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Se cumplen 246 años del natalicio del General José de San Martín y Matorras

El General José de San Martín, hijo de José Francisco de San Martín y Matorras y nacido el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú (Virreinato del Río de la Plata, Imperio Español) es el héroe de la historia argentina, que lo ha proclamado padre la patria, es el vencedor de una campaña ejemplar, la de los Andes, que lo colocó en la cúspide de la historia militar del continente y le permitió llegar a ser el Libertador de tres naciones.

“Sabemos que la Iglesia nos coloca a los santos delante de la vista, como intercesores –afirma el P. Alberto Ezcurra–.  Es decir, son amigos de Dios en el Cielo que le ruegan a Dios por los que aquí en la tierra todavía estamos en lucha y en camino.  Pero sobre todo cuando la Iglesia canoniza a los santos, nos pone a los santos como ejemplos, los pone como modelos de vida.  (…). Pues bien, lo que pasa con los santos de la Iglesia, pasa con los héroes de la Patria.  Los héroes no están solamente para que nosotros los recordemos y les rindamos homenaje, o dediquemos a su memoria discursos que tantas veces son palabras huecas, palabras vacías.  Los héroes están puestos también como ejemplo y como modelo de la vida.  Son los dos ejemplos que puede tener el hombre y el cristiano: el santo y el héroe.”

El héroe es el resumen de todas las virtudes humanas, del coraje, del heroísmo, de la generosidad, del desinterés, del servicio del Bien Común.  El santo es el resumen de las virtudes divinas, de las virtudes sobrenaturales, de las virtudes teológicas.  No son dos cosas separadas, porque ser santo es heroico. El héroe cristiano también es santo.  Aun cuando en su vida se haya dedicado al servicio de valores humanos, como la justicia, como la verdad, como la familia, como la Patria, si lo ha hecho con espíritu cristiano, en esos valores él estaba sirviendo a Dios.

Nos dice el Grl Diego Soria “El general San Martín fue un conductor militar excepcional, y cuando las circunstancias lo obligaron a ejercer el gobierno se mostró como un gran estadista. Pero si hay algo que debemos resaltar es su ética. Fue un hombre virtuoso, con una total armonía entre su conducta pública y su vida privada. Y en esto, sin duda, tuvo gran influencia la educación y el ejemplo que recibió en su hogar”.

Para conocer en profundidad a un personaje, es necesario penetrar en su genealogía. 

Para cumplir este cometido, emprendimos un viaje para conocer los orígenes del Libertador. Visitamos Cervatos de la Cueza, un municipio​ y localidad española de la provincia de Palencia, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Juan de San Martín, el padre del Libertador, nació el día 3 de febrero de 1728 en esta localidad de Castilla la Vieja. Era hijo de Andrés de San Martín y de Isidora Gómez. Ellos conformaban una familia hidalga de clase media cuya casa se conserva en el número 27 de la calle Las Solanas de Cervatos de la Cueza, conocida actualmente como Casa-museo del General San Martín. Se destaca la sala de honor. Allí se guardan recuerdos y testimonios de la amistad de España con la República Argentina.

Creemos que el padre del héroe de nuestra patria es digno de ser conocido. Don Juan de San Martín fue un labrador nacido en un hogar hidalgo, pero humilde. La historia de España fue hecha por hidalgos humildes y dignos. De esa estirpe fueron los conquistadores que llevaron a cabo una de las hazañas más grandes de la historia: integrar el Nuevo Mundo a la cultura europea y a la fe de Cristo. Don Juan de San Martín se convirtió en soldado e inició su carrera militar en el nivel más bajo del escalafón. Con honrada ambición y afán de gloria, como lo mandaban las ordenanzas, logró llegar a oficial y alcanzar la jerarquía de capitán. Su actuación en territorio americano fue administrativa con espíritu castrense. Es importante destacar, en su trayectoria, su aporte a la preparación de la defensa del Virreinato a través de sus dotes de organizador e instructor de milicias, cualidades que heredó su hijo, el Libertador.

Todo esto esta excelentemente relatado en un libro de un camarada, el Tcnl Daniel Castiglioni, Juan de San Martin, un Capitán del Río de La Plata (EUDE, Buenos Aires, 2018). Allí nos cuenta: “Debemos considerar que se desempeñó permanentemente en la conflictiva frontera con el Brasil, desde donde los portugueses presionaban para extender sus dominios hasta el Río de la Plata. “

En Cervatos de la Cueza fuimos recibidos por la alcaldesa María Inmaculada Malanda Fernández quien muy gentilmente nos mostró el patrimonio cultural que hermana a España y Argentina.

