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Alexander Solzhenitsyn (1918-2008).
Alexander Solzhenitsyn (1918-2008), uno de los escritores más comprometidos con la justicia de su tiempo, nació el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk (Rusia). El autor de ‘Archipielago gulag’ y ‘Un día en la vida de Iván Denísovich’ vivió una existencia plenamente condicionada por su militancia con la moral. Según sus propias palabras “el orden social es extremadamente importante, pero el orden moral lo es todavía más”.
Solzhenitsyn fue desterrado de la URSS, volvió décadas después y tampoco le gustó lo que vio. No se calló. ¿Qué opinaba de los intelectuales, tantísimos, que apoyaron el comunismo? “El apoyo generalizado a la dictadura comunista a partir de los años treinta entre los pensadores occidentales es una señal y una consecuencia del declive del humanismo laico: ahora lo estamos padeciendo, y seguiremos haciéndolo en el futuro”, esto lo dice en una entrevista a Daniel Kehlmann reproducida en ABC en 2006, poco antes de su muerte.
Fue condecorado por su participación como soldado en la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente detenido en 1945 por sus comentarios antiestalinistas y mandado a un campo de trabajo. En 1970 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, que no pudo recibir en mano hasta 1974 cuando le deportaron a Alemania. Tras un periodo en Suiza, vivió veinte años en Estados Unidos, invitado por la Universidad de Standford. Sin duda uno de los intelectuales más libres de su tiempo.
El 8 de junio de 1978, el escritor e historiador ruso realizó un histórico discurso en la Universidad de Harvard titulado ‘Un mundo dividido en pedazos’ (pueden encontrarlo en https://www.solzhenitsyncenter.org/a-world-split-apart). Su participación concitó una gran expectativa en la comunidad universitaria y política de los Estados Unidos.
Exiliado de la Unión Soviética, realizó una fuerte denuncia del trabajo forzado que se realizaba en los gulags. Esos antecedentes hicieron presuponer que su oratoria estaría centrada en la condena al sistema comunista, pero ya con algunos años viviendo en Occidente apuntó a reflexionar sobre las señales alarmantes y peligrosas que percibía de la evolución del Estado de Bienestar.
Lejos de caer en una visión binaria y simplificada del mundo, el historiador ruso advirtió que la “división es mucho más profunda y más alienante”. Desde el inicio de su exposición salió de un análisis acotado a las dos grandes potencias del momento e hizo referencia al Tercer Mundo y a la existencia de un número mayor de antiguas culturas autónomas “llenas de acertijos y sorpresas para el pensamiento Occidental” que todavía estaba demasiado lejos para ser visto. Mencionó en esa categoría a China, a India, al mundo musulmán y a África, entendidas como unidades compactas. De algún modo también incluyó a Rusia que estaba “cautiva” del comunismo. Una aproximación a lo que hoy el papa Francisco llama “mundo poliédrico”.
Una de las frases de Solzhenitsyn tiene absoluta correspondencia con un discurso neocolonial que sigue repitiéndose desde Iberoamérica: “Existe la creencia de que todos aquellos otros mundos están solo siendo temporalmente impedidos por débiles gobiernos o por fuertes crisis, o por su propia barbarie o incomprensión para tomar la vía de las democracias pluralistas Occidentales y adoptar su forma de vida. Los países son evaluados y juzgados según el incremento de su progreso en esta dirección. Sin embargo, esta concepción es el fruto de la incomprensión occidental de la esencia de los otros mundos”.
“MERMA DEL CORAJE”
Uno de los puntos que durante años concitó nuestra atención es la profunda reflexión del escritor ruso sobre la “merma del coraje” como la característica más sobresaliente que veía en Occidente en aquellos días, un “descenso de la valentía” que se notaba “particularmente en las élites gobernantes e intelectuales y causa una impresión de cobardía en toda la sociedad”.
