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Ucrania: raspando el fondo de la olla
Putin define la naturaleza de la guerra
Hungría: Viktor Orbán revive un “conservadurismo racional” contra el cautiverio de Bruselas.
Ucrania: raspando el fondo de la olla
El final de la batalla de Bajmut, ciudad ya rebautizada por los rusos victoriosos con el
nombre de Artemovsk, les mostró a las potencias de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) la imposibilidad de cualquier escenario de victoria de Ucrania en el
campo militar; una dura realidad, independientemente de la cantidad de equipo enviado a
Kiev por una coalición de partidarios que ya supera el número de países beligerantes de la
Segunda guerra mundial.
Para comenzar, la batalla, que duró 224 días y que se conoce como la “moledora de carne”,
la libraron los contratistas del Grupo Wagner, cuyos 32 mil hombres enfrentaron una fuerza
ucraniana cuatro veces mayor, que finalmente fue obligada a retirarse con bajas estimadas
en 70 mil muertes y heridos. Un revés de gran significado que de hecho detiene la
realización de la gran contraofensiva que Kiev y sus satélites están anunciando desde hace
meses para expulsar, se supone, a los combatientes rusos más allá de las fronteras
ucranianas anteriores a 2014.
Un factor de gran magnitud que dificulta la situación es que las mismas potencias de la
OTAN están raspando literalmente el fondo de la olla en su apoyo a Ucrania en lo que toca
a sus inventarios de municiones y abastecimientos, al grado de que ahora son incapaces de
sostener un conflicto de alta intensidad más allá de unos cuantos días.
Hasta los mismos Estados Unidos sufren este problema. Según el coronel retirado del
Ejército Douglas MacGregor, exasesor del Pentágono, las Fuerzas Armadas
estadounidenses sólo tienen abastecimientos para una semana de combates intensos.
“Nuestros abastecimientos militares se están agotando. Alguien me pregunto: ‘Si
tuviésemos una gran guerra ¿podríamos lidiar con ella? Yo dije: Bueno, si dura una
semana, entonces, sí,’” afirmó en su canal de YouTube.
MSIa Informa é uma publicação do Movimento de Solidariedade Ibero-americana (MSIa). Conselho editorial: Lorenzo Carrasco (presidente), Angel Palacios, Anno
Hellenbroich, Elisabeth Hellenbroich, Geraldo Luís Lino, Paolo Raimondi e Silvia Palacios. Traduções: Luis Nava.
Assinaturas: Capax Dei Editora Ltda., Rua México, 31, s. 202 – CEP 20031-144 – Rio de Janeiro (RJ); Telefax 0xx21-2510-3656; Correio eletrônico:
contato@msiainforma.org.
Según MacGregor, el Ejército de Estados Unidos agotaría su existencia de misiles y de
otros equipos en siete días de combates considerables.
La situación del Reino Unido es mucho peor. De acuerdo con el general retirado Rupert
Jones, ex comandante de la Fuerza Conjunta Permanente, las fuerzas británicas se
quedarían sin munición en menos de 24 horas. En una entrevista concedida a Sky News,
afirmó que “todo nuestro inventario de municiones aquí en el Reino Unido se podría gastar
en algo así como 22 horas si hubiese una guerra como la que vemos en Ucrania.”
Las cosas pintan un poco mejor en Alemania, que tiene municiones para dos días de
combate, según un reportaje del periódico británico The Times.
Y en Francia, un informe publicado en febrero pasado por el Comité de Defensa Nacional y
de las Fuerzas Armadas, reveló que estas ya no tenían condiciones para librar una guerra
de alta intensidad a causa de la escasez de obuses, misiles, torpedos y municiones en
general. “Los inventarios de municiones del Ejército francés han declinado desde el fin de la
Guerra fría y parece que la situación se hizo insostenible,” afirmaron los autores del informe,
los diputados Vincent Bru y Julien Rancoule.
Esto quiere decir que ningún miembro de la OTAN se acerca siquiera a mantener los
patrones de la alianza, que establece la disponibilidad de municiones y abastecimientos
para 30 días de combates.