Vistamos el exterior e interior de la Casa de la familia San Martin, dos torres de ladrillo de las antiguas iglesias parroquiales de Santa Columba y San Miguel (de estilo mudéjar), la Iglesia parroquial de Santa Columba y San Miguel, de estilo colonial (Construida en el Siglo xx bajo el patrocinio de la República Argentina, en honor al General José de San Martín)​

Visitamos la “Casa del General San Martín”, donde nació Juan de San Martín, padre del Libertador. Fue declarada bien de interés cultural en el año 2000 y se convirtió en museo. El 17 de agosto de 2021 se inauguró en su interior el primer Patio Federal Argentino en el mundo, un espacio que cuenta con los escudos de todas las provincias y de la República Argentina.

Participamos de la celebración de una Misa con las imágenes de San Roque y de la Virgen de Luján traída de un monasterio cercano. “Pedimos que muchos argentinos nos visiten para seguir cultivando esos lazos de hermandad”, concluyó la alcaldesa de Cervatos de la Cueza.
En este típico pueblo español pudimos también entender y meditar acerca del verdadero espíritu que acompañó la vida del Libertador.

UNA FAMILIA DE SOLDADOS

Como bien nos relata el Coronel Santiago Rospide en su libro El sueño frustrado de San Martin:

“Una familia de soldados, en la familia de San Martín todos fueron soldados: su padre y sus hermanos, Manuel Tadeo, Juan Fermín, Justo Rufino y, desde luego, nuestro héroe.  Por las venas de los San Martín corría sangre castrense, puesta a prueba en un sinnúmero de acciones militares, demostrando todos sus integrantes ejemplo de hidalguía, amor a Dios, a la patria y a su rey, como buenos y leales hijos del Imperio español. Todos ellos hicieron honor al escudo familiar bajo cuyo lema se podía leer: ” Por la católica ley, y por servir a mi rey vida y estado pondré”. Y porque en las familias de antes -que aún subsisten cual oasis en medio de la Modernidad- las acciones de estos futuros héroes están como amalgamadas con la espiritualidad recibida en el hogar. No es exageración decir entonces que se vivía en esa época una simbiosis entre fe y la milicia, entre la religiosidad y el heroísmo. Por ello la familia misma se constituía en pilar de la educación espiritual y en una cierta piedad y reverencia hacia la divinidad: “Lo que une a los miembros de la familia antigua es algo más poderoso que el nacimiento, que el sentimiento, que la fuerza física: es la religión del hogar y de los antepasados”

(Ver: El sentido de la lucha en Grecia y Roma del Dr Antonio Caponnetto, Gladius nro18).

Para ello rescatamos la admirable mente poética de Roque Raúl Aragón en La política de San Martín:

“…llegó a ser un héroe de América por amor a España o, como se dice hoy, de la Hispanidad; como quiso salvar aquí una tradición que parecía haber sucumbido, por la derrota y la traición, en la España ultramarina Como americano que era, tenía a su alcance la única manera de prolongar hasta un punto que pudiera recobrar la grandeza perdida: combatir por todo en América, salvar a España en América. Su decisión (de agosto de 1811), pues no significó una ruptura con su pasado personal. Significó, al contrario, la ratificación de éste cuando las circunstancias adversas lo presentaban como concluido y cuando, por otra parte, un ancho horizonte abría de nuevo sus perspectivas, como en los días de Cortés y de Pizarro, para los corazones alentados”.

La idea de José de San Martín era “salvar a España en América “. América como la heredera legítima de Castilla, “la ancha y la bravía”, España se perdía en Europa pero renacía en América. Hispanoamérica del dolor (Jaime Eyzaguirre), fue también el Continente de la Vida y la Esperanza (Rubén Darío) Esperanza de Grandeza.  ¿Cuándo, cómo? En un tiempo futuro, en que se habrán de cantar nuevos himnos: “La latina estirpe verá la gran alba futura, Y en un trueno de música gloriosa, millones de labios saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente. Oriente augusto en donde todo lo cambia y renueva, la eternidad de Dios, la actividad infinita.  Y así sea esperanza la visión permanente en nosotros. ¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!” (Rubén Darío)

¡Esto fuimos a buscar a Cervatos de la Cueza! Traer al Libertador a la Patria.

Desde el Instituto ELEVAN, lo intentamos año a año con nuestra Diplomatura en Liderazgo Sanmartiniano para el Siglo XXI, “Lucidez y Coraje”.

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