¡Cuánto se precisa hoy de coraje para ir contra la corrección política que corroe el mundo de las universidades y desnaturaliza el rol de los representantes de la ciudadanía!
En nuestro país el lúcido y sabio Padre Alfredo Saenz hace años nos reclama Lucidez y Coraje. Alexander Solzjenitsyn, citado explícitamente por el P. Sáenz en muchas ocasiones, ha dicho: “Hay un proverbio alemán que reza: ‘Mut verloren alles verloren’ (cuando se pierde el coraje todo está perdido). Hay otro proverbio latino según el cual la pérdida de la razón es el verdadero heraldo de la destrucción. Pero ¿qué le ocurre a una sociedad en la que se produce la intersección de ambas pérdidas, la pérdida del coraje y la pérdida de la razón? Este es el cuadro que a mi juicio presenta hoy día el Occidente”. La lucidez dice relación a la inteligencia, el coraje a la voluntad.
Con gran intuición, Solzhenitsyn anticipó el proceso de una posmodernidad nihilista. “El constante deseo de poseer cada vez más cosas y un nivel de vida cada vez más alto, con la obsesión que esto implica, ha impreso en muchos rostros occidentales rasgos de ansiedad y hasta de depresión, aunque sea habitual ocultar cuidadosamente estos sentimientos”, afirmó.
Es interesante destacar la coincidencia conceptual con otro gran pensador, Agusto del Noce; en su libro ‘Agonía de la sociedad opulenta’, el italiano une siete ensayos con un nexo en común: el análisis de la sociedad actual y la pérdida que esta tiene de la eternidad, de lo Sagrado. Así, del Noce describe a esta, como sociedad tecnológica, opulenta o de bienestar. Tecnológica porque tiene una “concepción instrumental de la razón” y no por los avances científicos y técnicos, opulenta porque “se demuestra apta para eliminar la miseria y no lo hace” y de bienestar porque iguala la felicidad a “la mayor satisfacción posible de los gustos y de los apetitos”.
En su continuo estudio el autor atribuye las bases de la opulencia en la pérdida de la trascendencia y “la decisión de considerar la conciencia como falsa”, que atribuye a Marx, Nietzsche y Freud.
Volviendo a Solzhenitsyn. También la realidad de la prensa y el trabajo de los periodistas fue motivo de reflexión del escritor ruso. En un fragmento de su discurso consideró que “no existe una auténtica responsabilidad moral por la distorsión o la desproporción” en el trabajo de muchos comunicadores, tentados por las presunciones, los rumores y la información instantánea.
Para Solzhenitsyn, “la prensa se ha convertido en el mayor poder dentro de los países occidentales, excediendo el de las legislaturas, los ejecutivos y los judiciales” y se preguntaba “¿en virtud de qué norma ha sido elegida y ante quién es responsable?”. Podríamos agregar, ¿por qué muchos periodistas han adquirido el hábito de realizar interrogatorios en lugar de entrevistas? ¿de expresar su aprobación o desaprobación frente a cada cosa que dice su interlocutor?
”MUY DOLOROSAMENTE”
Solzhenitsyn, autor de las citas recogidas en este artículo, había analizado el tema y pronosticado las consecuencias. Hacía más de medio siglo que el autor del “Archipiélago Gulag” había intuido el posible deterioro de las relaciones. Y anunció: “Las cosas van a ir muy dolorosamente”.
“A pesar de toda mi pasión -escribió el gran disidente- no me opongo a la separación de Ucrania. Pero si realmente es Ucrania. Ahora que en Ucrania Occidental los monumentos a Lenin están siendo demolidos (¡y se lo merecen!), porque los ucranianos occidentales más que todos los demás quieren que Ucrania tenga las fronteras leninianas, que son las que le dio Lenin, buscando para apaciguarlo de alguna manera por la privación de la independencia, añadió territorios que nunca habían sido ucranianos, a saber, Novorossija (sur de Rusia), Donbass (para aislar la cuenca del río Donets de las influencias ‘contrarrevolucionarias’ de la región del Don) y partes relevantes de la margen izquierda del Dnieper (Y Jruschov en un abrir y cerrar de ojos también “regalaba” Crimea.)”