Esta situación sucede en lo esencial por el deterioro de la base industrial de las potencias
occidentales en la era de la globalización financiera, que coarta mantener cualquier
esfuerzo bélico de gran intensidad por periodos prolongado. Esto ayuda a explicar por qué
Rusia, a pesar de disponer de un presupuesto militar que es apenas el 10 por ciento del de
la OTAN, se está imponiendo ante la mayor transferencia de material bélico de la Historia y
la disposición de los líderes de Kiev para extender el conflicto, sin tomar en cuenta las
enormes pérdidas de vidas humanas y de los vastos efectos económicos.
Es posible que la combinación de lo anterior junto con el resentimiento por la derrota en
Artemovsk es lo que haya conducido al presidente estadounidense, Joe Biden, a dar
marcha atrás a sus objeciones para anunciar la entrega de cazas F-16 a Ucrania en la
reunión del G-7 en Hiroshima, horas después de que el presidente Vladimir Putin anunciara
la caída de la moledora de carne. No obstante, como admite la mayoría de los especialistas,
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los aviones no significarán gran cosa en el escenario militar (y, de cualquier forma, es muy
difícil que puedan comenzar a operar este año), su introducción eleva el grado de
participación de la OTAN en el conflicto de tal forma que puede traspasar la tan mencionada
línea roja de la intervención directa, como advirtiera, entre otras autoridades rusas, el
canciller Serguéi Lavrov.
Por todo esto, en lugar de una poco probable contraofensiva a gran escala, es más
probable que Kiev y sus mentores/apoyadores recurran a actos aislados de gran efecto
mediático, de preferencia contra blancos civiles, como los recientes ataques con drones a
Belgorod y Moscú, que alcanzaron zonas residenciales. Embestidas que, de ninguna forma
podrían ejecutarse sin la intervención directa de los servicios de espionaje civiles y militares
de la OTAN.
Luego de los últimos ataques ucranianos, la respuesta rusa fue inmediata, con un ataque
de misiles de largo alcance contra la sede del servicio de información militar GUR, EN Kiev.
El jefe de la agencia, Kirill Budanov, ha hecho repetidas amenazas en la prensa de “seguir
matando rusos en cualquier lugar del mundo hasta la victoria completa de Ucrania,” además
de haber asumido la responsabilidad de los asesinatos de “varias personalidades públicas y
de la prensa” (RT, 30/05/2023).
De la misma forma, el despliegue de armas nucleares tácticas rusas a Bielorrusia es un
indicio de la disposición de Moscú de elevar el grado de preparación para cualquier
escenario de escalada del conflicto.
A la par del deterior del escenario militar, el bloque europeo experimenta los efectos
socioeconómicos de su adhesión férrea al programa de la OTAN, con una inflación no vista
en décadas, sobre todo debido a la subida de los precios de la energía, de los alimentos y
de otros insumos, a la caída de los niveles de consumo y al consecuente efecto en el
desempeño general de la economía, cuyo crecimiento en la zona del euro no habrá de
superar el 0,3 por ciento este año. La locomotora del bloque, Alemania, está en recesión
técnicamente luego de dos trimestres consecutivos de caída del PIB, con la expectativa de
un déficit presupuestal de 4,25 por ciento del PIB, que el gobierno del canciller Olaf Scholz
planea enfrentar con una serie de cortes de gasto, menos en el renglón militar.
La actitud de Berlín denota que a pesar de ese cuadro desfavorable los dirigentes de la
OTAN no están dispuestos a sentarse a negociar con seriedad para poner fin al conflicto, el
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que pretenden seguir librando hasta el proverbial último soldado ucraniano. Lo peor será
que yerren el golpe en la escalada de provocaciones y provoquen una reacción rusa de
consecuencias impensadas.
Putin define la naturaleza de la guerra
En su discurso en el tradicional desfile militar del Día de la Victoria, que se celebra todos los
años el 9 de mayo en Moscú y otras ciudades de Rusia, el presidente de esta nación,
Vladimir Putin, volvió a hacer contundentes acusaciones contra la coalición de potencias de
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), capitaneada por Estados Unidos, el
cual está fomentando la guerra sustituta en Ucrania. Putin, en particular, hizo una necesaria
definición de la naturaleza de la guerra y de sus incentivadores:
“Hoy, nuestra civilización se encuentra en un momento crucial del que no hay regreso. Una
verdadera guerra se está librando nuevamente contra nuestro país; pero combatimos el
terrorismo internacional y defenderemos al pueblo de Donbás y salvaguardaremos nuestra
seguridad.
