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Se ha conocido la implementación, por parte del gobierno nacional, del llamado “voucher” educativo. Confieso que es una medida que esperaba ansiosamente. Pero al conocer cómo se implementa me decepcioné rápidamente. Como era de esperar, los liberales sólo podían concebir esta grandiosa idea, de un modo economicista. Y la van a echar a perder. Dios quiera que me equivoque. Digo ésto porque es claro que no los mueve la más noble intención de recuperar el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos, no. Caso contrario hubieran generalizado el voucher para todas las familias que mandan sus hijos a escuelas de gestión privadas y no sólo las que tienen una cuota inferior a $ 54.396. Con ésto, se cierra esa posibilidad de muchísimas familias de ingresos medios y que mandan sus hijos a escuelas no subvencionadas; ellas no podrán elegir… Hay muchísimas escuelas de gestión privada que no reciben subsidios por las más diversas razones. Por ejemplo, porque han sido creadas recientemente, porque prefirieron no quedar tan expuestas a controles abusivos del Estado, porque no llegan a la cantidad de alumnos por curso exigidas para el subsidio… Y muchas de ellas, en igualdad de condiciones con las otras escuelas subsidiadas o las escuelas de gestión estatal, podrían llenar sus aulas brindando una educación de calidad superior.
El voucher educativo debe aplicarse sin más a todos los alumnos del país, cualquiera sea la gestión (privada o estatal) de modo que todas las familias tengan acceso a todo tipo de escuelas. Las habrá que elijan las escuelas que actualmente son gestionadas por los estados provinciales, otras elegirán las privadas más baratas o más caras. Lo importante es que todos los argentinos tengan la posibilidad de elegir la educación que quieren para sus hijos. ¿De dónde saldrán los fondos? De dejar de mantener colegios de gestión estatal y los subsidios a los privados; esto es no subsidiar la oferta sino la demanda. También significará ahorro al no mantener costosísimos ministerios de educación, planes, proyectos etc, que han demostrado su rotundo fracaso: está a la vista de todos la crisis educativa.
Tampoco parece muy razonable distribuir los fondos a los padres mediante cuentas bancarias. Seguramente mucho de ese dinero no será destinado a educación. Entendemos como mucho mejor la implementación de voucher que debieran ser otorgados a los padres y éstos entregados a las escuelas. A su vez, las escuelas podrán canjearlos y hacerlo efectivo para cubrir sus necesidades de sueldos y mantenimiento edilicio.
Ojalá estas medidas que se implementan hoy sólo tengan esta modalidad como primer paso y que la idea final sea la transformación total de la educación argentina. Como decía el gran Castellani, la educación no necesita aspirinas, necesita cirujía.

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