1. Amo a Dios: cuando rezo, cuando voy a misa, cuando le adoro y le agradezco lo que me da, cuando le ofrezco mis sufrimientos, cuando medito las Sagradas Escrituras, cuando soy fiel a los compromisos de mi propio estado: casado, religioso, religiosa, sacerdote, laico comprometido en la evangelización de tiempo completo, en la catequesis. Obras son amores y no buenas razones.

2. Amo al prójimo: cuando sé perdonarlo, tener paciencia con todos, ser bondadoso y generoso con los necesitados, cuando hablo bien de todos, cuando no tengo envidia ni rencores.

3. Repasemos hoy el himno de la caridad que san Pablo nos dejó en la primera carta a los corintios, capítulo 13.
La preeminencia del amor
1Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
3Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
6no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.

Pidamos hoy a Jesucristo que ponga en nuestro pecho su corazón para que amemos como Él. San Juan de la Cruz nos dice: “Al final de la vida seremos juzgados en el amor”.

Les mando la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.

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