Un momento de profunda contemplación en el Santo Sacrificio de la Misa.

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El informe secreto que justificaba Traditionis Custodes ha salido a la luz. Y resulta que decía justo lo contrario. No hay ya excusa ni margen para dilatar la restauración de una paz litúrgica que funcionaba. Lo que hay es una injusticia que clama al cielo.Sabíamos que Traditionis Custodes no tenía fundamento. Ahora tenemos las pruebas. El informe que supuestamente “motivó” a Su Predecesor a cercenar la Misa tradicional era —literalmente— todo lo contrario a lo que se nos dijo. La mayoría de los obispos estaban satisfechos con Summorum Pontificum, advertían contra cualquier intento de modificarlo, y constataban sus frutos de paz, unidad y vocaciones. El informe, hasta ahora oculto, lo dice sin ambages.

¿Qué hacemos ahora con esta evidencia? ¿Nos cruzamos de brazos esperando a que se enfríe la indignación, como quien deja que un cadáver se descomponga para evitar el escándalo del crimen? ¿O actuamos con justicia? El tiempo del cálculo y la prudencia estratégica terminó el 1 de julio de 2025, cuando el texto íntegro de la evaluación de la Congregación para la Doctrina de la Fe se hizo público. Y lo que muestra es esto: fuimos engañados.

La mentira en su núcleo

Francisco dijo en su carta a los obispos que las respuestas al cuestionario lo “persuadieron” de la necesidad de intervenir. Falso. Lo que persuadía a cualquier lector honesto era todo lo contrario: que modificar Summorum Pontificum haría más daño que bien. Que el camino hacia la unidad ya estaba funcionando. Que los fieles de la liturgia tradicional no eran el problema, sino un tesoro pastoral creciente, especialmente entre jóvenes y conversos.

¿Qué se hizo entonces? Se ignoró el informe. Se ocultó. Se tergiversó. Se redactó Traditionis Custodes como si lo que se estaba cocinando en la Congregación fuera un clamor de episcopados aterrados ante el peligro tradicionalista. Y no lo era. Era —ahora lo sabemos con certeza— una operación de gaslighting eclesial en toda regla.

No hay motivos para esperar ni un día más

Santidad: su Predecesor mintió. Y con esa mentira causó dolor, división, humillación y persecución a sacerdotes y fieles que sólo pedían lo que el derecho de la Iglesia les garantizaba. Usted tiene ahora, providencialmente, la oportunidad de actuar. No como acto político. Ni como concesión táctica. Sino como acto de justicia.

No se repara una injusticia dejándola pudrir. No se restituye la verdad con reformas tímidas o dispensas discretas. Lo que hay que hacer es sencillo: restablecer íntegramente Summorum Pontificum. Así, sin nota de prensa, sin matices, sin rodeos. Como lo que era: una ley buena, legítima, efectiva y respaldada por la mayoría de los pastores de la Iglesia.

Ya funcionaba. Ya daba fruto. Ya había paz.

Lo dice el informe: donde los obispos aplicaron Summorum Pontificum con inteligencia pastoral, la situación “quedó completamente pacificada”. Lo dice el informe: “la mayoría de los grupos estables están compuestos por jóvenes, conversos y fieles que han vuelto a los sacramentos”. Lo dice el informe: “suprimirlo provocará una nueva guerra litúrgica, posibles cismas, y desconfianza hacia Roma”.

¿Qué más hace falta? ¿Que el cardenal Roche declare que el informe nunca existió? ¿Que se vuelva a prohibir el canto gregoriano por papismo clerical? Santidad: el tiempo de la diplomacia ha pasado. Hoy le toca a usted deshacer el entuerto. Y no dentro de un año. Ni después del próximo sínodo. Ni cuando maduren los consensos. Hoy.

“Dejen al pueblo elegir”

Eso escribió un obispo filipino al final del cuestionario. Y eso repitió Benedicto XVI en Francia: “Que nadie se sienta rechazado en la Iglesia”. La libertad litúrgica legítima no es un capricho, ni una concesión piadosa. Es el fruto de siglos de oración, fe y fidelidad. La Misa tradicional no divide. Lo que divide es mentir sobre ella, cercenarla con decretos arbitrarios y tratarla como una amenaza a exterminar.

El informe ha salido a la luz. Las máscaras han caído. El mundo está mirando. Restituya Summorum Pontificum, Santidad. No lo haga por nostalgia ni por presión. Hágalo porque es justo. Hágalo porque es verdad. Hágalo porque ya toca.

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