“Para nosotros, para Rusia, no existen naciones inamistosas u hostiles, ni en Occidente ni
el Oriente. Así como la gran mayoría de personas en el planeta, queremos ver un futuro
pacífico, libre y estable.
“Creemos que cualquier ideología de superioridad es abominable, criminal y mortal por
naturaleza. Sin embargo, las élites globalistas occidentales siguen hablando sobre su
excepcionalismo, colocan a las naciones unas contra otras y dividen las sociedades,
provocan conflictos sangrientos y golpes de Estado, siembran odio, rusofobia, nacionalismo
agresivo, destruyen la familia y los valores tradicionales que nos hacen humanos. Hacen
todo esto para seguir dictando e imponiendo su voluntad, sus derechos y reglas a los
pueblos, lo que, en realidad, es un sistema de pillaje, de violencia y de represión.
“Parecen haber olvidado a lo que condujeron las reivindicaciones insanas de dominio
mundial de los nazis. Se olvidan de quien destruyó a aquel mal monstruoso y total, de quien
defendió su tierra natal y no escatimó sus vidas para liberar a los pueblos de Europa.
“Vemos como ciertos países destruyen despiadadamente y a sangre fría los monumentos a
los soldados soviéticos, demuelen los monumentos dedicados a grandes comandantes,
crean un verdadero culto a los nazis y a sus representantes, apagan y demonizan la
memoria de los verdaderos héroes. Tal profanación de las hazañas y de los sacrificios de la
generación victoriosa también es un crimen, un revanchismo absoluto por parte de los que
cínica y descaradamente preparaban una nueva marcha sobre Rusia y que para ello
reunieron la escoria nazi de todo el mundo.
“Su objetivo -y no hay nada de nuevo en esto- es separar y destruir nuestro país, anular e
invalidar los resultados de la Segunda guerra mundial, fracturar por completo el régimen de
seguridad mundial y el derecho internacional, sofocar cualquier centro soberano de
desarrollo.
“Las ambiciones sin límites, la arrogancia y la impunidad conducen, inevitablemente, a
tragedias. Esta es la razón de la catástrofe por la que el pueblo ucraniano está pasando. Se
convirtieron en rehenes del golpe de Estado y del consecuente régimen criminal de sus
señores occidentales, daños colaterales del cumplimiento de sus planes crueles y egoístas”
(Kremlin, 09/05/2023).
Hungría: Viktor Orbán revive un “conservadurismo
racional” contra el cautiverio de Bruselas.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha diseñado una acción política para hacer de
su nación un modelo de convivencia, separándola de los parámetros trazados por una
Europa presa en visión liberal de los burócratas de la Comunidad Europea en Bruselas, que
niegan el trazado civilizador de sus raíces cristianas. Desde el centro de Europa, Orbán se
presenta en guerra contra el globalismo y la apostasía, invoca la defensa del Estado
nacional soberano nacido del pensamiento cristiano tratando de recuperar el vigor del
continente, que no es posible apelando a ideologías estériles basadas en un secularismo
radical. Su propuesta, nos dice “se puede tomar libremente, sólo se necesita una pequeña
adaptación local y funcionará en cualquier lugar: en climas cálidos o fríos, en el Norte o en
el Sur”. En este contexto, se encaja lo que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, denominó
de un “conservadurismo racional” en la conferencia del club Valdai, celebrada en la ciudad
rusa de Soch en octubre de 2021.
A continuación, publicamos fragmentos del discurro pronunciado por Orbán en la
inauguración de la Conferencia de Acción Política Conservadora CPAC Hungría, celebrado
el 4 de mayo en Budapest,
(…) Siempre serán bien recibidos en Budapest. ¡Vuelvan el año que viene! Mientras me
preparaba para el acto de hoy, pensé en cómo hemos llegado hasta aquí: en por qué CPAC
viene a Budapest. Hay CPAC en Estados Unidos, México, Brasil, Israel y Japón. Y hay
CPAC en Hungría. No es mala compañía. Pero ¿cómo han conseguido los húngaros entrar
en un club tan prestigioso? No somos grandes, no somos temibles, no somos ricos. No
tenemos un gran ejército, ni un PIB enorme, ni una población especialmente numerosa. ¿A
quién le interesa? ¿A quién le interesamos? Sin embargo, aquí estamos todos hoy. Creo
que sólo hay una razón por la que estamos en este club de élite. Hay una cosa que hace de
nuestro país un lugar importante: el hecho de que Hungría sea realmente una incubadora,
donde se experimenta con la política conservadora del futuro. Hungría es el lugar donde no
sólo hablamos de derrotar a los liberales progresistas y dar un giro político conservador y
cristiano, sino el lugar donde realmente lo hemos hecho.