ARCHIPIELAGO GULAG
“Me duele escribir esto ya que tanto Ucrania como Rusia están fusionadas en mi sangre, corazón y pensamientos.
Pero los frecuentes contactos amistosos con los ucranianos en los campos de trabajo me han demostrado cuán doloroso es el rencor que albergan. Nuestra generación no podrá evitar pagar los errores que cometieron nuestros padres. Marcar territorio con el pie y gritar ‘Esto es mío’ es la opción más sencilla. Es mucho más difícil decir: ‘¡Quien quiera vivir allí, que viva allí!’. Sorprendentemente, la predicción del marxismo de que el nacionalismo se está desvaneciendo no se ha hecho realidad. Por el contrario, en un período de investigación nuclear y cibernética, ha florecido por alguna razón. Y se acerca el momento, nos guste o no, de pagar todas las facturas de la autodeterminación y la independencia, hágalo usted mismo en lugar de esperar a ser quemado en la hoguera, ahogado en un río o decapitado. Debemos demostrar que somos una gran nación no por la inmensidad de nuestro territorio ni por la cantidad de pueblos que cuidamos, sino por la magnitud de nuestras acciones. Y con la profundidad de los surcos trazados por el arado que habremos dejado después se desprenderán aquellas tierras que no quieren estar con nosotros”.
Y sigue con estas palabras: “Con Ucrania, las cosas irán extremadamente dolorosas. Pero hay que entender el grado de tensión que sienten. Si durante siglos ha sido imposible solucionar este problema, ahora nos toca a nosotros mostrar sentido común. Hay que dejarles la responsabilidad de la decisión: federalistas o separatistas, según quien gane. No ceder sería una locura y una crueldad. Cuanto más complacientes, pacientes, coherentes nos mostremos ahora, más esperanza habrá en el futuro para restaurar la unidad. Que experimenten esta nueva situación, que lo intenten. Pronto se darán cuenta de que no todos los problemas pueden resolverse mediante la secesión. (Dado que en diferentes regiones de Ucrania hay un porcentaje diferente de quienes se consideran ucranianos, quienes se consideran rusos y quienes no sienten ni lo uno ni lo otro, habrá muchas dificultades allí. Quizás será necesario hacer un referéndum en cada región y por lo tanto garantizar un trato preferencial y mínimamente invasivo para aquellos que quieren secesionarse. No toda Ucrania en sus actuales fronteras soviéticas es verdaderamente Ucrania. Algunas regiones en la margen izquierda (del río Dniéper) claramente se inclinan más hacia Rusia. En cuanto a Crimea, la decisión de Kruschev de entregarla a Ucrania fue totalmente arbitraria”.
REFLEXIÓN FINAL
Con su conocimiento habitual de la historia, con su autoridad moral y con su coraje, el premio Nobel lamentó que a lo largo de los siglos haya resultado imposible resolver las diferencias entre los pueblos ruso y ucraniano, por lo que es necesario que los conductores políticos en conflicto “demuestren sensatez”.
Observamos que no hay liderazgos en los países de la OTAN que tengan un compromiso real con los valores y los intereses occidentales. ¿O acaso alguien puede creer que el auge de las teorías posmodernas y deconstructivistas- los ataques a los valores occidentales, a la idea de Patria, a la familia, a la historia, al cristianismo, etc. no iban a tener consecuencias? Que nadie se llame a engaño. El primer escudo defensivo de un Estado es la confianza en su propia identidad nacional, espiritual e histórica. La fortaleza es una virtud, la fuerza es una consecuencia. ¿De qué sirven los arsenales de la OTAN si los dirigentes no creen en los valores tradicionales de Occidente? ¿Qué van a defender? ¿La despenalización de la marihuana?
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