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HOY, MIÉRCOLES 21 DE AGOSTO

MEMORIA DE SAN PÍO X, papa de 1903 a 1914. José Sarto, que ese era su nombre de pila, nació en Riese (Treviso, Italia) el año 1835, de familia campesina. Estudió en el seminario de Padua y se ordenó de sacerdote en 1858. Ejerció diversos ministerios en su diócesis hasta que, en 1884, fue nombrado obispo de Mantua, y más tarde patriarca de Venecia. En 1903 fue elegido papa. Adoptó como lema de su pontificado «Instaurar todas las cosas en Cristo», consigna que, llevada a la práctica con espíritu de sencillez, pobreza y fortaleza, dio grandes frutos: impulsó la lectura de la Sagrada Escritura en lengua del pueblo, alentó la participación en las celebraciones litúrgicas para las que renovó los libros y la música, promovió la ación misionera de los laicos, fomentó la primera comunión en edad temprana, publicó su Catecismo predicado antes por él mismo, simplificó la organización de la Curia, atajó los errores de su tiempo, combatió el modernismo. Murió en Roma el 20 de agosto de 1914.

Mateo, 20, 1-16

Lógica divina y lógica humana.

1. Hay tanto trabajo en la viña del Señor: por ejemplo, el trabajo con las familias, con los pobres y enfermos, con los ancianos, en la evangelización…trabajo para todos y siempre. Y Cristo, viñador está buscando manos y pies que le ayuden a trabajar en esta viña de la Iglesia.

2. Cuidado: no pensemos con la lógica humana: a más horas de trabajo, mayor salario. Así pensaban los de primera hora del día. Su razonamiento resalta la lógica humana. El trato es un denario por jornada, que es una buena y correcta paga. Si recibes lo convenido no hay agravio. La manera de proceder del propietario resalta la bondad, que mira más allá, atendiendo a las necesidades básicas. El salario era un denario por jornada. Cumplida la jornada se les da lo convenido. No debería haber quejas. Pero las hay. Los del comienzo del día hacen sus cálculos: “nos tocará más pues hemos sufrido el peso del día y el bochorno”. Al recibir un denario, su frustración lleva al reclamo. La respuesta del propietario les recuerda lo convenido: un denario por jornada. Ha cumplido con lo pactado. La queja es desmontada apelando a la bondad y al dominio sobre los bienes propios: ¿es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?

3. Este modo de proceder es el que se propone a todos: actuar desde la bondad, que no desconoce la justicia, pero que va más allá, al dar lo necesario a cada uno, partiendo de lo ajustado. En una civilización excluyente, con un sistema salarial inadecuado, parece impensable que los últimos sean primeros. Pero en el plan de Dios esta inversión de lugar está centrada en la bondad misma de Dios, que sobrepasa todo lo imaginable y siempre sorprende. ¿Cómo es nuestra manera de proceder con los otros? ¿Qué lógica domina en nuestros actos y programas? ¿Ya me he apuntado para trabajar en la viña del Señor? Dile al Señor que cuenta contigo.
Dios les bendiga a cada uno de ustedes, P. Antonio Rivero, L.C.

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