(…) Amigos míos, es difícil imaginar un país en peor situación que Hungría en 2010, cuando
volvimos al gobierno tras ocho años en la oposición. Recuerdo que la cuestión entonces era
si las políticas conservadoras podrían restaurar un país en bancarrota por culpa del
liberalismo desenfrenado. Pensamos entonces que, si ello se podía lograr aquí, también se
podría lograr en cualquier parte. Después de Nueva York, también era cierto para Budapest:
“Si se puede hacer allí, se puede hacer en todas partes”. El experimento ha tenido éxito,
y somos la prueba de que solo las políticas conservadoras pueden ayudar en
aquellos lugares donde los liberales, los izquierdistas han destrozado un país. Y la
historia de éxito húngara ha continuado desde entonces: pleno empleo, niveles récord de
inversión, impuestos planos, un 40% menos de abortos, la mejor seguridad pública de
Europa, la inmigración bajo control y una fuerte identidad nacional.
(…) Sin embargo, también es cierto que, aunque el éxito húngaro brilló con luz propia en
2010, como lo demuestra nuestra reelección con una mayoría de dos tercios en 2014, ello
no interesó a nadie en el mundo hasta 2015. Quizá me entiendan cuando digo que, a
veces, añoro los días en que no éramos el centro de atención. Pero no se puede hacer
nada al respecto: el hombre propone, Dios dispone. De hecho, el experimento húngaro
debe su fama mundial a George Soros. En efecto, los caminos de Dios son inescrutables. Si
George Soros no hubiera atacado a Hungría, si no hubiera anunciado su programa para
reasentar a millones de inmigrantes ilegales en Europa con la ayuda de sus ONGs
mercenarias, nunca habríamos figurado en los titulares de la prensa de todo el mundo. Pero
el tío Georgie anunció su programa de reasentamiento, movilizó a su ejército de ONGs y se
puso a ejecutar su “gran plan”. Inundaron los Balcanes de inmigrantes ilegales y
construyeron una ruta de contrabando de personas hasta el corazón de Europa. Pero
entonces se toparon con Hungría. Dimos la orden de alto, asumimos el reto y nos
defendimos: construimos una valla y defendimos nuestro país. Al cabo de un tiempo, me di
cuenta de que no bastaba con defender nuestras fronteras, no bastaba con luchar en
defensa propia física, sino que sólo podríamos defender nuestro país si también
emprendíamos batallas intelectuales e ideológicas. Pues nos encontrábamos en medio
de un campo de batalla intelectual e ideológico, porque la migración es una parte
importante de la filosofía de los progresistas liberales. No tuvimos más remedio que
denunciar la ideología de la sociedad abierta y, con ella, todo el imperio de George Soros. Y
esto es lo que ocurrió, queridos amigos. Algunas personas darían media vida por ser
mundialmente famosas, pero no lo consiguen. Nosotros no queríamos ser famosos y, sin
embargo, lo somos. Desafiamos el canon liberal y fuimos llevados a la fama mundial. No sé
si nos sorprendió más a nosotros o a los liberales, pero quizá eso no importe.
(…) Cada pueblo tiene derecho a vivir según su propia voluntad y naturaleza. Sí, no
atacamos, nos defendemos. Nos defendemos porque la élite progresista globalista
quiere imponernos su voluntad, quiere decirnos qué pensar y cómo vivir. Nuestra lucha
por la libertad se ha vuelto importante para el mundo occidental porque ha resultado que no
sólo Hungría está siendo atacada, sino también todas las naciones del mundo libre. El año
pasado, por estas fechas, me dirigí a ustedes como anfitrión. El verano pasado, en Texas,
fui el hombre que viene de lejos y bromea con facilidad. Hoy mi papel es otro. Hoy, como
responsable de un programa de incubación, les informó de que todos estamos siendo
atacados, tanto en Europa como en Estados Unidos. También debo informarles de que el
ataque no es de naturaleza económica: se trata de un arma biológica. Han lanzado un
ataque vírico contra nosotros. El virus fue desarrollado en laboratorios liberales
progresistas. Este virus ataca el punto más vulnerable del mundo occidental: la nación. Es
un virus devorador de naciones llamado a atomizar y pulverizar nuestras naciones.
(…) La nación es el gran invento de Occidente, es el corazón del mundo libre. Pero también
es el talón de Aquiles del mundo occidental. Si las naciones se evaporan, se desintegran o
se corroen, se pierde la posibilidad de la vida libre y Occidente caerá. Los pueblos sin
patria nunca pueden ser libres: sólo pueden ser errantes, para ser trasplantados aquí o
allá, juguetes de la élite global. La tradición judeocristiana nos enseña que Dios dividió
el mundo en naciones, e incluso designó un ángel de la guarda para cada nación. Y,
hablando de ángeles de la guarda, Su Santidad el Papa Francisco estuvo aquí
recientemente. Fue nuestro invitado durante tres días. Y pudimos rezar con él por la paz en
el mundo y en Hungría. Fue un viaje apostólico fantástico. El pueblo húngaro está muy
agradecido al Santo Padre. Hace un año, el Papa Francisco y CPAC estuvieron aquí, pero
separados por unos seis meses. Este año la diferencia ha sido de sólo una semana. Quién
sabe, si las cosas siguen así ¡el año que viene quizás el Santo Padre nos visite en este
evento! Pero permítanme que vuelva a mi mensaje. Amigos míos, la idea de nación es
nuestra particular herencia occidental. Por eso los húngaros también reconocieron este
hecho, por eso hicieron un juramento de sangre, por eso se organizaron en una nación, por
eso nos unimos al mundo occidental y por eso no desaparecimos en las brumas de la
historia, como les ocurrió a los demás pueblos asiáticos que llegaron a Occidente. A medida
que la organización política basada en la nación se extendía en Occidente, nosotros
ascendíamos y, en la competición entre civilizaciones, Occidente superó a sus
competidores. La nación demostró ser el mejor marco. Es el mejor marco para liberar las
fuerzas latentes en los ciudadanos de un país y servir a los intereses de toda la comunidad.
Si alguien conoce, acepta y abraza una lengua, una historia y una cultura comunes, esa
persona es miembro de pleno derecho de la nación y, por tanto, libre. Esa fue la enorme
ventaja de la civilización occidental, la razón por la que íbamos siglos por delante de otros
continentes. Esta es la ventaja competitiva de la civilización, queridos amigos, la que está
siendo atacada hoy día. Y lamento decir que el ataque está teniendo éxito.
(…) Nuestro progreso se ha ralentizado, e incluso se ha estancado. Otras civilizaciones se
han fortalecido, se han acelerado y, en muchas áreas, simplemente nos han superado. Nos
han alcanzado económicamente. Hace treinta años, el mundo occidental representaba más
del 60% de la producción mundial. Hoy esta cifra ronda el 40%. Nos hemos quedado
rezagados en cuanto a recursos naturales. Estados Unidos quizá menos, pero Europa está
a merced de otros, dependiente de la importación de portadores energéticos. El 80% de las
materias primas vitales para una economía moderna se encuentran fuera de Occidente. Y
también estamos mal demográficamente: la población mundial crece, pero la de Occidente
disminuye. Los reasentamientos y las migraciones enmascaran el problema, pero no lo
remedian. En lo único en que seguimos en primer lugar es en la fuerza militar. A primera
vista, esto último en una buena noticia. Pero en una segunda vista, resulta obvio que, si
hemos perdido todas nuestras demás ventajas y sólo nuestra fuerza militar sigue siendo
competitiva, esto empujará los acontecimientos en la dirección de los conflictos militares.
Esto es lo que está ocurriendo hoy. Así que no nos va bien, a Occidente no le va bien en la
competición entre civilizaciones. Y lo peor de todo es que sólo podemos culparnos a
nosotros mismos. Ninguno de nuestros competidores podría haber causado tales estragos.
Cuando la izquierda desató su virus en el mundo, muchos conservadores bienintencionados
dijeron que este virus antinacional no era más que una fuga accidental de laboratorio.
Seguramente, dijeron, la izquierda no quiere –o no puede– soltar a sus radicales en el
mundo; ellos mismos los frenarán. Pero no ha sido así. No seamos ingenuos. Hoy
podemos ver que este virus no se ha escapado simplemente: se ha criado, se está
propagando y extendiendo por todo el mundo. Migración, género, woke: todo esto no
son más que variantes del mismo virus.
Esto mismo es el objetivo del movimiento woke y de la propaganda de género. Obviamente,
ustedes como extranjeros no saben que los húngaros no tenemos palabras separadas para
el sexo social y el sexo biológico. De hecho, les diré algo aún más asombroso: nuestro
idioma utiliza el mismo pronombre personal para todos, así que en Hungría no hay nada
que discutir al respecto. Por tanto, vemos –quizá con más claridad que la gente de otras
partes del mundo– que el movimiento woke y la ideología de género son exactamente
lo que eran el comunismo y el marxismo: dividen artificialmente a la nación en
minorías con el fin de fomentar la discordia entre grupos. Esta es su base de poder.
También dividen a la nación en clases y proclaman que la clase es más importante que la
nación, primando sobre la pertenencia a la nación y sobre la identidad nacional.
(…) La tercera variante viral que amenaza hoy a las naciones occidentales es la política
exterior progresista. La política exterior progresista siempre nos lleva a la guerra.
Subvierte países en nombre de la exportación de la democracia y, luego, se va o se queda
empantanada, atascada en el desorden que ha creado. He visto muchas de esas
“revoluciones de colores”. Comienzan con el lema de la libertad, continúan con la
reeducación liberal-progresista y la mejora humana, y terminan en caos, desorden y la
desgracia de países abandonados a su suerte.
(….) En los últimos años, los progresistas han vuelto a dividir el mundo en buenos, malos,
nazis, no nazis, democracias y autocracias. Los progresistas siempre persiguen una
política imperialista. Lo que están haciendo es imperialismo de manual. En primer
lugar, presionan diplomáticamente a las naciones, esperando que se comprometan, que
declaren si apoyan o no la migración, la propaganda de género, la relativización de las
familias y la sexualización de los niños. Los que se niegan a hacerlo son el enemigo y sobre
ellos se pronuncia una fatwa liberal. Si dices que el género y los movimientos LGBTQ
tienen que ver con la sexualización de los niños, serás acusado de traicionar los
valores occidentales. Si dices que las universidades no deben servir para educar
ideológicamente, sino para buscar la verdad, estarás atacando la libertad académica. Si
dices que la guerra no interesa al mundo occidental, te tachan de ser simpatizante de Putin.
Aquí, en Budapest, estamos un poco cansados de todo esto, pero no podemos
simplemente desentendernos. El último objetivo imperial de política exterior de los
progresistas es privar a los Estados miembros de la Unión Europea del derecho a dirigir su
propia política exterior. Hay que detenerlos. Esta será la mayor batalla en Bruselas en los
próximos meses.
(…) Por último, este virus está adormeciendo los cerebros de las naciones, embotando sus
corazones y paralizando sus miembros. Está convirtiendo naciones vivas en comunidades
sin vida. Lo que celebramos aquí es que haya incubadoras como la de Hungría, cuya
finalidad es la defensa. Pero no olvidemos que también hay laboratorios de
investigación progresista donde desarrollan cada vez más el virus que ataca a
Occidente. Aquí, en Europa, uno de esos laboratorios es Bruselas y la élite progresista que
lo dirige. Imagino que también existen laboratorios de este tipo en Estados Unidos. Algunos
de ellos están en manos privadas, en las ONGs de multimillonarios adinerados, mientras
que otros se encuentran en el mundo de las fundaciones de los partidos progresistas y de
los think tanks.
(…) La buena noticia para todos es que no necesitamos buscar más un antídoto para el
virus progresista: está aquí, en Hungría. Está disponible para todos. Se puede tomar
libremente, sólo se necesita una pequeña adaptación local y funcionará en cualquier lugar:
en climas cálidos o fríos, en el Norte o en el Sur. Protege contra todas las variantes de l
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